miércoles, agosto 31, 2005

Mes Amis

Aparece, este mes de septiembre y en Anagrama (claro), la traducción al castellano de la última novela de Martin Amis, Yellow Dog. A modo de celebración, recupero en tres entregas de corte semanal la entrevista que mantuve con el escritor en invierno de 2002 a raíz de la publicación en España de Experiencia. El texto fue publicado por Qué Leer en el número de septiembre de ese mismo año.

Martin Amis, cuestión de estilo
Como si de un ejercicio metaliterario se tratara, el encuentro con Martin Amis (South Wales, Inglaterra, 1949), se desarrolla en términos cuasi idénticos a los de tantas entrevistas previamente consultadas en la hemeroteca; el día lluvioso, la casa pareada al norte de Regent's Park, el chándal de tenis... Tan sólo el pesado ejemplar de Experiencia (Anagrama), que llevo bajo el brazo consigue sustraerme al déjà-vu, me persuade de no ser el personaje secundario de un diálogo ya escrito.

La cita, aún así, haría las delicias de Jorge Luis Borges: me encuentro en Londres para escribir sobre un autor que, a los 50 años recién cumplidos, ha firmado una laberíntica recreación de su propia vida. ¿Por qué un profesional de la ficción se ve impelido finalmente a pasar revista a la realidad? ¿Dónde se encuentra, en última instancia, la frontera entre ambas? A Martin Amis pertenece esta frase: la verdad radica en la ficción; ahora, de perfil ante el ventanal que da fe de la plomiza mañana, mientras el fotógrafo revolotea a nuestro alrededor a la caza de la luz más decente y del ángulo más acertado, Amis se enfrenta a su propio aforismo, repite con no poca sorna la verdad radica en la ficción... y pasa a encomendarse a uno de sus maestros (y amigo): Saul Bellow le dijo una vez a un biógrafo "qué puedo contarte que no esté ya en mis libros". Aunque no sean autobiográficas, mis novelas contienen una dramatización de mi vida. La diferencia es que he escrito esta memoire con mi lado consciente, mientras que cuando hago ficción se trata más de una labor subconsciente. Entre el regodeo freudiano, cabe incidir en que Experiencia no es una memoria al uso: Sin buscarlo me di cuenta de que ciertas técnicas y registros novelísticos iban surgiendo mientras escribía, de que a nivel técnico todo se unía de forma natural y de que, más que una decisión, fue una cuestión de instinto. Nunca podría haberme sentado a escribirlo de forma lineal, me hubiera aburrido en agosto de 1949. Cuando escribes sobre tu propia vida tienes la posibilidad de reordenarla como te convenga, pero también tienes que decir la verdad. Llegado este punto, el laberinto metaliterario cobra visos de razón pura: volver la vista atrás con ánimo crítico puede ser lo más adecuado para conseguir esa verdad.
Continuará...

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