Es una película sobrefotografiada, donde Storaro, por algún motivo que
se me escapa, se empeña en que los actores principales luzcan el color
de piel de Donald Trump.
✔ A la vez, jopé, qué bonito el diseño de producción y la iluminación de algunas secuencias.
— A ratos, Kristen Stewart no soporta bien los primeros planos estilo
Hollywood Golden Years (ah, ahí lo de Storaro...) con que le obsequia
Allen. A ratos logra defenderse.
Lo que no tiene defensa posible es la falta de química entre Stewart y
Jesse Eisenberg, entre Blake Lively y Jesse Eisenberg, entre cualquier
ser humano y Jesse Eisenberg.
Como tampoco triunfa Eisenberg en su versión del héroe tradicional
woodyallenniano, atolondrado e ingenuo pero agudo cual ángulo de 38
grados.
✔ Luego, cuando a su personaje se le añaden matices más perturbadores, el chaval comienza a dar la talla.
— Como en buena parte de su filmografía reciente, Allen parece escribir
en piloto automático. Aunque tiene dos o tres buenos chistes, hace
veinticinco años Café Society hubiera resultado mucho más divertida.
✔ A Sheryl Lee casi no se la ve, pero en general los secundarios están muy bien puestos y mejor contados.
Más allá de su ansia de homenaje a una época y una estética, resulta absolutamente intrascendente.
✔✔
Pero la sabiduría y la poesía y la melancolía de ese plano final, el
modo en que Eisenberg logra aguantarlo, redimen y justifican y puntúan
doble.
Total: 6/10
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