lunes, febrero 29, 2016

Oscars 2016


1) Obviamente, la voluntad de entregar las distintas categorías según el lugar cronológico que ocupan en la realización de un film se fue al garete a las primeras de cambio, con el premio a la mejor actriz secundaria. Porque claro, eso es lo segundo que uno busca: "Guión - tengui, vamos ahora a por la actriz de reparto". Fue la primera de muchas, muchas tonterías.

2) De hecho, para ser fiel a esa declaración de principios, el tercer Oscar de la noche (tras los dos libretos, original y adaptado) debería haber sido el de mejor película.

3) Y, siguiendo con la sandez del orden, cualquier día de estos el premio al mejor realizador lo entregan junto a los de documentales. La recta final evidenció una vez más que en Hollywood lo que prima son los actores y los productores; esto es, los artistas "de verdad" y los que ponen la pasta. Y el resto a dar gracias por la invitación.

4) Hablando de lo cual, jamás entenderé la no coincidencia entre los premios de mejor montaje y mejor realizador.

5) Los Oscars son, en efecto, un club privado. De lujo, para más señas. Representan a una porción tirando a pequeña de la sociedad norteamericana. Pretender que haya diversidad racial entre sus nominados equivale a tragarse la cháchara humanitaria con que tantas veces han intentado camuflar su sentimiento de culpa los premiados. No te lo perdonaré jamás, Marlon Brando, jamás.

6) Chris Rock ejemplificó gloriosamente ese abismo con el vídeo de su visita a un cine de Compton, donde más de un espectador afroamericano no identificó ni a tiros la última película de Steven Spielberg. Y de Trumbo ya ni hablemos.

7) ¿Pero cómo no va a haber abismo, si hasta en el mejor documental la tragedia íntima y personal de Amy Winehouse le puede a las tragedias colectivas e internacionales de los pueblos mexicano y ucraniano? Merecida o no, fue una elección contextualmente sangrante.

8) Y, si en la de mejor canción no hubo cheque de por medio, la verdad es que no se entiende. Tampoco era como para que Cincuenta sombras de Grey luciera estatuilla, pero por ahí pasaba Lady Gaga, que hubiera sido un razonable término medio, ¿no?

9) La supuesta discriminación racial fue el tema recurrente de la noche. Y, aunque Chris Rock estuvo bastante bien en su papel de tocapelotas (¿me lo pareció a mí o intentó que los compradores de galletas de las girl scouts fueran exclusivamente blancos?), nadie lo trató mejor que Sacha Baron Cohen en la piel de Ali G.

10) Y es que no todos los blancos lo tienen regalado. Leo DiCaprio, sin ir más lejos, ha tenido que ser sodomizado por un oso para que al fin le dieran la estatuilla.

11) Tras tres Oscars consecutivos, ¿a Lubezki no le añaden un extra, no sé, una bandolera para que los lleve colgados o algo así?

12) Morricone...

13) Y Brie Larson... (no he visto Room, pero cualquier premio para un nombre de queso me parece plenamente justificado.)

14) Que Woody y Buzz cantaran el premio para Inside Out, ¿no debería ser impugnado?

15) Aunque Spotlight era mi debilidad, después de darle a Mad Max seis, seis Oscars, negarle los de mejor director y película fue prácticamente una afrenta. Si no hay una trilogía multimillonaria y con base literaria de fondo, el fantástico sigue sin ser tomado en serio.

sábado, febrero 27, 2016

'Okkupert / Occupied' (2015)


En contra:

* Que precedentes dentro del género de la "invasión rusa contemporánea" como Amanecer rojo puedan tirar atrás al espectador en potencia.
* Que el secuestro del primer capítulo esté, en efecto, un poco pillado por los pelos, pero se hace perdonar con el desarrollo de la serie.

A favor:

* Su habilidad para no caer en el maniqueísmo.
* Su habilidad para rozarlo en el retrato de los máximos mandatarios de la Unión Europea: burócratas aterradores, proclamo.
* Que sepa dotar de humanidad a unos personajes principales elegidos a raíz de los cargos que representan y no de sus cualidades más íntimas: el primer ministro, el miembro de los servicios de seguridad, la jueza, la embajadora con vocación de virreina, el periodista incisivo...
* Que, pese a moverse principalmente entre la elite de esos cuatro poderes, jamás transmita la sensación de dejar fuera del objetivo a las otras tres cuartas partes de la sociedad noruega.
* La opción narrativa de permitir que transcurra un mes entre la acción de un capítulo y el siguiente, lo que presta credibilidad al desarrollo del eje político y genera muy elegantes elipsis en las tramas personales.
* Que, hasta bien pasado el ecuador de la serie, la amenaza rusa sea palpable pero no evidente, por más que sus manos se vayan cerrando cada vez con mayor fuerza en torno al cuello noruego.
* Su falta de complejos, digna de The Wire, a la hora de eliminar a alguno de los personajes más carismáticos.
* Su sana ambigüedad moral, donde las mejores intenciones a veces conducen al desastre, pero marcando una clara línea roja respecto al uso de la violencia, que vendría a ser monopolio de los fascistas.