lunes, noviembre 26, 2012

"Detachment" de Tony Kaye


Como si de un episodio de Band of Brothers se tratara, los minutos iniciales de El profesor muestran una serie de entrevistas en las que, desde un tono documental, varios profesionales de la educación comentan su invasión de Normandía particular, menos cruenta que la de la Easy Company pero, en cuanto diariamente repetida, capaz de generar el mismo estrés postraumático. Una de ellas, la que protagoniza un espléndido Adrien Brody, va a puntuar el metraje: de su mano conoceremos el mes que pasa como sustituto en un instituto público neoyorquino, las frustraciones personales y profesionales de diversos colegas y, a través de una serie de flashbacks tirando a efectistas, un trauma de infancia que halla ecos en el presente a través de la relación que mantiene con su senil abuelo y la alienación que caracteriza el desempeño de su labor. Así las cosas, El profesor se transforma rápidamente en Taxi Driver (relación con una prostituta adolescente incluida), una intensa tragedia existencialista a la que Tony Kaye magrea quizá en demasía: con menos aspaviento dramático, ofreciendo algún asidero a sus personajes, el tercer referente de este film, la cuarta temporada de The Wire, resultaba igual de doloroso y más contundente en su denuncia.

(Esta reseña ha aparecido en el número de noviembre de Go Mag.)

sábado, noviembre 24, 2012

lunes, noviembre 19, 2012

Un sueño, cinco apostillas

Bajo por la calle Major de Sarrià (1) y me detengo ante una panadería que hay a mano derecha (2). La persiana se encuentra a medio bajar, pero veo que están aún atendiendo a gente así que me agacho y entro. Las paredes son blancas, los muebles son blancos, incluso la luz tiende al blanco (3). Cuando llega mi turno, señalo una de las pastas en exposición, una especie de coca de brioche, y pregunto si la tienen con pera por encima. En ese momento, la dependienta me señala asustada. Bajo la mirada y veo que mi camisa blanca luce un tremendo manchurrón de sangre en la zona del esternón y que el líquido está incluso goteando al suelo. "Me han disparado", pienso, y miro hacia la calle vacía buscando la procedencia de la bala. Al levantar la tela, no obstante, constato que se trata de una herida superficial, absurdamente aparatosa. Aún así me echo atrás, me apoyo contra la pared y me deslizo hasta sentarme en el suelo, ligeramente mareado. Nadie viene a socorrerme, pero eso no me produce la menor angustia. Por el contrario, ante la alarma del niño de 7 u 8 años que esperaba turno junto a su madre (ella queda en un segundo plano, borrosa, imposible determinar sus rasgos), me pongo a bromear, le digo que no tiene por qué asustarse, que todo está bien (4). Despierto (y 5).

(1) Uno de los escenarios recurrentes de mi infancia. Vivía a cinco minutos y bajaba por ella a diario cuando regresaba de la escuela. Últimamente forma parte también de mis recorridos de footing.
(2) Lo comprobé anteayer: ese local exacto está ocupado a día de hoy por una sucursal del BBVA. No me consta que haya sido jamás una panadería.
(3) Como si de un hospital se tratara, sí.
(4) Hace algunos días, en un muro facebookiano ajeno, comenté que, caso de regresar al pasado y encontrarme con mi yo de 10 años de edad, le diría aquello de que todo irá bien, y añadía: "No porque sea cierto necesariamente (que tampoco me quejo), sino porque no he encontrado mejor cosa que pensar en la vida y me ahorraría muchas ansias".
(5) La tarde anterior a este sueño leí los últimos dos capítulos de Mortalidad (Debate), recopilación de los artículos donde Christopher Hitchens contó para Vanity Fair su año y pico como enfermo del cáncer que al final se lo llevó a la tumba. Tras mucho pensarlo, intuyo que el niño de la panadería es mi yo emocional tal y como el protagonista era mi yo intelectual (o quizá hedonista: los placeres de la comida y tal), y que el segundo, tras un momento de pánico inicial, aceptaba el fin de las cosas (quizá incluso de la vida) e intentaba hacérselo más llevadero al primero.  

jueves, noviembre 15, 2012

From the Vaults of Qué Leer

Como deben saber ya a estas alturas, su ladrador crepuscular tiene una vida bloguera alternativa en la web de la revista Qué Leer. Amén de la sección en la que diariamente escoge siete enlaces de interés entre las noticias culturales de la jornada, recientemente ha tratado allí las siguientes cuestiones: 

* Cuando J.K. Rowling se pone adulta, se pone adulta de verdad (aquí).
* A veces, uno tira una piedra. Últimamente, casi siempre le da a un zombi (aquí).
* Las salvajadas de Don Winslow y Oliver Stone (aquí).
* La muerte se lleva mucho, mucho, pero no todo. Cuando uno es escritor y persona como Horacio Vázquez-Rial, quedan cosas. Y hay que valorarlas (aquí).
* Dexter Morgan por tierra, mar y aire. O, lo que es lo mismo, por libro y televisión (aquí).
* Sobre Los pájaros amarillos de Kevin Powers, un impactante debut literario (aquí).
* Norman Mailer, reportero dicharachero en el proceloso año de 1968 (aquí).
* Drácula regresa de la tumba. Otra vez. Y van (aquí).

sábado, noviembre 10, 2012

Madmanismos por Aclora


(Visita este enlace tras la pausa publicitaria si quieres comprar, oh lector crepuscular, alguno de estos pósters.)

miércoles, noviembre 07, 2012

"Battle Born" de The Killers

Cual casino que viene a nuestro encuentro tras una larga jornada cruzando el desierto, The Killers nacieron como una buena noticia en forma de neones que rompen la oscuridad y chicas dispuestas a sentarse en tus rodillas, nos escoltaron durante la resaca correspondiente bajo un sol de justicia, sugirieron a continuación que la fiesta podía continuar y, llegado un nuevo crepúsculo, se aprestan a devolvernos aquella grandilocuencia original. Sucede, claro está, que la segunda noche nunca es igual a la primera: perdido el elemento sorpresa, reparamos ahora en las bombillas que no se encienden lo mismo que en las patas de gallo que lucen nuestras acompañantes, y de la falta de prejuicios dependerá el grado de satisfacción que extraigamos de la experiencia. Absténganse, pues, los estómagos dispuestos a indigestarse en caso de mezclar el imaginario springsteeniano con los tics más efectistas de Queen y un espíritu general de delirante AOR setentero. En cuanto al resto, ¡que gire la ruleta!

(Esta reseña apareció en el número de octubre de Go Mag.)