Si usted tiene visto (escuchado, sentido…) a Wilco en vivo, poco tengo que contarle: se le reconoce el buen gusto, se le celebra la fortuna y pasamos a la parte difícil. Porque, ¿cómo relatar el directo del reloj suizo de Jeff Tweedy a quien, por no haber compartido la experiencia, nos impedirá anclar referentes, nos obligará a partir de cero en una enumeración lineal, diacrónica, que en absoluto hará justicia al todo sincrónico que caracteriza noches como la del pasado 2-N? Y aquí estamos, perdiendo el tiempo con introducciones. Así que repasemos a la carrera: sold out, 26 temas a lo largo y ancho de 140 minutos, nuevo álbum bajo el brazo… generalidades que apenas nos sitúan, poco más que letreros de carretera. ¿Y el paisaje? Durante una primera parte predominan las composiciones abiertas, atmosféricas, con algún inesperado punto álgido (la reciente The Art of Almost). Yankee Hotel Foxtrot se convierte, entonces, en el hilo conductor, brotan piezas más clásicas y canónicas, Tweedy bromea con el público, los solos se desatan en una aun así milimetrada Impossible Germany… y ya todo fluye camino del cierre de libro, entre la joya pop (California Stars, Heavy Metal Drummer) y la guinda roquera (Monday, Outtasite). Nótese, finalmente, una vez más, la excelencia de la banda en su Via Chicago: salen corriendo juntos y, pese a que de repente dos de sus miembros toman sentidos distintos, todos acaban alcanzando la misma meta. Concierto a concierto, Wilco no deja de hacer honor a su nombre (y leyenda).
(Esta reseña apareció en el número de diciembre de Go Mag.)
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