1) Cinco Diadas son muchas Diadas.
2) Si el bajón se debe al
cansancio, ese cansancio justificado está. No hay que ser
independentista para lamentar el modo en que los principales partidos
españoles han ignorado (cínicamente, pues a la vez le sacaban réditos
electorales) a un porcentaje muy importante de la sociedad catalana.
3) Si el bajón se debe al cansancio, benditos aquellos que a la
frustración responden quedándose en casa y echándose una siesta.
4) Y mis respetos también, desde luego, a quienes cinco Diadas después
han seguido desafiando el cansancio y la frustración desde el gesto
festivo y la actitud cívica.
5) Claro que no creo que sea solo cosa de cansancio. El independentismo tocó techo hará un par de años y la mejoría de la crisis no le ha ayudado (sí, una parte de la marea tuvo motivaciones económicas, es evidente, pero no toda, ni mucho menos).
6) Sigo sin tener respuesta al inmovilismo "español", a la pinza PP-PSOE, pero, una vez más, lamento que los representantes de las instituciones catalanas estén a su bajura: gobiernan para el 48% de los votantes y amenazan, pues, con convertir en rehenes de su huida hacia delante a más de la mitad del país.
7) Las simpatías que genera la gente cada 11 de septiembre siguen viéndose pisoteadas por unos políticos que se han pasado por el forro una norma fundamental de su oficio: jamás prometas aquello que no está en tu mano cumplir.
5) Claro que no creo que sea solo cosa de cansancio. El independentismo tocó techo hará un par de años y la mejoría de la crisis no le ha ayudado (sí, una parte de la marea tuvo motivaciones económicas, es evidente, pero no toda, ni mucho menos).
6) Sigo sin tener respuesta al inmovilismo "español", a la pinza PP-PSOE, pero, una vez más, lamento que los representantes de las instituciones catalanas estén a su bajura: gobiernan para el 48% de los votantes y amenazan, pues, con convertir en rehenes de su huida hacia delante a más de la mitad del país.
7) Las simpatías que genera la gente cada 11 de septiembre siguen viéndose pisoteadas por unos políticos que se han pasado por el forro una norma fundamental de su oficio: jamás prometas aquello que no está en tu mano cumplir.
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