1) Todo acto de violencia esconde una voluntad de apropiación, de dominio.
2) En ese sentido, quienes han atacado y derribado la dichosa estatua
ecuestre de Franco se han erigido en dueños de lo que se puede o no se
puede mostrar en las calles de Barcelona.
3) Y, si bien el
espacio geográfico que valerosamente han conquistado es pequeñito, las
connotaciones del asunto se multiplican en el terreno de las ideas: suya
es la decisión de lo que es arte y de lo que puede ser utilizado
con ánimo artístico, suya es ya la única interpretación simbólica
posible para la recuperación de la pieza y su puntual colocación en el
Born.
4) Por supuesto, esa
interpretación simbólica ahora establecida es la más directa y evidente,
por no decir la más básica y limitadita: si Franco = caca, estatua =
suelo.
5) Gracias, pues, "defensors de la terra", por evitarnos
al resto de la ciudadanía la aburrida y siempre fatigosa necesidad de
pensar por nuestra cuenta. Algo en lo que también Franco, por cierto,
como todo buen (mal) dictador, fue un maestro.
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