"Una política exterior realista y progresista empezaría por entender la fuerza y los límites del poder estadounidense. Estados Unidos es la única superpotencia, pero preponderancia no es sinónimo de imperio o de hegemonía. Estados Unidos puede influir en otras partes del mundo, pero no controlarlas. El poder siempre depende del contexto, y el contexto de la política mundial actual es como una partida de ajedrez tridimensional. El tablero superior del poder militar es unipolar, pero en el tablero intermedio de las relaciones económicas el mundo es multipolar, y en el tablero inferior de las relaciones transnacionales -que comprenden cuestiones como el cambio climático, las drogas, la gripe aviar o el terrorismo- el poder está distribuido de forma caótica.
(...) Una política realista y progresista también haría incapié en la importancia de desarrollar una gran estrategia integrada que combine poder militar 'duro' con un atractivo poder 'blando' en un solo poder 'inteligente', del tipo que ganó la guerra fría. Estados Unidos debe utilizar el poder duro contra los terroristas, pero no puede esperar imponerse en esta batalla a menos que se gane el corazón y la mente de los moderados."
El realismo progresista, Joseph S. Nye (El País, 02/09/06).
(...) Una política realista y progresista también haría incapié en la importancia de desarrollar una gran estrategia integrada que combine poder militar 'duro' con un atractivo poder 'blando' en un solo poder 'inteligente', del tipo que ganó la guerra fría. Estados Unidos debe utilizar el poder duro contra los terroristas, pero no puede esperar imponerse en esta batalla a menos que se gane el corazón y la mente de los moderados."
El realismo progresista, Joseph S. Nye (El País, 02/09/06).
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