Hará tres meses, mientras me anunciaban que Las tres balas de Boris Bardin era una de las cuatro finalistas al Memorial Silverio Cañada, premio a la mejor primera novela negra que concede la Semana Negra de Gijón, se me solicitó de paso un relato para el libro que el evento asturiano tiene a bien regalar a su público a modo de fin de fiesta. La extensión era libre pero se había prefijado un tema central, la frontera, y contaba con un plazo de entre siete y diez días para entregar mi colaboración. Ilusionado por la oportunidad pero agobiado por la falta de tiempo, decidí recuperar la voz narradora de Las tres balas..., partir de la argentinidad que ya conocía y había trabajado, la que no dejo de sentir como propia, para desarrollar la historia con mayor comodidad y celeridad (esa pertenencia, también el hecho de que escribiera desde un registro antes emotivo que realista, explica la mayor presencia de españolismos, el ánimo escasamente purista que presidió mi uso del lenguaje). Un fin de semana después, éste fue el resultado...
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