Que este 2006 sea, para todos vosotros, algo así como... |
sábado, diciembre 31, 2005
Deseo crepuscular (y publicidad encubierta)
viernes, diciembre 30, 2005
My Own Private (Musical) 2005
1) Franz Ferdinand, “You could have it so much better with…”
2) Death Cab for Cutie, “Plans”
3) Alkaline Trio, “Crimson”
4) Bright Eyes, “I’m wide awake, it’s morning”
5) Kanye West, “Late registration”
6) Ryan Adams, “Jacksonville city nights”
7) Hard-Fi, “Stars of CCTV”
8) Maxïmo Park, “A Certain Trigger”
9) Arcade Fire, “Funeral”
10) The Decemberists, “Picaresque”
11) Ryan Adams, “Cold roses”
12) Blueberry Hill, “Thank You”
13) Ben Lee, “Awake is the new sleep”
14) Kaiser Chiefs, “Employment”
15) Fountains of Wayne, “Out-of-state plates”
16) Bloc Party, “Silent alarm”
17) Love of Lesbian, “Maniobras de escapismo”
18) the Rosebuds, “birds make good neighbors”
19) Rammstein, “Rosenrot”
20) Clem Snide, “End of Love”
21) Brakes, “Give blood”
22) Editors, “The back room”
23) The Chalets, “Check In”
24) The Rakes, “Capture/Release”
25) Cowboy Junkies, “Early 21st century”
2) Death Cab for Cutie, “Plans”
3) Alkaline Trio, “Crimson”
4) Bright Eyes, “I’m wide awake, it’s morning”
5) Kanye West, “Late registration”
6) Ryan Adams, “Jacksonville city nights”
7) Hard-Fi, “Stars of CCTV”
8) Maxïmo Park, “A Certain Trigger”
9) Arcade Fire, “Funeral”
10) The Decemberists, “Picaresque”
11) Ryan Adams, “Cold roses”
12) Blueberry Hill, “Thank You”
13) Ben Lee, “Awake is the new sleep”
14) Kaiser Chiefs, “Employment”
15) Fountains of Wayne, “Out-of-state plates”
16) Bloc Party, “Silent alarm”
17) Love of Lesbian, “Maniobras de escapismo”
18) the Rosebuds, “birds make good neighbors”
19) Rammstein, “Rosenrot”
20) Clem Snide, “End of Love”
21) Brakes, “Give blood”
22) Editors, “The back room”
23) The Chalets, “Check In”
24) The Rakes, “Capture/Release”
25) Cowboy Junkies, “Early 21st century”
jueves, diciembre 29, 2005
My Own Private (Literary) 2005
1) Tan fuerte, tan cerca, de Jonathan Safran Foer (Lumen)
2) La conjura contra América, de Philip Roth (Mondadori)
3) Perro callejero, de Martin Amis (Anagrama)
4) Crónicas, de Bob Dylan (Global Rhythm)
5) Provocación, de Stanislaw Lem (Funambulista)
6) El Diccionario del Diablo, de Ambrose Bierce (Galaxia Gutenberg)
7) La velocidad de la luz, de Javier Cercas (Tusquets)
8) Los enanos, de Harold Pinter (Destino)
9) La posibilidad de una isla, de Michel Houellebecq (Alfaguara)
10) El Coloso de Nueva York, de Colson Whitehead (Mondadori)
11) El sueño de Borges, de Blanca Riestra (Algaida)
12) Personajes desesperados, de Paula Fox (El Aleph)
13) Grimpow, de Rafael Ábalos (Montena)
14) Yo y Kaminski, de Daniel Kehlmann (Acantilado)
15) Error humano, de Chuck Palahniuk (Mondadori)
2) La conjura contra América, de Philip Roth (Mondadori)
3) Perro callejero, de Martin Amis (Anagrama)
4) Crónicas, de Bob Dylan (Global Rhythm)
5) Provocación, de Stanislaw Lem (Funambulista)
6) El Diccionario del Diablo, de Ambrose Bierce (Galaxia Gutenberg)
7) La velocidad de la luz, de Javier Cercas (Tusquets)
8) Los enanos, de Harold Pinter (Destino)
9) La posibilidad de una isla, de Michel Houellebecq (Alfaguara)
10) El Coloso de Nueva York, de Colson Whitehead (Mondadori)
11) El sueño de Borges, de Blanca Riestra (Algaida)
12) Personajes desesperados, de Paula Fox (El Aleph)
13) Grimpow, de Rafael Ábalos (Montena)
14) Yo y Kaminski, de Daniel Kehlmann (Acantilado)
15) Error humano, de Chuck Palahniuk (Mondadori)
miércoles, diciembre 28, 2005
From the Vaults of GO (4)
“OLDBOY” (Corea, 2003) de Chan-wook Park
Interesante punto de partida, contraponer las dos principales disciplinas de la tradición oriental (paciencia versus sadismo) y ver cuál se lleva el gato al agua. Un hombre es encerrado en una habitación de hotel de dos estrellas: hay televisión vía satélite pero el servicio deja bastante que desear. Quince años después, su salida resulta incluso más inesperada que la entrada. El período de adaptación se revela tirando a traumático (en Corea desconocen el pulpo al ajillo), y al sujeto no le queda otra que investigar los motivos de su desgracia. ¿Venganza? El Conde de Montecristo no se las tuvo que ver con enemigos de ojos rasgados, oigan. Como rasgados le quedaron los ojos de tanto reír a Tarantino, presidente del jurado del último Cannes, Oldboy se llevó la Palma. Y como Sitges no iba a ser menos, Chan-wook Park sumó galardones en el Garraf. Motivos más que suficientes para generar expectativa y abonar la sinuosa trayectoria hacia el film de culto. ¿Hay para tanto? Lo despiadado del argumento, la profundidad de los personajes y lo climático de la resolución nos dicen que sí. El ritmo, la banda sonora y la modernidad visual nos dicen que también. Unos martillazos bien dados no bastan para alcanzar la redención. Benditos asiáticos, cada vez que se (nos) bañan en sangre...
Interesante punto de partida, contraponer las dos principales disciplinas de la tradición oriental (paciencia versus sadismo) y ver cuál se lleva el gato al agua. Un hombre es encerrado en una habitación de hotel de dos estrellas: hay televisión vía satélite pero el servicio deja bastante que desear. Quince años después, su salida resulta incluso más inesperada que la entrada. El período de adaptación se revela tirando a traumático (en Corea desconocen el pulpo al ajillo), y al sujeto no le queda otra que investigar los motivos de su desgracia. ¿Venganza? El Conde de Montecristo no se las tuvo que ver con enemigos de ojos rasgados, oigan. Como rasgados le quedaron los ojos de tanto reír a Tarantino, presidente del jurado del último Cannes, Oldboy se llevó la Palma. Y como Sitges no iba a ser menos, Chan-wook Park sumó galardones en el Garraf. Motivos más que suficientes para generar expectativa y abonar la sinuosa trayectoria hacia el film de culto. ¿Hay para tanto? Lo despiadado del argumento, la profundidad de los personajes y lo climático de la resolución nos dicen que sí. El ritmo, la banda sonora y la modernidad visual nos dicen que también. Unos martillazos bien dados no bastan para alcanzar la redención. Benditos asiáticos, cada vez que se (nos) bañan en sangre...
martes, diciembre 27, 2005
¡Más Pinter, es la guerra!
"El amor es fácil en la guardería." - Los enanos (Novela), de Harold Pinter.
(A lo que servidor añadiría que tampoco es cuestión de convertirlo en una ecuación de cinco incógnitas.)
(A lo que servidor añadiría que tampoco es cuestión de convertirlo en una ecuación de cinco incógnitas.)
viernes, diciembre 23, 2005
jueves, diciembre 22, 2005
Poema de Navidad - Un cuento
A Paul Auster
La Japonesa Más Alta del Mundo mide 2,27 metros.
A la Japonesa Más Alta del Mundo no le gusta la Navidad.
El padre de la Japonesa Más Alta del Mundo jamás pasó del 1’55.
La madre de la Japonesa Más Alta del Mundo medía 1,42.
En cierta ocasión, cuando la Japonesa Más Alta del Mundo contaba 13 años (y medía ya 2,21),
la madre de la Japonesa Más Alta del Mundo tuvo que
subirse sobre los hombros del padre de la Japonesa Más Alta del Mundo para
abofetear a la Japonesa Más Alta del Mundo por
una falta de respeto que la Japonesa Más Alta del Mundo había cometido.
Era Navidad.
Era Navidad.
Desde entonces, a la Japonesa Más Alta del Mundo no le gusta la Navidad.
Claro que, salvo el “desde entonces”, eso ya lo habíamos dicho.
Sea como fuere, esta Navidad la Japonesa Más Alta del Mundo recuerda
aquella otra Navidad en la que deseó escapar al
abofeteamiento materno siendo algunos centímetros más alta de lo que ya era.
La Japonesa Más Alta del Mundo ha calculado siempre que un 3,12 hubiera bastado:
Puesta a ser la Japonesa Más Alta del Mundo, mejor serlo bien.
Es Navidad.
Es Navidad.
A la Japonesa Más Alta del Mundo no le gusta la Navidad.
El padre de la Japonesa Más Alta del Mundo jamás pasó del 1’55.
La madre de la Japonesa Más Alta del Mundo medía 1,42.
En cierta ocasión, cuando la Japonesa Más Alta del Mundo contaba 13 años (y medía ya 2,21),
la madre de la Japonesa Más Alta del Mundo tuvo que
subirse sobre los hombros del padre de la Japonesa Más Alta del Mundo para
abofetear a la Japonesa Más Alta del Mundo por
una falta de respeto que la Japonesa Más Alta del Mundo había cometido.
Era Navidad.
Era Navidad.
Desde entonces, a la Japonesa Más Alta del Mundo no le gusta la Navidad.
Claro que, salvo el “desde entonces”, eso ya lo habíamos dicho.
Sea como fuere, esta Navidad la Japonesa Más Alta del Mundo recuerda
aquella otra Navidad en la que deseó escapar al
abofeteamiento materno siendo algunos centímetros más alta de lo que ya era.
La Japonesa Más Alta del Mundo ha calculado siempre que un 3,12 hubiera bastado:
Puesta a ser la Japonesa Más Alta del Mundo, mejor serlo bien.
Es Navidad.
Es Navidad.
Oh, how I burn...
Foto Fabián Taranto
Un año durante el cual ves dos veces a Franz Ferdinand en vivo no debe, no puede ser un mal año.
Famous Last (but one) Words (14)
Ayer tarde, durante la sobremesa de la tradicional comida de Navidad de la empresa, la Japonesa Más Alta del Mundo (que es compañera laboral de un servidor) pronunció un discurso intenso y conmovedor que no deja de rondarme la cabeza. Fueron sus palabras un alegato hacia todo cuanto representan estas fechas, motivos y sentimientos que quizá pasamos por alto con demasiada facilidad y que convendría tener siempre presentes. Por ello, sirva este humilde (y estractado) post para compartir con asiduos y neófitos del ladrido crepuscular tan acertado y entrañable comentario:
"Istumo osewani natteimasu. Korekaramo dozo yoroshiku onegaishimasu." - Mihoko Sugita.
"Istumo osewani natteimasu. Korekaramo dozo yoroshiku onegaishimasu." - Mihoko Sugita.
miércoles, diciembre 21, 2005
Rudyard Kipling's "If"
(Este 2005 no he logrado cumplirlo en demasía pero, a modo de código moral, su validez es vitalicia)
If you can keep your head when all about you
Are losing theirs and blaming it on you,If you can trust yourself when all men doubt you
But make allowance for their doubting too.
If you can wait and not be tired by waiting,
Or being lied about, don't deal in lies,
Or being hated, don't give way to hating,
And yet don't look too good, nor talk too wise.
If you can dream--and not make dreams your master,
If you can think--and not make thoughts your aim;
If you can meet with Triumph and Disaster
And treat those two impostors just the same;
If you can bear to hear the truth you've spoken
Twisted by knaves to make a trap for fools,
Or watch the things you gave your life to, broken,
And stoop and build 'em up with worn-out tools.
If you can make one heap of all your winnings
And risk it all on one turn of pitch-and-toss,
And lose, and start again at your beginnings
And never breath a word about your loss;
If you can force your heart and nerve and sinew
To serve your turn long after they are gone,
And so hold on when there is nothing in you
Except the Will which says to them: "Hold on!"
If you can talk with crowds and keep your virtue,
Or walk with kings--nor lose the common touch,
If neither foes nor loving friends can hurt you;
If all men count with you, but none too much,
If you can fill the unforgiving minute
With sixty seconds' worth of distance run,
Yours is the Earth and everything that's in it,
And--which is more--you'll be a Man, my son!
martes, diciembre 20, 2005
A mi moto no le gustan los lunes
Y a los hechos me remito:
Lunes 5 - Se despierta con la rueda delantera pinchada. 11 horas y 37 euros más tarde, vuelve a hallarse en perfecto estado operativo.
Lunes 5 - Se despierta con la rueda delantera pinchada. 11 horas y 37 euros más tarde, vuelve a hallarse en perfecto estado operativo.
Lunes 12 - Se despierta sin batería. 11 horas y 89 euros más tarde, vuelve a tirar.
Lunes 19 - Superada la prueba matutina, a eso de las 18:30 es embestida por detrás (y por otra moto) en el semáforo de Vía Augusta con Plaza Molina. Más allá del susto, los desperfectos no son de consideración.
Mientras decido si la rebautizo Garfield o Geldof, sabed que el lunes 26 permanecerá todo el día dentro de una caja fuerte. Y me quedo yo a su lado con un bate de béisbol entre las manos, por si acaso.
Mientras decido si la rebautizo Garfield o Geldof, sabed que el lunes 26 permanecerá todo el día dentro de una caja fuerte. Y me quedo yo a su lado con un bate de béisbol entre las manos, por si acaso.
lunes, diciembre 19, 2005
Marte y Venus en el cine 3
Tae-suk: ...
Sun-hwa: ...
Tae-suk: ...
Sun-hwa: ...
Tae-suk: ...
Sun-hwa: ...
Tae-suk: ...
Hierro 3 de Kim-Ki Duk.
Hierro 3 de Kim-Ki Duk.
sábado, diciembre 17, 2005
viernes, diciembre 16, 2005
¡Siempre al abordaje!
“Con su apellido trabalenguas y su prosa filibustera (al abordaje, siempre al abordaje), Milo Krmpotic es algo más que una promesa para las apaciguadas letras españolas: una certeza que aboga por la incertidumbre. Por lo inesperado, casi siempre en alianza con el goce indiscriminado de los placeres más carnales. Descarnadamente desconfiado, y, por lo tanto, dueño de un sabroso descontrol sobre los ingredientes de su lujurioso menú literario, M.K. enciende el fogón de la lascivia (microondas al paredón) y guisa (con aceite de ricino a veces, a veces con sal de lágrimas melancólicas) un peliculón exaltado sobre la gran épica fálica de Occidente. De penes y penas en ebullición, Sorbed mi sexo es un sorbete literario que tan pronto supura acidez como gotea una extravagante ternura de triunfadores que apestan a fracaso subterráneo. Novela seminal de frondosos follajes, que no separa el polvo de la paja y maneja los sabores con un tacto diríase rectal (por intruso e inmisericorde), Sorbed mi sexo es un plato fuerte para quienes tienen hambre de literatura original: la que no se alimenta de refritos, enlatados ni precocinados. Buen provecho.”
Tino Pertierra, La Nueva España (8/12/05).
Tino Pertierra, La Nueva España (8/12/05).
jueves, diciembre 15, 2005
From the Vaults of GO (3)
THE OFFICE - ¿La dignidad del trabajo?
A los ingleses se les da bien el té. A veces el fútbol. Los pasteles de relleno infame. El pop, definitivamente. Y la comedia televisiva. Pero, pese a su amplio historial en este último terreno, ninguna de sus series había conquistado Estados Unidos como The Office. Ricky Gervais, su co-director y protagonista, es el equivalente catódico de los Beatles. Más o menos.
”No soy de por aquí. Vengo de un pequeño lugar llamado Inglaterra. Solíamos dominar el mundo antes que vosotros”. Así abordó Ricky Gervais su discurso de agradecimiento tras recibir el Globo de Oro 2004 al mejor actor en una serie de televisión musical o de comedia (algo inédito en producciones procedentes de la pérfida Albión). En cuanto al modo de concluirlo... Convengamos en que no lo hizo, pues resultó necesaria una orden de desalojo para que abandonara el escenario. Ése es Gervais, un sujeto de humor afiladísimo, verborrea compulsiva y risa enervante que encontró el papel de su vida al ponerse en la piel de David Brent, el mánager de la sección de ventas de una empresa papelera de la británica e insulsa localidad de Slough. Porque Brent tiene mucho de Gervais (lo mismo que el Bob Harris de Lost in Translation está construido a imagen y semejanza de Bill Murray –por cierto, también premiado en la gala de los Globos de este año). Y, tras repasar los documentales de rodaje que acompañan la edición en DVD de las dos temporadas de The Office (doce capítulos a los que cabe sumar los dos episodios especiales estrenados en el Reino Unido estas últimas Navidades), uno alcanza la sospecha de que Gervais sólo puede y debe ser administrado de ese modo: actuando y en dosis inferiores a la media hora. En caso de exposición prolongada o, Dios no lo quiera, respuestas adictivas no dude en acudir al psicoterapeuta más cercano.
Un supuesto documental de la BBC sobre las personas humanas que día a día se ganan el pan en una oficina tan excitante como la ropa interior de Ana Palacio... Tal es el punto de partida de la serie. Así, las entrevistas individuales sobre los puntos candentes de la convivencia laboral se ven puntuadas por secuencias rodadas cámara en mano, retratos al estilo Dogma que atestiguan las ingenuidades y vilezas en que solemos caer cuando creemos que no hay espectadores que den cuenta de nuestros actos. Más allá de Brent y sus diversas vocaciones frustradas (músico, agitador social, cómico, motivador, jefe comprensivo), conocemos a Tim (Martin Freeman), responsable de ventas casi treintañero y aún residente en el domicilio paterno que está secretamente enamorado de Dawn (Lucy Davis), la rubia recepcionista que tiene un novio cachas en el almacén y a la que también pretende Gareth (Mackenzie Crook), el pelota de turno, sujeto de pocas luces y aún menor entidad física que alberga ideas de bombero sobre un amplio abanico de temas comprometidos: las diferencias raciales, el sexo anal, las películas de Bruce Lee, las fantasías sobre hermanas lesbianas (e incestuosas, se deduce), la importancia de una formación militar...
El humor es en ocasiones delirante, a menudo sonrojante, las más de las veces grotescamente humano. Y en todo ello hay que reconocerle un cincuenta por ciento de méritos a Stephen Merchant, segunda parte dirigente del proyecto y padre del mismo, pues concibió The Office a modo de vídeo casero para un curso de producción de la BBC (los encargados de la cadena le sugirieron entonces que desarrollara las ocurrencias de aquel piloto amateur). Los dos metros largos de altura de Merchant habían coincidido con Gervais en el mundo radiofónico, al que este último llegó tras un periplo digno del personaje que le ha dado la fama: a principios de los ochenta fue miembro de un grupo pop que llevaba por nombre Seona Dancing (sus dos hits se auparon a los puestos 117 y 70 de los charts); a continuación trabajó ocho años como oficinista, ejerció de representante de Suede y, por último, presentó el show Meet Ricky Gervais con resultados no especialmente felices. Doce episodios y dos especiales más tarde, The Office se ha convertido en uno de los clásicos de la pequeña pantalla británica, un producto capaz de cruzar el charco y salpicar los morros catódicos de América. Recientemente, Gervais realizó una aparición estelar en Alias. Y, a punto de embarcarse en una gira de shows hablados por las islas, supervisa el remake estadounidense de su criatura. Preguntado por qué no ha querido protagonizarlo, la perilla más imitada del cinturón industrial londinense contestó: “Nunca me ha importado el dinero. Y no me gusta la fama. Es lo peor de mi carácter: no quiero que me reconozcan cuando voy a comprar pantalones”.
A los ingleses se les da bien el té. A veces el fútbol. Los pasteles de relleno infame. El pop, definitivamente. Y la comedia televisiva. Pero, pese a su amplio historial en este último terreno, ninguna de sus series había conquistado Estados Unidos como The Office. Ricky Gervais, su co-director y protagonista, es el equivalente catódico de los Beatles. Más o menos.
”No soy de por aquí. Vengo de un pequeño lugar llamado Inglaterra. Solíamos dominar el mundo antes que vosotros”. Así abordó Ricky Gervais su discurso de agradecimiento tras recibir el Globo de Oro 2004 al mejor actor en una serie de televisión musical o de comedia (algo inédito en producciones procedentes de la pérfida Albión). En cuanto al modo de concluirlo... Convengamos en que no lo hizo, pues resultó necesaria una orden de desalojo para que abandonara el escenario. Ése es Gervais, un sujeto de humor afiladísimo, verborrea compulsiva y risa enervante que encontró el papel de su vida al ponerse en la piel de David Brent, el mánager de la sección de ventas de una empresa papelera de la británica e insulsa localidad de Slough. Porque Brent tiene mucho de Gervais (lo mismo que el Bob Harris de Lost in Translation está construido a imagen y semejanza de Bill Murray –por cierto, también premiado en la gala de los Globos de este año). Y, tras repasar los documentales de rodaje que acompañan la edición en DVD de las dos temporadas de The Office (doce capítulos a los que cabe sumar los dos episodios especiales estrenados en el Reino Unido estas últimas Navidades), uno alcanza la sospecha de que Gervais sólo puede y debe ser administrado de ese modo: actuando y en dosis inferiores a la media hora. En caso de exposición prolongada o, Dios no lo quiera, respuestas adictivas no dude en acudir al psicoterapeuta más cercano.
Un supuesto documental de la BBC sobre las personas humanas que día a día se ganan el pan en una oficina tan excitante como la ropa interior de Ana Palacio... Tal es el punto de partida de la serie. Así, las entrevistas individuales sobre los puntos candentes de la convivencia laboral se ven puntuadas por secuencias rodadas cámara en mano, retratos al estilo Dogma que atestiguan las ingenuidades y vilezas en que solemos caer cuando creemos que no hay espectadores que den cuenta de nuestros actos. Más allá de Brent y sus diversas vocaciones frustradas (músico, agitador social, cómico, motivador, jefe comprensivo), conocemos a Tim (Martin Freeman), responsable de ventas casi treintañero y aún residente en el domicilio paterno que está secretamente enamorado de Dawn (Lucy Davis), la rubia recepcionista que tiene un novio cachas en el almacén y a la que también pretende Gareth (Mackenzie Crook), el pelota de turno, sujeto de pocas luces y aún menor entidad física que alberga ideas de bombero sobre un amplio abanico de temas comprometidos: las diferencias raciales, el sexo anal, las películas de Bruce Lee, las fantasías sobre hermanas lesbianas (e incestuosas, se deduce), la importancia de una formación militar...
El humor es en ocasiones delirante, a menudo sonrojante, las más de las veces grotescamente humano. Y en todo ello hay que reconocerle un cincuenta por ciento de méritos a Stephen Merchant, segunda parte dirigente del proyecto y padre del mismo, pues concibió The Office a modo de vídeo casero para un curso de producción de la BBC (los encargados de la cadena le sugirieron entonces que desarrollara las ocurrencias de aquel piloto amateur). Los dos metros largos de altura de Merchant habían coincidido con Gervais en el mundo radiofónico, al que este último llegó tras un periplo digno del personaje que le ha dado la fama: a principios de los ochenta fue miembro de un grupo pop que llevaba por nombre Seona Dancing (sus dos hits se auparon a los puestos 117 y 70 de los charts); a continuación trabajó ocho años como oficinista, ejerció de representante de Suede y, por último, presentó el show Meet Ricky Gervais con resultados no especialmente felices. Doce episodios y dos especiales más tarde, The Office se ha convertido en uno de los clásicos de la pequeña pantalla británica, un producto capaz de cruzar el charco y salpicar los morros catódicos de América. Recientemente, Gervais realizó una aparición estelar en Alias. Y, a punto de embarcarse en una gira de shows hablados por las islas, supervisa el remake estadounidense de su criatura. Preguntado por qué no ha querido protagonizarlo, la perilla más imitada del cinturón industrial londinense contestó: “Nunca me ha importado el dinero. Y no me gusta la fama. Es lo peor de mi carácter: no quiero que me reconozcan cuando voy a comprar pantalones”.
miércoles, diciembre 14, 2005
"Dead men are heavier than broken hearts"
Mi amigo J.C. solía trabajar en un hospital. De entre las varias anécdotas que aquel empleo generó, dos han quedado grabadas a fuego en mi cabeza. La una tiene forma de cuchilla de bisturí, la que me regaló ciertas Navidades "por si algún día la necesitas". La otra involucra un ascensor y un paquete de tamaño XS con destino a la morgue (y la respuesta es: sí, lo llevaba en brazos; sí, se le ocurrió desenvolverlo; sí, se trataba de un cadáver). Todo lo cual me viene sugerido por la frase que encabeza este post, frase que he tomado prestada del (otro) país de los canguros (el que no es Australia). Philip Marlowe lidiaba con tipos duros, matones mafiosos y estibadores sindicalistas, su percepción es lógica pero en exceso dependiente de un contexto muy concreto. Por lo general, en cambio, nada pesa más que un corazón roto. Que en verdad vendría a ser un alma rota. ¿21 gramos? Ojalá...
martes, diciembre 13, 2005
Cosas del postcrossing 3
Suvi, una estudiante finlandesa de 20 años, firma la segunda postal que recibo. Estas cuatro vistas son, según me cuenta, todo cuanto se debe conocer de su pueblo, Kokkola. Por cierto que Finlandia también fue el destino de mi segundo envío; la receptora, Pipsa, de 26 años, pedía que evitáramos los estereotipos turísticos. Pero no pude resistir la tentación de mandarle el tejado de la Casa Batlló...
lunes, diciembre 12, 2005
Intimismo urbano, opio ciudadano, asco político
Pocas actividades más proclives a fomentar la melancolía de este ladrador crepuscular que ver los edificios de la ciudad pasando al otro lado de la ventanilla de un autobús. No suelo incurrir en ella, pero el segundo percance motorizado en el plazo de una semana me ha obligado a acudir al trabajo a bordo de un número 9 articulado, como suelen ser los números 9. Y, asistiendo a la gris sucesión de portales y comercios entre la Plaza de Catalunya y la Plaza de Cerdà, no he podido dejar de reflexionar (melancólicamente, claro) sobre esa necesidad tan de ciudadano de a pie que es el creer en algo. Lo de “la-religión-es-el-opio-del-pueblo” en versión de lunes por la mañana, vamos.
Algunos, como un servidor mismamente, suelen atravesar la crisis de rigor nada más abrir los párpados al mundo (y al sonar de la alarma de la cadena). Pero no todo quisque alcanza tan velozmente ese estado de dolorosa lucidez. Por lo general, la ducha y el café con leche son los peajes obligados de quien desemboca en la consciencia. Y tal proceso suele culminar precisamente a bordo de algún medio de transporte urbano, con el periódico (más bien gratuito que de pago) abierto sobre la falda y los edificios del corazón de la ciudad (o los túneles de sus intestinos) desfilando al otro lado de la ventanilla.
Sucede así que el ciudadano o ciudadana medios se enfrentan a la información de la jornada en el momento mismo en que más necesitados se hallan de dar con un sentido a su existencia. Las barreras de su credulidad se hallan bajas, el criterio no es el mismo que dos horas más tarde, cuando se hayan metido ya un buen bocadillo vegetal entre pecho y espalda. Están, en definitiva, dispuestos a creer lo que sea. LO QUE SEA.
Y el PP lo sabe. Y se aprovecha de ello. Y sigue disparando titulares como el que firmaba Mariano Rajoy hace dos o tres mañanas: “El presidente del Gobierno rompió el pacto antiterrorista, rompió el acuerdo que tenía con el PP y aún no se lo ha explicado a los españoles. Y desde entonces, ETA gana y recibe regalos de Rodríguez Zapatero” (El País, 9/11/2005). Porque ellos no harían electoralismo con casi cuatro décadas de muertos y amputados, ¿verdad? Un partido como el suyo, con diez millones de votos sobre los hombros…
Iba yo esta mañana a bordo del 9 articulado y necesitaba creer, quería creer desesperadamente que este festival de la mentira malintencionada, del cinismo y de la indecencia se debe antes a dos docenas de ideólogos perturbados que a diez millones de personas como uno, condenadas diariamente, transporte urbano mediante, a la melancolía. Pero es posible que también yo estuviera auto-engañándome...
Algunos, como un servidor mismamente, suelen atravesar la crisis de rigor nada más abrir los párpados al mundo (y al sonar de la alarma de la cadena). Pero no todo quisque alcanza tan velozmente ese estado de dolorosa lucidez. Por lo general, la ducha y el café con leche son los peajes obligados de quien desemboca en la consciencia. Y tal proceso suele culminar precisamente a bordo de algún medio de transporte urbano, con el periódico (más bien gratuito que de pago) abierto sobre la falda y los edificios del corazón de la ciudad (o los túneles de sus intestinos) desfilando al otro lado de la ventanilla.
Sucede así que el ciudadano o ciudadana medios se enfrentan a la información de la jornada en el momento mismo en que más necesitados se hallan de dar con un sentido a su existencia. Las barreras de su credulidad se hallan bajas, el criterio no es el mismo que dos horas más tarde, cuando se hayan metido ya un buen bocadillo vegetal entre pecho y espalda. Están, en definitiva, dispuestos a creer lo que sea. LO QUE SEA.
Y el PP lo sabe. Y se aprovecha de ello. Y sigue disparando titulares como el que firmaba Mariano Rajoy hace dos o tres mañanas: “El presidente del Gobierno rompió el pacto antiterrorista, rompió el acuerdo que tenía con el PP y aún no se lo ha explicado a los españoles. Y desde entonces, ETA gana y recibe regalos de Rodríguez Zapatero” (El País, 9/11/2005). Porque ellos no harían electoralismo con casi cuatro décadas de muertos y amputados, ¿verdad? Un partido como el suyo, con diez millones de votos sobre los hombros…
Iba yo esta mañana a bordo del 9 articulado y necesitaba creer, quería creer desesperadamente que este festival de la mentira malintencionada, del cinismo y de la indecencia se debe antes a dos docenas de ideólogos perturbados que a diez millones de personas como uno, condenadas diariamente, transporte urbano mediante, a la melancolía. Pero es posible que también yo estuviera auto-engañándome...
Nobel al agnosticismo
“-¿Cómo te va con Cristo?
-¿Con Cristo? No, no, no. Él es lo que es y yo soy lo que no soy. No veo cómo podemos relacionarnos el uno con el otro.”
De Los enanos, de Harold Pinter.
-¿Con Cristo? No, no, no. Él es lo que es y yo soy lo que no soy. No veo cómo podemos relacionarnos el uno con el otro.”
De Los enanos, de Harold Pinter.
sábado, diciembre 10, 2005
From the Vaults of GO (2)
"Tan fuerte, tan cerca" de Jonathan Safran Foer (Lumen)
Pocas literaturas tan marcadas por la aparición de chicos prodigiosos como la americana; circunstancia nada extraña, por otra parte, en un país que rinde tal culto a la precocidad y el ingenio. Amadrinado por Joyce Carol Oates, a quien tuvo como profesora de Literatura Creativa o alguna asignatura por el estilo, Jonathan Safran Foer (Washington, 1977) debutó hará cuatro años con Todo está iluminado, una novelita tan entretenida e hilarante que despertó el recelo de no pocos, quien esto firma incluido. ¿Había de veras algo tras aquel súbito estallido de ingenio? Lo cierto es que la respuesta del muchacho ha resultado demoledora. Escasas y bastante tradicionales (y, en ocasiones, de nuevo sospechosas) son las herramientas que han puesto en pie esta emotiva maravilla que nos ocupa: el primer gran trauma del siglo XXI occidental a modo de contexto, un protagonista infantil (heredero directo del Oskar de Günter Grass, aunque ya no afecto al tambor de hojalata sino a la pandereta), la diversificación de puntos de vista para esconder detalles de la trama y proceder después a una revelación efectista… Nada del otro jueves. Y, sin embargo, Safran Foer se las arregla para erigir un novelón bienintencionado y amargo a partes iguales, capaz de extraer de la literatura la única respuesta posible ante la pérdida vital, ya una muerte en atentado ya el “mero” abandono amoroso. Imprescindible por sencillamente portentosa, por portentosamente sencilla, Tan fuerte, tan cerca es un pedazo de vida (neoyorquina) que se atreve a mirar al corazón mismo de nuestra (global) humanidad. Un prodigio en toda regla.
Pocas literaturas tan marcadas por la aparición de chicos prodigiosos como la americana; circunstancia nada extraña, por otra parte, en un país que rinde tal culto a la precocidad y el ingenio. Amadrinado por Joyce Carol Oates, a quien tuvo como profesora de Literatura Creativa o alguna asignatura por el estilo, Jonathan Safran Foer (Washington, 1977) debutó hará cuatro años con Todo está iluminado, una novelita tan entretenida e hilarante que despertó el recelo de no pocos, quien esto firma incluido. ¿Había de veras algo tras aquel súbito estallido de ingenio? Lo cierto es que la respuesta del muchacho ha resultado demoledora. Escasas y bastante tradicionales (y, en ocasiones, de nuevo sospechosas) son las herramientas que han puesto en pie esta emotiva maravilla que nos ocupa: el primer gran trauma del siglo XXI occidental a modo de contexto, un protagonista infantil (heredero directo del Oskar de Günter Grass, aunque ya no afecto al tambor de hojalata sino a la pandereta), la diversificación de puntos de vista para esconder detalles de la trama y proceder después a una revelación efectista… Nada del otro jueves. Y, sin embargo, Safran Foer se las arregla para erigir un novelón bienintencionado y amargo a partes iguales, capaz de extraer de la literatura la única respuesta posible ante la pérdida vital, ya una muerte en atentado ya el “mero” abandono amoroso. Imprescindible por sencillamente portentosa, por portentosamente sencilla, Tan fuerte, tan cerca es un pedazo de vida (neoyorquina) que se atreve a mirar al corazón mismo de nuestra (global) humanidad. Un prodigio en toda regla.
jueves, diciembre 08, 2005
25 años
“Tengo la casi seguridad de no ser el responsable de sus lágrimas cuando entro en casa y la encuentro sentada en el sofá, los ojos perdidos en un vacío de, por partes: cortinas a lado y lado, cristal de medio centímetro de espesor, metro y medio de terraza interior, barandilla de hierro, edificios y luz beige de mañana invernal condensando todos los planos en uno solo. Con un gesto sugiere que me siente junto a ella para abrazarme de lado y descansar la cabeza sobre mi pecho. Esto hace variar el cauce de sus lágrimas, que pasan a describir una S mejilla abajo camino de manchar mi camisa o que pasan a colgar de su nariz antes de golpear sordas contra la entrepierna de mi pantalón. Entonces reparo en la imagen ligeramente familiar de la portada del periódico que se extiende sobre la mesa: un Lennon de papel plano sobre la madera igual que su cuerpo de carne, algunas horas antes, exánime sobre una acera de Manhattan.
Las mismas cortinas a lado y lado, el mismo sol.”
Este texto, tomado de las páginas 123-124 de Sorbed mi sexo, responde a una situación real de mi infancia debidamente modelada por el paso del tiempo y, claro está, travestida de cara a su puesta de largo literaria. En cualquier caso, sucedió que mis ingenuos seis años se adentraron en el salón para enfrentarse a alguna forma de tristeza procedente de mi madre. Más la televisión que ningún periódico informaban de que, aquel 8 de diciembre de 1980, nuestro Beatle de cabecera había sido abatido a balazos en Nueva York (y recuerdo haber pensado: si era inglés, qué demonios pintaba dejándose matar en Estados Unidos…).
Las mismas cortinas a lado y lado, el mismo sol.”
Este texto, tomado de las páginas 123-124 de Sorbed mi sexo, responde a una situación real de mi infancia debidamente modelada por el paso del tiempo y, claro está, travestida de cara a su puesta de largo literaria. En cualquier caso, sucedió que mis ingenuos seis años se adentraron en el salón para enfrentarse a alguna forma de tristeza procedente de mi madre. Más la televisión que ningún periódico informaban de que, aquel 8 de diciembre de 1980, nuestro Beatle de cabecera había sido abatido a balazos en Nueva York (y recuerdo haber pensado: si era inglés, qué demonios pintaba dejándose matar en Estados Unidos…).
miércoles, diciembre 07, 2005
Fútbol (no) es fútbol
Porque ignoraba estar soñando, al ver que el extremo alemán se dejaba la pelota ligeramente atrás, he intentado lanzarla a fuera de banda estirando la pierna. Y he despertado con el sorprendente, sonoro y doloroso golpear de mi pie derecho contra la pared que acompaña el lado norte de la cama. El fútbol es un estado mental. Y, mis noches, un constante quiero y no puedo.
martes, diciembre 06, 2005
Famous Last (but one) Words (13)
"Cuando sopla el viento de la locura, hay que esperar que amaine" - Dominique Wiel, sacerdote y uno de los trece procesados por pederastia en el caso Outreau que han sido absueltos tras pasar tres años en la cárcel.
lunes, diciembre 05, 2005
From the Vaults of GO
"Error humano" de Chuck Palahniuk (Mondadori)
Palahniuk cual reportero dicharachero, apóstol de la excentricidad. Allí donde haya rareza se planta él raudo, en la diestra una libretita roja y un lápiz de punta afilada tras la oreja. Miradlo tomando notas sobre felaciones varias y sodomías diversas en el Festival del Testículo de Rock Creek Lodge. Observad cómo entrevista a los estropeados participantes del Preolímpico de lucha libre de la Región Norte en Waterloo, Iowa. Seguid sus pasos cuando se disfraza de perro dálmata y se lanza a las calles de Portland para recibir las patadas de sus vecinos. “Lo peor de escribir ficción es el miedo a echar a perder tu vida sentado delante de un teclado. La idea de que al morir te darás cuenta de que solo viviste sobre el papel”. Palahniuk, como buen vitalista, extrae fuerzas del miedo. Y se encierra tres meses en un submarino. Y entrevista a un tipo que construye castillos medievales piedra a piedra, con sus propias manos. Y monta una sesión ouija en una mansión encantada. Hasta aquí, la primera mitad de Error humano: artículos sobre gente extravagante redactados con mayor o menor gracia por el escritor más singular del país de las barras y estrellas. Sigue una galería de retratos: la actriz/cantante/iluminada Juliette Lewis, el activista gay Andrew Sullivan, la escritora Amy Hempel (atención a su relato La cosecha: es Palahniuk antes de Palahniuk), el anticristo Marilyn Manson, el hombre-cohete Brian Walker... Irregular. Restan apenas cuarenta páginas y falta el broche marca de la casa. No nos cuesta respirar. No hemos querido mirar hacia otro lado sin poder perder de vista el libro. No nos hemos sentido ametrallados por su prosa de repetición, no hemos oído las palabras cayendo al suelo como casquillos... Comienza entonces el apartado “Personal”. Y, desde la frase inicial, hallamos cuanto buscábamos: “En mi primer día como acompañante, a mi primera ‘cita’ le falta una pierna”. Son siete piezas de corte autobiográfico que hacen que todo este trayecto haya valido la pena. Porque, admitámoslo, si Chabon es la emoción y Lethem el cerebro, Palahniuk pone las vísceras. Nadie como él para darnos un buen puñetazo en el hígado y dejarnos por los suelos, felices de estar escupiendo sangre por la boca. Felices de estar vivos. Cuanto hace se presta a la caricatura, pero no le ha salido un solo imitador decente. Y en Haunted, su inminente colección de relatos, la cosa se pone incluso mejor. O peor. Correcto este Error humano. Pero atentos al acierto inhumano que está al caer.
Crimen y castigo
Por cada vez que visiono Love Actually, debería escribir seis capítulos de maldeamores. Pero, en realidad, por cada capítulo de maldeamores que escribo, debería visionar seis veces Love Actually.
sábado, diciembre 03, 2005
Marte y Venus en el cine 2
Jazz: Well, that weekend was a mistake.
Ford Fairlane: Hey, look. I'm sorry I made you clean the toilets and the bathtubs, I mean, who did all the work in bed?
The Adventures of Ford Fairlaine, de Renny Harlin.
The Adventures of Ford Fairlaine, de Renny Harlin.
Famous Last (but one) Words (12)
En mi primera noche como usuario de Digital Plus, horas marcadas ciertamente por un goloso e ilusionado zapeo, asisto patidifuso a este diálogo del Tonight Show de Jay Leno:
Leno: Who was our enemy during the Cold War?
Concursante: Antarctica?
viernes, diciembre 02, 2005
Dark, Miserable Times Lay Ahead...
¿Cuántos adolescentes torturados pueblan la obra de Shakespeare? Pocos que se definan como tales, pero qué son si no el joven Príncipe Hal, Romeo y Julieta o el mismísimo Hamlet… El Bardo tutelaba las conversaciones sobre la identidad que en Azkaban mantenían Harry Potter y su mentor Lupin. Y aquella promesa ha hallado debido cumplimiento en los fotogramas de Goblet of Fire, recreación de la soledad, los miedos y las ansiedades propias de la adolescencia tan digna y reivindicable como Los cuatrocientos golpes. Peor dirigida que su predecesora pero (curiosamente) más redonda, Goblet of Fire es mágica y emocionante, angustiante y dolorosa. Sólo cabe desear que la edición en DVD añada la hora larga de metraje de que el film ha debido deshacerse para facilitar su distribución comercial.
jueves, diciembre 01, 2005
Famous Last (but one) Words (11)
Conversación escuchada ayer en esta descocada redacción:
Él: (mientras es objeto de un masaje de cervicales) Qué bien lo haces, condenada...
Ella: Menos mal que no me has llamado cordera.
Él: A las corderas en Londres se las comen.
Ella: Pues me iré a Londres...
miércoles, noviembre 30, 2005
Marte y Venus en el cine 1
Dante Hicks: You said you only had sex with three different guys; you never mentioned him!
Veronica Loughran: Because I never HAD sex with him.
Dante Hicks: You sucked his dick!
Veronica Loughran: We went out a few times. We never had sex but we fooled around.
Dante Hicks: Oh my God, WHY did you tell me you only had sex with three different guys?
Veronica Loughran: Because I DID only have sex with three different guys; that doesn't mean I didn't just go with people.
Dante Hicks: Oh my God, I feel so nauseous!
Veronica Loughran: I'm sorry, Dante, I thought you understood!
Dante Hicks: I did understand! I understood that you had sex with three different guys and that's all you said!
Veronica Loughran: Please calm down.
Dante Hicks: How many?
Veronica Loughran: Dante...
Dante Hicks: How many dicks have you sucked?
Veronica Loughran: Let it go!
Dante Hicks: How many?
Veronica Loughran: All right, shut up a second and I'll tell you! Jesus! I didn't freak out like this when you told me how many girls you fucked!
Dante Hicks: This is different, this is important. How many?
[long pause as customer buys something]
Dante Hicks: Well?
Veronica Loughran: Something like... 36.
Dante Hicks: What? Something like 36?
Veronica Loughran: Lower your voice.
Dante Hicks: Wait a minute, what is that anyway, something like 36? Does that INCLUDE me?
Veronica Loughran: Ummm... 37.
Dante Hicks: I'm 37?
Clerks (1994), de Kevin Smith.
Veronica Loughran: Because I never HAD sex with him.
Dante Hicks: You sucked his dick!
Veronica Loughran: We went out a few times. We never had sex but we fooled around.
Dante Hicks: Oh my God, WHY did you tell me you only had sex with three different guys?
Veronica Loughran: Because I DID only have sex with three different guys; that doesn't mean I didn't just go with people.
Dante Hicks: Oh my God, I feel so nauseous!
Veronica Loughran: I'm sorry, Dante, I thought you understood!
Dante Hicks: I did understand! I understood that you had sex with three different guys and that's all you said!
Veronica Loughran: Please calm down.
Dante Hicks: How many?
Veronica Loughran: Dante...
Dante Hicks: How many dicks have you sucked?
Veronica Loughran: Let it go!
Dante Hicks: How many?
Veronica Loughran: All right, shut up a second and I'll tell you! Jesus! I didn't freak out like this when you told me how many girls you fucked!
Dante Hicks: This is different, this is important. How many?
[long pause as customer buys something]
Dante Hicks: Well?
Veronica Loughran: Something like... 36.
Dante Hicks: What? Something like 36?
Veronica Loughran: Lower your voice.
Dante Hicks: Wait a minute, what is that anyway, something like 36? Does that INCLUDE me?
Veronica Loughran: Ummm... 37.
Dante Hicks: I'm 37?
Clerks (1994), de Kevin Smith.
Y ésta fue mi noche de anoche...
"Ad hoc, ad loc, and quid pro quo! So little time! So much to know!" - Nowhere Man (Jeremy, Hillary, Boob...)
martes, noviembre 29, 2005
Estos son mis Beatles...
25) The Long and Winding Road (Let It Be)
24) It Won’t Be Long (With the Beatles)
23) Mother Nature’s Son (White Album)
22) Help! (Help!)
21) Can’t Buy Me Love (A Hard Day’s Night)
20) You’re Gonna Lose That Girl (Help!)
19) Oh! Darling (Abbey Road)
18) When I’m Sixty-Four (Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band)
17) Penny Lane (Magical Mystery Tour)
16) Michelle (Rubber Soul)
15) Something (Abbey Road)
14) You’ve Got to Hide Your Love Away (Help!)
24) It Won’t Be Long (With the Beatles)
23) Mother Nature’s Son (White Album)
22) Help! (Help!)
21) Can’t Buy Me Love (A Hard Day’s Night)
20) You’re Gonna Lose That Girl (Help!)
19) Oh! Darling (Abbey Road)
18) When I’m Sixty-Four (Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band)
17) Penny Lane (Magical Mystery Tour)
16) Michelle (Rubber Soul)
15) Something (Abbey Road)
14) You’ve Got to Hide Your Love Away (Help!)
13) The Fool on the Hill (Magical Mystery Tour)
12) I Saw Her Standing There (Please Please Me)
11) Eleanor Rigby (Revolver)
10) Nowhere Man (Rubber Soul)
9) And I Love Her (A Hard Day’s Night)
8) Good Day Sunshine (Revolver)
7) Come Together (Abbey Road)
6) Sexy Sadie (White Album)
5) A Hard Day’s Night (A Hard Day’s Night)
4) Yesterday (Help!)
3) Helter Skelter (White Album)
2) For No One (Revolver)
1) Norwegian Wood (Rubber Soul)
12) I Saw Her Standing There (Please Please Me)
11) Eleanor Rigby (Revolver)
10) Nowhere Man (Rubber Soul)
9) And I Love Her (A Hard Day’s Night)
8) Good Day Sunshine (Revolver)
7) Come Together (Abbey Road)
6) Sexy Sadie (White Album)
5) A Hard Day’s Night (A Hard Day’s Night)
4) Yesterday (Help!)
3) Helter Skelter (White Album)
2) For No One (Revolver)
1) Norwegian Wood (Rubber Soul)
Cosas del postcrossing 2
La primera postal que recibo. La manda Fernando desde Estremoz, Portugal, a 50 kms. de la frontera. Tan a tiro de piedra que la edificación junto al castillo recibe el nombre de Pousada da Rainha Santa Isabel. Y eso, que obrigado!
lunes, noviembre 28, 2005
El Marías que hay en mí
Aún a riesgo de ponerme en plan Javier Marías (es decir, estupendo), debo destacar el horror lingüístico doble (uno ligero y otro algo más turbador) a que me abocó la portada del suplemento en castellano de The New York Times que acompañaba a El País del pasado jueves 24. Que la máquina traductora ignore que “wise guy” es una forma coloquial de referirse a los miembros de la Mafia (y que por tanto tradujera como “Un tipo listo y ocupado…” el encabezamiento que en su origen posiblemente rezara “Busy wise guy…”) tiene su pase. Pero algo menos presentable se me antoja el titular “La muerte renta”, oración completamente “legal” en la forma pero peliaguda en su fondo, pues nada (salvo la siempre sospechosa traducción literal, aquí de “Death rents” o “Death to rent”) justifica que se prescinda de un uso más común y convencional: “Se alquila muerte”, “Muerte en alquiler” o, incluso, “La muerte rinde”.
sábado, noviembre 26, 2005
Sobre los vericuetos del amor
“The last time that I trusted a dame was in Paris in 1940. She said she was going out to get a bottle of wine. Two hours later, the Germans marched into France.” – Sam Diamond (Peter Falk) en Un cadáver a los postres.
viernes, noviembre 25, 2005
Famous Last (but one) Words (9-10)
Oído durante la tarde de ayer en los siete metros cuadrados de esta redacción:
"Siempre me han gustado las guarras de buena familia."
"Japón es como el Baix Empordà."
"Siempre me han gustado las guarras de buena familia."
"Japón es como el Baix Empordà."
Irán gay
Aunque existe la posibilidad de que el régimen iraní se haya conducido con ayatolaica discreción, intuyo que algo huele a podrido en el hecho de que nos hayamos enterado a horca pasada de la ejecución de dos hombres en la ciudad de Gogan, chavales de 24 y 25 años penados por el muy islámico delito de homosexualidad (pág. 28 de la edición de ayer de El País). Sea como fuere, tampoco logro imaginarme a la comunidad internacional elevando su voz contra tan brutal aplicación de la sharia, que una cosa son las adúlteras nigerianas y otra muy distinta los sodomitas persas.
jueves, noviembre 24, 2005
Cosas del postcrossing 1
Doce días ha tardado en cruzar el Atlántico mi primera empresa postcrossera, una postal de la Casa Batlló que ha sido recibida por un oficial de policía del pueblo de Prosperity (también conocido como Frog Level durante el siglo XIX), en el estado de Carolina del Sur. Seguiremos informando.
El azar es una tautología
"Yo es que tengo muy mala suerte para eso de la suerte." - Bernardo en Camera Café.
Dedicado a Alejandro Gil.
Dedicado a Alejandro Gil.
miércoles, noviembre 23, 2005
El exorcista en el estrado
Hay otros mundos. Pero están en este. Pero ignoro si de forma tangencial o plena, integrada. Sobre lo que no es no se puede hablar, pero la cerradura Wittgenstein nos aboca a un drama aunque tradicional no menos espinoso: ¿qué ES de puertas hacia fuera, qué tan solo en el interior de nuestra conciencia? Es decir, ¿podemos fiarnos de esos sentidos que constituyen el único camino hacia la percepción de la “realidad” circundante? ¿No se suelen ver repetida, lastimosamente afectados por el carácter intruso, por lo general deformante y expansivo, de las emociones?
Disculpa, lector crepuscular, este arranque de filosofía de bolsillo. En realidad, viene única y exclusivamente a cuento de El exorcismo de Emily Rose, film de realización correcta que, no obstante, encuentro lastrado desde su misma (errónea, tontorrona) concepción. Parte la película de un episodio real (la muerte de una muchacha tras un largo y penoso castigo físico con el que se pretendió expulsar de su ser a los entes que la habían poseído) y centra su progresión dramática en el juicio que enfrenta a los doctores del cuerpo con los del espíritu. Los primeros sostienen que la joven era epiléptico-psicópata, que falleció a consecuencia de un tratamiento negligente culminado, tras automutilaciones varias, por una fulminante desnutrición. Mientras, los segundos (encarnados en la figura de un tal Padre Moore, a quien presta su rostro Tom Wilkinson) acusan al Maligno del fatal desenlace; y, claro está, tienen las de perder. Porque, en lo que al Derecho respecta, el hecho físico general saca varios cuerpos al intangible religioso, anímico y particular.
Sigue Scott Derrickson, guionista y realizador, el esquema habitual (y bastante gastado, todo sea dicho) del cine judicial: sabemos de la muerte de Emily Rose desde la secuencia primera, de modo que la polémica a solucionar (medicina versus Iglesia) quedará desvelada con el veredicto último del jurado. La narración de los hechos recae en testigos presenciales, emocionalmente relativos a la fallecida, que bien podrían ser víctimas de una intoxicación colectiva, lo cual da luz verde al tratamiento sobrenatural de los constantes flashbacks: visitas de madrugada envueltas en olor a azufre, rostros diabólicos que brotan del vaho de los cristales, paredes sangrantes… Pero, no satisfecho con tan dramáticos elementos, Derrickson comete su primer gran fallo: traslada lo inexplicable al ámbito hasta entonces “objetivo” del proceso legal, muestra a la abogada defensora (Laura Linney) acosada por sucesos escasamente ambiguos, toma partido por la explicación luciferina (Testigo de cargo se va transformando en La profecía)… para, acto seguido, volver sobre sus pasos con una resolución que pretende nadar, guardar la ropa y tomar el sol a una.
Curiosamente, y aquí retomo los postulados que encabezaban este texto, El exorcismo de Emily Rose no se preocupa por esconder dos circunstancias capaces de dinamitar el entramado extraordinario tan tramposamente erigido. Se trata de sendas justificaciones para la caída en la psicosis de la protagonista: por un lado, el que los síntomas de la posesión aparezcan tras una alteración traumática de su entorno vital (Emily deja la solitaria granja familiar para ingresar en una universidad urbana); y, por otro, que sea ella misma la encargada de informarnos, a través de una carta que el guión se saca alevosamente del sombrero, del carácter místico-mariano y mártir de su posesión (complejos para nada extraños en un ambiente ultrarreligioso como el suyo).
Emily manifestando su humilde opinión sobre la labor del guionista.
Disculpa, lector crepuscular, este arranque de filosofía de bolsillo. En realidad, viene única y exclusivamente a cuento de El exorcismo de Emily Rose, film de realización correcta que, no obstante, encuentro lastrado desde su misma (errónea, tontorrona) concepción. Parte la película de un episodio real (la muerte de una muchacha tras un largo y penoso castigo físico con el que se pretendió expulsar de su ser a los entes que la habían poseído) y centra su progresión dramática en el juicio que enfrenta a los doctores del cuerpo con los del espíritu. Los primeros sostienen que la joven era epiléptico-psicópata, que falleció a consecuencia de un tratamiento negligente culminado, tras automutilaciones varias, por una fulminante desnutrición. Mientras, los segundos (encarnados en la figura de un tal Padre Moore, a quien presta su rostro Tom Wilkinson) acusan al Maligno del fatal desenlace; y, claro está, tienen las de perder. Porque, en lo que al Derecho respecta, el hecho físico general saca varios cuerpos al intangible religioso, anímico y particular.
Sigue Scott Derrickson, guionista y realizador, el esquema habitual (y bastante gastado, todo sea dicho) del cine judicial: sabemos de la muerte de Emily Rose desde la secuencia primera, de modo que la polémica a solucionar (medicina versus Iglesia) quedará desvelada con el veredicto último del jurado. La narración de los hechos recae en testigos presenciales, emocionalmente relativos a la fallecida, que bien podrían ser víctimas de una intoxicación colectiva, lo cual da luz verde al tratamiento sobrenatural de los constantes flashbacks: visitas de madrugada envueltas en olor a azufre, rostros diabólicos que brotan del vaho de los cristales, paredes sangrantes… Pero, no satisfecho con tan dramáticos elementos, Derrickson comete su primer gran fallo: traslada lo inexplicable al ámbito hasta entonces “objetivo” del proceso legal, muestra a la abogada defensora (Laura Linney) acosada por sucesos escasamente ambiguos, toma partido por la explicación luciferina (Testigo de cargo se va transformando en La profecía)… para, acto seguido, volver sobre sus pasos con una resolución que pretende nadar, guardar la ropa y tomar el sol a una.
Curiosamente, y aquí retomo los postulados que encabezaban este texto, El exorcismo de Emily Rose no se preocupa por esconder dos circunstancias capaces de dinamitar el entramado extraordinario tan tramposamente erigido. Se trata de sendas justificaciones para la caída en la psicosis de la protagonista: por un lado, el que los síntomas de la posesión aparezcan tras una alteración traumática de su entorno vital (Emily deja la solitaria granja familiar para ingresar en una universidad urbana); y, por otro, que sea ella misma la encargada de informarnos, a través de una carta que el guión se saca alevosamente del sombrero, del carácter místico-mariano y mártir de su posesión (complejos para nada extraños en un ambiente ultrarreligioso como el suyo).
Sobre la hiperestesia
"Supongo que los revolucionarios son aquellos capaces de asumir la brutalidad del mundo y responderle con mayor brutalidad todavía. (...) Era delgada, iba vestida de cuero blanco, tenía la tez casi de color humo, era muy sexual; enseguida me di cuenta de que me consideraba una especie de niñito lisiado y muy enfermo. Tenía razón: soy un niñito lisiado, muy enfermo, que no puede vivir. No puedo asumir la brutalidad del mundo; sencillamente, no lo consigo."
De La posibilidad de una isla, de Michel Houellebecq.
De La posibilidad de una isla, de Michel Houellebecq.
lunes, noviembre 21, 2005
Been there, done that: estampas viajeras
La víspera. Maxïmo Park en Razz 2 y una voz en mi oído que corea “What happens when you lose everything? / You just start again / You start all over again!”. Correcto. Cuando lo pierdes todo, o te pegas un tiro o tiras hacia adelante. Pero, ¿y si extravías algo menos? ¿La mitad, por ejemplo? Esa tierra de nadie en la que te crees haciendo pie y, dos segundos más tarde, estás tragando agua como un condenado pese a tener la orilla siempre a la vista. Ah, that’s the tricky part, my friend…
Que camino de la estación de trenes de Bristol te encuentres un pub llamado The Reckless Engineer no resulta especialmente tranquilizador. Claro que, viniendo de España, un país donde las autopistas se desploman antes incluso de ser inauguradas, supimos dar al encuentro el tono anecdótico que merecía.
¿Músico frustrado o melómano con vocación ferroviaria? El revisor del tren entre Bristol y Caerdydd agujereaba los billetes con los pies en el suelo mientras la voz con que los requería se elevaba una octava tras otra hacia las más harmónicas alturas. Sólo el cansancio del viaje nos impidió saltar del asiento para hacerle los coros de un vagón al otro.
Conocedores de la afición de los británicos por formar clubs, poco y nada nos extrañó encontrar un grupo de siete u ocho ancianos que, enfundados todos ellos en americanas de color burdeos, devoraban cucuruchos de patatas fritas en las cercanías del Cardiff Arena un sábado por la noche. Lo curioso fue dar de nuevo con ellos (y veinte amiguetes más con idéntico uniforme) en el interior del estadio, como invitados de honor de Funeral For a Friend en la canción History. El público, básicamente infantil, los aplaudió a rabiar.
Castillo de Caerdydd y Bute Park.
XL. Tal era la talla de los kebabs de cordero y pollo que cenamos en nuestras primeras dos noches galesas. Alexis fue incapaz de acabarse ninguno de los dos: no digo más.
Quizá no sea el mejor Bed & Breakfast de Caerdydd. Pero Austins sí distará bastante de ser el peor. Y, además, cuenta con un emplazamiento privilegiado: junto al río Taff, frente al Millennium Stadium, a ciento cincuenta metros de la entrada al Bute Park. Aunque su dirección no induce a engaño (11 Coldstream Terrace), Londres se nos mostró diez veces más gélida.
¿Juegan los galeses en el Estadio del Milenio? Algunos sí, y otros no. Entre los primeros, la selección nacional de rugby, deporte rey del lugar. Entre los segundos, el Cardiff de la First Division de fútbol, que hace de las suyas en el Arms Park, recinto casi invisible por reducido y ubicado modesta, discretamente al pie del imponente Millennium.
Un centro de convenciones, una iglesia noruega, un barrio de diseño… Lo mejor de la Cardiff Bay, no obstante, la explanada junto a la Asamblea que lucía el literario nombre de Roald Dahl Plass.
A la hora de viajar, nada tan importante como una buena compenetración. Alexis, que trajo consigo el cargador del móvil, se dio cuenta en el aeropuerto de Bristol de que no recordaba su pin. Servidor, que sí conocía la contraseña de su aparato, había olvidado el cargador en casa. Pero la incomunicación telefónica no resultó especialmente traumática.
Era uno de los objetivos del viaje, y Truffles lo satisfizo a la perfección: un Sunday Roast tradicional y de primera, con sus zanahorias y su col y sus guisantitos dando vueltas por el plato.
El viernes, Michael Owen consiguió el único ensayo de la selección galesa de rugby frente a Fiji (11-10). El sábado, Michael Owen marcó en dos minutos los dos goles que dieron la victoria a la selección inglesa de fútbol frente a Argentina (3-2). El domingo, Michael Owen aparecía como stuntman en los títulos de crédito de Kiss Kiss Bang Bang. Tal y como aseveró mi hermano: “El Madrid ha vendido al bueno”.
Cardiff Bay.
Otro encuentro callejero en Caerdydd: tres Springboks, jugadores de la selección de rugby sudafricana, concentrada en el Hilton de cara al amistoso de la semana siguiente. ¿He dicho ya que en Gales el rugby es religión?
Kiss Kiss Bang Bang. Es El ultimo boy scout de esta década: no digo más.
A los británicos les encanta asociarse. A las británicas, también. La segunda noche, mientras adquiríamos el segundo kebab, una manada de seis muchachitas de trece o catorce años irrumpió en el local para acosar al dependiente e intentar que les cambiara un billete de diez libras tan roto como posiblemente falso. Encantadoras ellas, con sus ojitos azules, sus cabelleras rubias, sus caritas de muñeca, sus labios en insulto constante… Éramos tres hombres hechos y derechos, pero a fe que cuando se marcharon elevamos las miradas al techo del local y dimos gracias a Dios (y a Alá) por seguir intactos.
Dos errores impropios de este viejo ladrador crepuscular. El uno, no haber anotado la dirección de nuestro alojamiento galés, lo que nos llevó a deambular un buen rato por los alrededores del río con las maletas en ristre. El otro, en fin, cruzar una calle de doble sentido mirando hacia la derecha. Solo la mano de mi hermano impidió que me arrollara un autobús que circulaba con británica corrección.
Pocos metros más allá, varios ramos de flores y una camiseta de rugby daban fe del lugar en que un muchacho local había sido atropellado precisamente por un autobús dos noches antes.
Una salchicha inglesa, un tomate pelado, una loncha de beicon y un huevo frito, todo ello regado con tazas y más tazas de té. Tal era el menú que servía la dueña de Austins a la hora del desayuno. La buena mujer, cuyo nombre jamás llegamos a averiguar, vestía siempre igual (pantalón de chándal negro, sudadera de chándal gris), había nacido en Alemania y había vivido gran parte de su vida en las afueras de Newcastle. Al principio nos tomó por franceses, de modo que debió de ser pura coincidencia que su hermana partiera hacia Barcelona al día siguiente de nuestra llegada.
En Penarth, sobre la costa atlántica, más allá de la bahía, no hay acantilados. Hay UN acantilado. Su muelle y su playa en marea baja, eso sí, hicieron nuestras delicias (e intuimos que las de todos los almejeros que por allí deambulaban).
A tres kilómetros largos del centro de Caerdydd se encuentra la Llandaff Cathedral. Se puede llegar a ella a través del Bute Park y los Sophia Gardens, siguiendo tres kilómetros el curso del Taff. Es un hermoso paseo de bosque inglés que de repente se torna campiña y, cuando vuelves a mirar, ha pasado a gótico neo-tolkieniano (con ese nombre…).
Playa de Penarth.
Tenía buenas referencias sobre su desempeño en directo, pero aún así Franz Ferdinand me noquearon. No es que sean los primeros de la clase: cuanto hicieron en el Cardyff Arena fue propio de un graduado cum laude. Con Alex Kapranos en plan Springsteen escocés y ese sentido del espectáculo, no habrá estadio (y conste que digo estadio, no sala o pabellón) que se les resista.
Nueve euros por cabeza. Tal es el precio del trayecto Caerdydd-London en un autocar de la National Express cuando compras los billetes con cibernética antelación. Ante nosotros, un conductor que lucía orgulloso su gorra de los New York Yankees. En mis oídos, sucesivamente, el Plans de Death Cab for Cutie, el Late Registration de Kanye West, el Rosenrot de Rammstein, el Jacksonville City Lights de Ryan Adams…
Westlife iban a ser los encargados de encender las luces de Navidad de Oxford Street desde un balcón de Debenham’s, y no desaprovechamos la oportunidad de formar parte del fenómeno fan en su país de origen. Grititos histéricos, dos canciones juraría que en playback (la distancia y los tacos de las fuerzas del orden me impiden asegurarlo), una paloma blanca liberada en el clímax de la balada de turno y una lluvia de confeti a modo de colofón. Me sigo quedando con A Hard Day’s Night, claro.
Spire House, a tiro de piedra de Bayswater, es una mini-catedral gótica transformada en edificio de apartamentos. Sita en el medio de una plaza con vistas a Hyde Park, no puedo dejar de rodearla en cada una de mis visitas a Londres.
Me pidió la hora, pero antes de que pudiera decírsela (había guardado el Swatch en el bolsillo izquierdo del pantalón, a veces me aprieta la muñeca en demasía) ya estaba susurrándome: “Are you lookin’ for business?”. Tardé un par de segundos en reaccionar. ¿Drogas? Bastante tengo con las adicciones que tengo. ¿Sexo? No, no con ella al menos. Dijo “Ok” y desapareció tal y como había llegado, con la lata de cerveza en la siniestra y el cigarrillo en la diestra, estropeadilla y con la celeridad de quienes se mueven al filo de algo.
London Skyline desde Tower Bridge.
Allanfa argyfwng, que diría un galés. En la segunda mañana londinense fui a sentarme a cierto banco del lado sur del parque. Allí, sobre su madera, escribí literalmente el que será el penúltimo capítulo de Maldeamores. Quizá me falten quince, veinte o cincuenta episodios para llegar hasta allí. Pero el final, uno de tantos, está dictado.
El homeless que habita en el paso subterráneo al sur de Park Lane se hallaba enfrascado en la lectura de Protection, de Keith Ablow. Me lo confesó a cambio de una libra.
Dos constataciones de que la edad no perdona. La primera, el dolor: de tobillos a rodillas, ciático, en las cervicales… Soy un vejestorio precoz y me arrastro como tal kilómetro tras kilómetro. La segunda, un sentido de la belleza cada vez más sentimental. Recorro las salas de la National Gallery y me descubro al borde de las lágrimas ante Leonardo, Botticelli, Friedrich, Van Gogh, Velázquez, Lorrain, Turner, Canaletto… Obras que conozco de memoria, por cierto.
Para contrarrestar, la frialdad cúbica de Rachel Whiteread en la Modern Tate.
Green Dragon Court, una callejuela que bordea la Southwark Cathedral, y un Smoothie de fresa y plátano que desnuda la verdad de mi existencia: “We’ve been trying to get in touch with our inner child for a while”.
Caminar junto a Alexis las calles de una ciudad, extraña o no, es un lujo. Su ritmo endiablado te conduce a la mejor forma física. Y, mientras jadeas, te vas enterando de que en ese punto se inició el gran incendio de 1666, de que el Thames se ve tan sucio por culpa de su doble corriente (hacia el mar el agua dulce de la superficie, tierra adentro el agua salada que remueve la tierra del fondo), de que la terraza del nuevo Ayuntamiento se encuentra hoy día cerrada al público, de que el puente de Norman Forster tuvo que ser clausurado a los pocos días de su inauguración porque temblaba en exceso… Vale, esto último ya lo sabía. Pero todo lo demás merece un “Thanks, bro!” del tamaño de Saint Paul’s.
Millennium Bridge y la cúpula de mi agradecimiento fraterno.
Si visitas Brick Lane has de comer hindú. Si comes hindú, has de probar un plato picante. Mi cordero Mussalan satisfizo ambas obligaciones.
Marko es el hermano de Danilo, compañero serbo-montenegrino de Alexis cuando trabajaba en el Eat and Two Veg de Marylebone High Street. Marko padece esquizofrenia, quizá a causa de la caída desde lo alto de un muro que sufrió cuando contaba dos años. Marko luce un corte de pelo paramilitar, es alto y delgado, dedos de pianista; no trabaja, fuma sin cesar y sólo interrumpe su silencio para preguntarte con voz de Vito Corleone qué tal dormiste anoche o cuánto pesa tu maleta. Cada quince minutos o así, Marko esboza una sonrisa que no por ambigua deja de resultar hermosa.
Al grito de “Go go go!” y “You’re so full of shit!” fueron despedidos Test Icicles, teloneros junto a Mike Park de AK3. Juicio justo el del respetable: aunque interesante en principio, su propuesta (Hendrix + Beastie Boys + Today Is the Day + los payasos de la tele) no desembocó en nada, bueno o no. La tontería por la tontería y unas ansias de epatar ciertamente satisfechas.
La dudosa acústica de la Brixton Academy y las (aún más precarias) cuerdas vocales de Dan Andriano (bajista inmenso donde los haya) gastaron un par de malas pasadas a Alkaline Trio. Pero también hubo muy buenos momentos. Entre ellos, que dedicaran a tipos como yo su Deathbed: “They found me face down in the street / On the night you left to find another place to sleep / In rain and regret / They said they tried everything but it was no use / Yeah they tried everything and everyone but YOU”.
AK3 en la Brixton Academy.
La holandesa Monike, otra ex compañera laboral de Alexis, abandonará en breve Londres para mudarse junto a su novio a Nueva Zelanda. Tras cinco años en Inglaterra, dice que “this is not happening”. Un THIS terriblemente habitual entre quienes se van a probar suerte a las islas, servidor incluido (llamadme preclaro: allá por 1996 tardé apenas un mes y pico en darme cuenta de que hace falta sumar un par de esqueletos en el armario para vivir el Reino Unido a largo plazo).
A los británicos les encanta asociarse. Un inminente novio hindú y sus ocho o nueve colegas protagonizaron el vuelo de regreso a Barcelona. Cantaron, aplaudieron, rieron estruendosamente, visitaron una y otra vez los servicios, tentaron la paciencia de las azafatas con el dichoso botón de llamada… Eran fans del West Ham y consecuentemente se comportaron como auténticos “hammers” para con la moral del resto del pasaje.
Ar gau: no digo más.
Que camino de la estación de trenes de Bristol te encuentres un pub llamado The Reckless Engineer no resulta especialmente tranquilizador. Claro que, viniendo de España, un país donde las autopistas se desploman antes incluso de ser inauguradas, supimos dar al encuentro el tono anecdótico que merecía.
¿Músico frustrado o melómano con vocación ferroviaria? El revisor del tren entre Bristol y Caerdydd agujereaba los billetes con los pies en el suelo mientras la voz con que los requería se elevaba una octava tras otra hacia las más harmónicas alturas. Sólo el cansancio del viaje nos impidió saltar del asiento para hacerle los coros de un vagón al otro.
Conocedores de la afición de los británicos por formar clubs, poco y nada nos extrañó encontrar un grupo de siete u ocho ancianos que, enfundados todos ellos en americanas de color burdeos, devoraban cucuruchos de patatas fritas en las cercanías del Cardiff Arena un sábado por la noche. Lo curioso fue dar de nuevo con ellos (y veinte amiguetes más con idéntico uniforme) en el interior del estadio, como invitados de honor de Funeral For a Friend en la canción History. El público, básicamente infantil, los aplaudió a rabiar.
XL. Tal era la talla de los kebabs de cordero y pollo que cenamos en nuestras primeras dos noches galesas. Alexis fue incapaz de acabarse ninguno de los dos: no digo más.
Quizá no sea el mejor Bed & Breakfast de Caerdydd. Pero Austins sí distará bastante de ser el peor. Y, además, cuenta con un emplazamiento privilegiado: junto al río Taff, frente al Millennium Stadium, a ciento cincuenta metros de la entrada al Bute Park. Aunque su dirección no induce a engaño (11 Coldstream Terrace), Londres se nos mostró diez veces más gélida.
¿Juegan los galeses en el Estadio del Milenio? Algunos sí, y otros no. Entre los primeros, la selección nacional de rugby, deporte rey del lugar. Entre los segundos, el Cardiff de la First Division de fútbol, que hace de las suyas en el Arms Park, recinto casi invisible por reducido y ubicado modesta, discretamente al pie del imponente Millennium.
Un centro de convenciones, una iglesia noruega, un barrio de diseño… Lo mejor de la Cardiff Bay, no obstante, la explanada junto a la Asamblea que lucía el literario nombre de Roald Dahl Plass.
A la hora de viajar, nada tan importante como una buena compenetración. Alexis, que trajo consigo el cargador del móvil, se dio cuenta en el aeropuerto de Bristol de que no recordaba su pin. Servidor, que sí conocía la contraseña de su aparato, había olvidado el cargador en casa. Pero la incomunicación telefónica no resultó especialmente traumática.
Era uno de los objetivos del viaje, y Truffles lo satisfizo a la perfección: un Sunday Roast tradicional y de primera, con sus zanahorias y su col y sus guisantitos dando vueltas por el plato.
El viernes, Michael Owen consiguió el único ensayo de la selección galesa de rugby frente a Fiji (11-10). El sábado, Michael Owen marcó en dos minutos los dos goles que dieron la victoria a la selección inglesa de fútbol frente a Argentina (3-2). El domingo, Michael Owen aparecía como stuntman en los títulos de crédito de Kiss Kiss Bang Bang. Tal y como aseveró mi hermano: “El Madrid ha vendido al bueno”.
Otro encuentro callejero en Caerdydd: tres Springboks, jugadores de la selección de rugby sudafricana, concentrada en el Hilton de cara al amistoso de la semana siguiente. ¿He dicho ya que en Gales el rugby es religión?
Kiss Kiss Bang Bang. Es El ultimo boy scout de esta década: no digo más.
A los británicos les encanta asociarse. A las británicas, también. La segunda noche, mientras adquiríamos el segundo kebab, una manada de seis muchachitas de trece o catorce años irrumpió en el local para acosar al dependiente e intentar que les cambiara un billete de diez libras tan roto como posiblemente falso. Encantadoras ellas, con sus ojitos azules, sus cabelleras rubias, sus caritas de muñeca, sus labios en insulto constante… Éramos tres hombres hechos y derechos, pero a fe que cuando se marcharon elevamos las miradas al techo del local y dimos gracias a Dios (y a Alá) por seguir intactos.
Dos errores impropios de este viejo ladrador crepuscular. El uno, no haber anotado la dirección de nuestro alojamiento galés, lo que nos llevó a deambular un buen rato por los alrededores del río con las maletas en ristre. El otro, en fin, cruzar una calle de doble sentido mirando hacia la derecha. Solo la mano de mi hermano impidió que me arrollara un autobús que circulaba con británica corrección.
Pocos metros más allá, varios ramos de flores y una camiseta de rugby daban fe del lugar en que un muchacho local había sido atropellado precisamente por un autobús dos noches antes.
Una salchicha inglesa, un tomate pelado, una loncha de beicon y un huevo frito, todo ello regado con tazas y más tazas de té. Tal era el menú que servía la dueña de Austins a la hora del desayuno. La buena mujer, cuyo nombre jamás llegamos a averiguar, vestía siempre igual (pantalón de chándal negro, sudadera de chándal gris), había nacido en Alemania y había vivido gran parte de su vida en las afueras de Newcastle. Al principio nos tomó por franceses, de modo que debió de ser pura coincidencia que su hermana partiera hacia Barcelona al día siguiente de nuestra llegada.
En Penarth, sobre la costa atlántica, más allá de la bahía, no hay acantilados. Hay UN acantilado. Su muelle y su playa en marea baja, eso sí, hicieron nuestras delicias (e intuimos que las de todos los almejeros que por allí deambulaban).
A tres kilómetros largos del centro de Caerdydd se encuentra la Llandaff Cathedral. Se puede llegar a ella a través del Bute Park y los Sophia Gardens, siguiendo tres kilómetros el curso del Taff. Es un hermoso paseo de bosque inglés que de repente se torna campiña y, cuando vuelves a mirar, ha pasado a gótico neo-tolkieniano (con ese nombre…).
Tenía buenas referencias sobre su desempeño en directo, pero aún así Franz Ferdinand me noquearon. No es que sean los primeros de la clase: cuanto hicieron en el Cardyff Arena fue propio de un graduado cum laude. Con Alex Kapranos en plan Springsteen escocés y ese sentido del espectáculo, no habrá estadio (y conste que digo estadio, no sala o pabellón) que se les resista.
Nueve euros por cabeza. Tal es el precio del trayecto Caerdydd-London en un autocar de la National Express cuando compras los billetes con cibernética antelación. Ante nosotros, un conductor que lucía orgulloso su gorra de los New York Yankees. En mis oídos, sucesivamente, el Plans de Death Cab for Cutie, el Late Registration de Kanye West, el Rosenrot de Rammstein, el Jacksonville City Lights de Ryan Adams…
Westlife iban a ser los encargados de encender las luces de Navidad de Oxford Street desde un balcón de Debenham’s, y no desaprovechamos la oportunidad de formar parte del fenómeno fan en su país de origen. Grititos histéricos, dos canciones juraría que en playback (la distancia y los tacos de las fuerzas del orden me impiden asegurarlo), una paloma blanca liberada en el clímax de la balada de turno y una lluvia de confeti a modo de colofón. Me sigo quedando con A Hard Day’s Night, claro.
Spire House, a tiro de piedra de Bayswater, es una mini-catedral gótica transformada en edificio de apartamentos. Sita en el medio de una plaza con vistas a Hyde Park, no puedo dejar de rodearla en cada una de mis visitas a Londres.
Me pidió la hora, pero antes de que pudiera decírsela (había guardado el Swatch en el bolsillo izquierdo del pantalón, a veces me aprieta la muñeca en demasía) ya estaba susurrándome: “Are you lookin’ for business?”. Tardé un par de segundos en reaccionar. ¿Drogas? Bastante tengo con las adicciones que tengo. ¿Sexo? No, no con ella al menos. Dijo “Ok” y desapareció tal y como había llegado, con la lata de cerveza en la siniestra y el cigarrillo en la diestra, estropeadilla y con la celeridad de quienes se mueven al filo de algo.
Allanfa argyfwng, que diría un galés. En la segunda mañana londinense fui a sentarme a cierto banco del lado sur del parque. Allí, sobre su madera, escribí literalmente el que será el penúltimo capítulo de Maldeamores. Quizá me falten quince, veinte o cincuenta episodios para llegar hasta allí. Pero el final, uno de tantos, está dictado.
El homeless que habita en el paso subterráneo al sur de Park Lane se hallaba enfrascado en la lectura de Protection, de Keith Ablow. Me lo confesó a cambio de una libra.
Dos constataciones de que la edad no perdona. La primera, el dolor: de tobillos a rodillas, ciático, en las cervicales… Soy un vejestorio precoz y me arrastro como tal kilómetro tras kilómetro. La segunda, un sentido de la belleza cada vez más sentimental. Recorro las salas de la National Gallery y me descubro al borde de las lágrimas ante Leonardo, Botticelli, Friedrich, Van Gogh, Velázquez, Lorrain, Turner, Canaletto… Obras que conozco de memoria, por cierto.
Para contrarrestar, la frialdad cúbica de Rachel Whiteread en la Modern Tate.
Green Dragon Court, una callejuela que bordea la Southwark Cathedral, y un Smoothie de fresa y plátano que desnuda la verdad de mi existencia: “We’ve been trying to get in touch with our inner child for a while”.
Caminar junto a Alexis las calles de una ciudad, extraña o no, es un lujo. Su ritmo endiablado te conduce a la mejor forma física. Y, mientras jadeas, te vas enterando de que en ese punto se inició el gran incendio de 1666, de que el Thames se ve tan sucio por culpa de su doble corriente (hacia el mar el agua dulce de la superficie, tierra adentro el agua salada que remueve la tierra del fondo), de que la terraza del nuevo Ayuntamiento se encuentra hoy día cerrada al público, de que el puente de Norman Forster tuvo que ser clausurado a los pocos días de su inauguración porque temblaba en exceso… Vale, esto último ya lo sabía. Pero todo lo demás merece un “Thanks, bro!” del tamaño de Saint Paul’s.
Si visitas Brick Lane has de comer hindú. Si comes hindú, has de probar un plato picante. Mi cordero Mussalan satisfizo ambas obligaciones.
Marko es el hermano de Danilo, compañero serbo-montenegrino de Alexis cuando trabajaba en el Eat and Two Veg de Marylebone High Street. Marko padece esquizofrenia, quizá a causa de la caída desde lo alto de un muro que sufrió cuando contaba dos años. Marko luce un corte de pelo paramilitar, es alto y delgado, dedos de pianista; no trabaja, fuma sin cesar y sólo interrumpe su silencio para preguntarte con voz de Vito Corleone qué tal dormiste anoche o cuánto pesa tu maleta. Cada quince minutos o así, Marko esboza una sonrisa que no por ambigua deja de resultar hermosa.
Al grito de “Go go go!” y “You’re so full of shit!” fueron despedidos Test Icicles, teloneros junto a Mike Park de AK3. Juicio justo el del respetable: aunque interesante en principio, su propuesta (Hendrix + Beastie Boys + Today Is the Day + los payasos de la tele) no desembocó en nada, bueno o no. La tontería por la tontería y unas ansias de epatar ciertamente satisfechas.
La dudosa acústica de la Brixton Academy y las (aún más precarias) cuerdas vocales de Dan Andriano (bajista inmenso donde los haya) gastaron un par de malas pasadas a Alkaline Trio. Pero también hubo muy buenos momentos. Entre ellos, que dedicaran a tipos como yo su Deathbed: “They found me face down in the street / On the night you left to find another place to sleep / In rain and regret / They said they tried everything but it was no use / Yeah they tried everything and everyone but YOU”.
La holandesa Monike, otra ex compañera laboral de Alexis, abandonará en breve Londres para mudarse junto a su novio a Nueva Zelanda. Tras cinco años en Inglaterra, dice que “this is not happening”. Un THIS terriblemente habitual entre quienes se van a probar suerte a las islas, servidor incluido (llamadme preclaro: allá por 1996 tardé apenas un mes y pico en darme cuenta de que hace falta sumar un par de esqueletos en el armario para vivir el Reino Unido a largo plazo).
A los británicos les encanta asociarse. Un inminente novio hindú y sus ocho o nueve colegas protagonizaron el vuelo de regreso a Barcelona. Cantaron, aplaudieron, rieron estruendosamente, visitaron una y otra vez los servicios, tentaron la paciencia de las azafatas con el dichoso botón de llamada… Eran fans del West Ham y consecuentemente se comportaron como auténticos “hammers” para con la moral del resto del pasaje.
Ar gau: no digo más.
viernes, noviembre 11, 2005
Cerrado por vacaciones
“I went into Wales because I wished to live deliberately, to front only the essential facts of life, and see if I could not learn what it had to teach, and not, when I came to die, discover that I had not lived.”
Henry David Thoreau, con una ligera revisión obra de mjk.
Ladridos crepusculares regresará el próximo lunes 21 de noviembre.
Robbie lo sabía
Era 9, 10, 11 de enero y Robbie Williams cantaba esto desde un Knebworth que cabía enterito en la pantalla de mi televisor:
So unimpressed but so in awe
Such a saint but such a whore
So self aware so full of shit
So indecisive so adamant
I’m contemplating thinking about thinking
It’s so frustrating just get another drink in
Watch me come undone
They’re selling razor blades and mirrors in the street
Pray that when I’m coming down you’ll be asleep
If I ever hurt you your revenge will be so sweet
Because I’m scum
And I’m your son
Watch me come undone…
¿No ha sido todo maravillosamente predecible?
Such a saint but such a whore
So self aware so full of shit
So indecisive so adamant
I’m contemplating thinking about thinking
It’s so frustrating just get another drink in
Watch me come undone
They’re selling razor blades and mirrors in the street
Pray that when I’m coming down you’ll be asleep
If I ever hurt you your revenge will be so sweet
Because I’m scum
And I’m your son
Watch me come undone…
¿No ha sido todo maravillosamente predecible?
miércoles, noviembre 09, 2005
Estupor y temblores - Una confesión
Pasar revista a los últimos once meses de mi vida sentimental podría conducir a juicios sin duda poco amables. De ahí el estupor: uno por uno, tengo la sensación de haber obrado en cada capítulo con sincera honestidad. Pero el saldo general arroja un resultado de flagrante incoherencia, una alarmante falta de criterio. Es tal el desencuentro que la mera inversión de dos de los episodios habría alterado radicalmente (para bien) mi existencia actual. Los hechos, en cualquier caso, hablan por sí solos. Cuanto creí sentir (o dejar de sentir) en enero es antitético a cuanto creí sentir (o no) en agosto. Mi bienintencionada, obcecada, ciega testarudez ha hecho el resto. Como en Laberinto, uno de los polos siempre dice la verdad; el otro miente siempre. Sólo que, para el caso que nos ocupa, ambos se equivocan a veces.
No he sabido ser fiel a las decisiones que tomé; las decisiones que tomé llevan once meses torturándome fielmente. Caso de contextualizar, no creo haberme equivocado. ¿Por qué, entonces, la suma de aciertos se traduce en el peor de los resultados? Pues escribo estas líneas con el pecho aturdido, consciente de haber sido repetidamente rechazado para, a continuación, ser justa, sorprendentemente despreciado. Ignorado. Anulado. Cualquier tiempo pasado fue mejor. Si nos referimos al pasado que antecedió, claro está, a los últimos once meses.
Niños, el consejo de hoy es: no forcéis los puntos de inflexión. Es una moraleja crepuscular, brota desde la más nauseabunda sensación de derrota. La que surge del no comprenderse a uno mismo. O por qué se está aquí. O qué coño ha sucedido, con lo feliz que sería yo en tiempos de aroma tan reciente, de emociones paralelas, insólitamente opuestos al hoy y al ahora.
No he sabido ser fiel a las decisiones que tomé; las decisiones que tomé llevan once meses torturándome fielmente. Caso de contextualizar, no creo haberme equivocado. ¿Por qué, entonces, la suma de aciertos se traduce en el peor de los resultados? Pues escribo estas líneas con el pecho aturdido, consciente de haber sido repetidamente rechazado para, a continuación, ser justa, sorprendentemente despreciado. Ignorado. Anulado. Cualquier tiempo pasado fue mejor. Si nos referimos al pasado que antecedió, claro está, a los últimos once meses.
Niños, el consejo de hoy es: no forcéis los puntos de inflexión. Es una moraleja crepuscular, brota desde la más nauseabunda sensación de derrota. La que surge del no comprenderse a uno mismo. O por qué se está aquí. O qué coño ha sucedido, con lo feliz que sería yo en tiempos de aroma tan reciente, de emociones paralelas, insólitamente opuestos al hoy y al ahora.
Sarko-non!
"La policía también discrimina y actúa de manera brutal. Con este Gobierno conservador se ha agravado. Entre la policía hay elementos muy brutales, que insultan a los jóvenes, los humillan constantemente. Hubo una época, con el Gobierno de Jospin, en la que había una policía de proximidad que jugaba al baloncesto con los chavales y eran conocidos. Esto se ha acabado. Ahora sólo hay represión. Los policías que vienen al barrio los traen desde provincias. No están preparados, los sueltan en la jungla urbana parisina y se comportan de forma brutal porque tienen miedo."
Olivier Batista, trabajador social en El País de ayer.
Quizá haga falta recurrir al ejército. Resulta obvio que en el boom de la piromanía francesa hay un importante elemento criminal. Pero su erradicación no debe hacernos olvidar el malestar social subyacente, un malestar que la política Sarkozy no hace más que avivar.
Olivier Batista, trabajador social en El País de ayer.
Quizá haga falta recurrir al ejército. Resulta obvio que en el boom de la piromanía francesa hay un importante elemento criminal. Pero su erradicación no debe hacernos olvidar el malestar social subyacente, un malestar que la política Sarkozy no hace más que avivar.
martes, noviembre 08, 2005
El "móvil" de la COPE
Publicaba la COPE ayer en El País un anuncio a página entera en el que podía leerse (y, de hecho, se leía):
“Nosotros no crispamos.
Nosotros informamos.
COPE. SOMOS LIBRES.
Pásalo.”
Hasta la tercera línea, todo lícito, todo bien. Pero tanto ese “Pásalo” final como el diseño general del anuncio (que se enmarca gráficamente en una pantalla de móvil) nos remiten a la campaña popular que en marzo de 2004 condujo a la caída del gobierno del PP (partido político, como es sabido, afín a la COPE). Y esto con El País (periódico, como es sabido, no especialmente afín a la COPE) por escenario. De modo que no solo huele a “eppur si muove”… En realidad, es como si O.J. Simpson escribiera “SOY INOCENTE” en el reverso de una fotografía que mostrara a su ex esposa practicándole una felación a su nuevo amante. El móvil de la COPE pretende indicar que la COPE tiene un móvil para conducirse del modo en que se conduce. Y lo proclaman, en expresión NBA, “in your face”. Quizá sea eso lo que más miedo da, porque la Derecha española (como los neocons norteamericanos) tiempo ha que viene esgrimiendo una autoafirmación tan cínica como agresiva. Se comienza insultando a las víctimas del 11-M frente al Congreso y se acaba sacando los tanques a la calle, publicando un anuncio a página entera en el que pueda leerse (y se lea): “Es que esos malditos rojos no nos dejaron otra opción”.
Nosotros informamos.
COPE. SOMOS LIBRES.
Pásalo.”
Hasta la tercera línea, todo lícito, todo bien. Pero tanto ese “Pásalo” final como el diseño general del anuncio (que se enmarca gráficamente en una pantalla de móvil) nos remiten a la campaña popular que en marzo de 2004 condujo a la caída del gobierno del PP (partido político, como es sabido, afín a la COPE). Y esto con El País (periódico, como es sabido, no especialmente afín a la COPE) por escenario. De modo que no solo huele a “eppur si muove”… En realidad, es como si O.J. Simpson escribiera “SOY INOCENTE” en el reverso de una fotografía que mostrara a su ex esposa practicándole una felación a su nuevo amante. El móvil de la COPE pretende indicar que la COPE tiene un móvil para conducirse del modo en que se conduce. Y lo proclaman, en expresión NBA, “in your face”. Quizá sea eso lo que más miedo da, porque la Derecha española (como los neocons norteamericanos) tiempo ha que viene esgrimiendo una autoafirmación tan cínica como agresiva. Se comienza insultando a las víctimas del 11-M frente al Congreso y se acaba sacando los tanques a la calle, publicando un anuncio a página entera en el que pueda leerse (y se lea): “Es que esos malditos rojos no nos dejaron otra opción”.
lunes, noviembre 07, 2005
sábado, noviembre 05, 2005
Verdades de la antiglobalización
"Si rompen una vidriera o pintan el frente de una casa, Bush ni se va a enterar." - Daniel Katz, alcalde de Mar del Plata, intentando transmitir una pizca de sentido común a aquellos que acudan a la ciudad argentina para protestar contra la IV Cumbre de las Américas.
jueves, noviembre 03, 2005
miércoles, noviembre 02, 2005
Una cerveza y un abrazo...
...es lo que le debo al bueno, buenísimo de Tino Pertierra, que en la crónica del Premio Torrevieja para La Nueva España escribe lo siguiente:
"(...) Y mucho escritor joven y prometedor. Por ejemplo, Milo J. Krmpotic, cuyo inexpugnable apellido está detrás de Sorbed mi sexo, una de las novelas más estimulantes publicadas este año en España, cortesía de la combativa editorial Caballo de Troya, cuyas riendas lleva Constantino Bértolo, todo un lince a la hora de captar talentos dignos de mención. O Ricard Ruiz, responsable de uno de los libros más inquietantes de la temporada: Las voces del laberinto, una aproximación al mundo de la esquizofrenia que pone los ojos de punta."
Gracias, Tino, tanto por las líneas precedentes como por no hacer mención a los varios gintonics que la noche dio de sí...
"(...) Y mucho escritor joven y prometedor. Por ejemplo, Milo J. Krmpotic, cuyo inexpugnable apellido está detrás de Sorbed mi sexo, una de las novelas más estimulantes publicadas este año en España, cortesía de la combativa editorial Caballo de Troya, cuyas riendas lleva Constantino Bértolo, todo un lince a la hora de captar talentos dignos de mención. O Ricard Ruiz, responsable de uno de los libros más inquietantes de la temporada: Las voces del laberinto, una aproximación al mundo de la esquizofrenia que pone los ojos de punta."
Gracias, Tino, tanto por las líneas precedentes como por no hacer mención a los varios gintonics que la noche dio de sí...
martes, noviembre 01, 2005
lunes, octubre 31, 2005
¿EP3? ¡GO!
Durante los últimos días, dos personas me han tachado de chico EP3 después de que El País de las Tentaciones publicara entrevistas con bandas que yo les había recomendado personalmente, o que han sido ladrido musical de la semana en éste, mi crepuscular blog. Tales comentarios sin duda provocarán las carcajadas de Manu G y de Banesa Galleta, quienes me iniciaron en el culto a Death Cab for Cutie y The Postal Service, quienes me han dado todos los álbums de Franz Ferdinand que poseo, quienes me introdujeron en Kanye West y, de un tiempo a esta parte, atentan contra mi línea de flotación moral recomendándome que escuche a todas horas los trabajos del difunto Elliott Smith. Quede claro, pues, que mi (supuesto) buen gusto es heredado, y que se debe más a ser un chico GO que a cualquier coincidencia con ese suplemento que cada viernes todos leemos y que cada viernes todos criticamos.
A continuación, sirva para dinamitar el perfil profético que se me viene adjudicando la reseña que en febrero de este año realicé sobre el ahora muy exitoso y omnipresente Back to Bedlam de James Blunt (vive el de Arriba que mi juicio no se ha movido una pulgada desde aquel posicionamiento, pero que tampoco supe prever lo espumoso y accesible del amigo):
Habla el currículo de este británico joven sobre una estancia como casco azul en Kosovo, otro período guardando las rejas del Palacio de Buckingham y, más recientemente, una visita a Estados Unidos que le ha servido para debutar en la arena musical. Y, toda vez escuchado el resultado de la tercera entrada, aunque no exento de virtudes, más interesantes se nos antojan sus días como guardián paralizado o como soldado de paz (cuando, según su propio relato, se paseaba por los poblados serbios entonando el Give peace a chance). Pero nobleza obliga, oigan: Back to bedlam suena a cruce entre David Gray y Elton John; emotivo, bien arreglado y mejor cantado, el álbum sobrevive incluso a la presencia de Linda Perry (que en realidad produce un solo tema) y se consume la mar de decentemente siempre y cuando no prestemos demasiada atención a esas (no muy profundas) letras de amores perdidos y breve, dolorosamente reencontrados. ¿No hubiera ganado la cosa a modo de trágica obra conceptual sobre las guerras balcánicas?
A continuación, sirva para dinamitar el perfil profético que se me viene adjudicando la reseña que en febrero de este año realicé sobre el ahora muy exitoso y omnipresente Back to Bedlam de James Blunt (vive el de Arriba que mi juicio no se ha movido una pulgada desde aquel posicionamiento, pero que tampoco supe prever lo espumoso y accesible del amigo):
Habla el currículo de este británico joven sobre una estancia como casco azul en Kosovo, otro período guardando las rejas del Palacio de Buckingham y, más recientemente, una visita a Estados Unidos que le ha servido para debutar en la arena musical. Y, toda vez escuchado el resultado de la tercera entrada, aunque no exento de virtudes, más interesantes se nos antojan sus días como guardián paralizado o como soldado de paz (cuando, según su propio relato, se paseaba por los poblados serbios entonando el Give peace a chance). Pero nobleza obliga, oigan: Back to bedlam suena a cruce entre David Gray y Elton John; emotivo, bien arreglado y mejor cantado, el álbum sobrevive incluso a la presencia de Linda Perry (que en realidad produce un solo tema) y se consume la mar de decentemente siempre y cuando no prestemos demasiada atención a esas (no muy profundas) letras de amores perdidos y breve, dolorosamente reencontrados. ¿No hubiera ganado la cosa a modo de trágica obra conceptual sobre las guerras balcánicas?
Livin' la Gracia loca
No eran uno sino varios los cenutrios carentes de espina dorsal que este pasado sábado, a las dos o a las tres o a las dos de la mañana (con el cambio horario es difícil de decir), cantaban felizmente a la puerta de mi casa una tonadilla de dos palabras escasas, la una un adjetivo ciertamente descalificativo (que más de un vecino aplicaría a las madres de los cantores mismos) y, la otra, el nombre del segundo club de fútbol de esta ciudad, segundo al menos en lo que a masa social y títulos se refiere. Es una situación ya conocida que no deja de sorprenderme. Tanto da aquello del respeto al prójimo. Lo insólito es la capacidad de asociación del afectado de estulticia y, sobre todo, sus ansias por comunicar al mundo, a rebuznos, el escasísimo riego sanguíneo de que disfruta su cerebro.
sábado, octubre 29, 2005
viernes, octubre 28, 2005
Sobredosis indie
O la extraña proyección de empatía resultante de experimentar canciones de amor y desamor en tu propio idioma.
jueves, octubre 27, 2005
Famous Last (but one) Words (7-8)
Oído, en el breve plazo de cuatro minutos, con protagonistas diversos y en dos estancias diferentes de esta santa casa:
7) "Ahora no te hagas la virgen suicida."
8)"¿Nos hacemos unos chupetones mutuos?" - lo confieso, el receptor de esta última frase ha sido el ladrador firmante, y su dueño un solitario compañero del departamento de diseño.
7) "Ahora no te hagas la virgen suicida."
8)"¿Nos hacemos unos chupetones mutuos?" - lo confieso, el receptor de esta última frase ha sido el ladrador firmante, y su dueño un solitario compañero del departamento de diseño.
miércoles, octubre 26, 2005
Los cuatro pollos del Apocalipsis
Llevaba días resistiéndome a hablar del tema de moda. Ahora que El Roto ha hecho la mitad del trabajo sucio...
...puedo añadir algunos detalles.
Lo que sabemos: cada 95 años, más o menos, el virus de la gripe alcanza una mutación especialmente efectiva contra el ser humano y provoca una amplia mortandad a escala mundial. La última vez en que esto sucedió fue allá por 1918, con un resultado de cien millones de víctimas.
Lo que no se ha dicho: la gripe aviar es el primer paso, pero la recombinación genética que permita su contagio de humano a humano requerirá, muy posiblemente, de un intermediario: el cerdo, de ADN tan similar al nuestro.
Lo que está sucediendo: Paranoia. Cinco muertes a nivel mundial no son significativas. Cien muertes a nivel mundial no son significativas. La OMS hace su trabajo, pero toda esta avalancha informativa (cuando no hay noticia) es, en el mejor de los casos, un obsceno ejercicio de irresponsabilidad; en el peor, una campaña interesada que no favorece precisamente a los campesinos chinos que cultivan la dichosa flor del anís estrellado.
...puedo añadir algunos detalles.
Lo que sabemos: cada 95 años, más o menos, el virus de la gripe alcanza una mutación especialmente efectiva contra el ser humano y provoca una amplia mortandad a escala mundial. La última vez en que esto sucedió fue allá por 1918, con un resultado de cien millones de víctimas.
Lo que no se ha dicho: la gripe aviar es el primer paso, pero la recombinación genética que permita su contagio de humano a humano requerirá, muy posiblemente, de un intermediario: el cerdo, de ADN tan similar al nuestro.
Lo que está sucediendo: Paranoia. Cinco muertes a nivel mundial no son significativas. Cien muertes a nivel mundial no son significativas. La OMS hace su trabajo, pero toda esta avalancha informativa (cuando no hay noticia) es, en el mejor de los casos, un obsceno ejercicio de irresponsabilidad; en el peor, una campaña interesada que no favorece precisamente a los campesinos chinos que cultivan la dichosa flor del anís estrellado.
martes, octubre 25, 2005
Los árboles y el bosque
El PP se ha gastado 500.000 euros en una campaña para concienciar a la población de las maldades del Estatut catalán. Dos ideas al respecto. Una, que ni ellos mismos escuchan la COPE (o se habrían dado cuenta de que les están llevando a cabo esa misma campaña desde hace meses, ¡y totalmente gratis!). Y dos, que tan obsesionados están con su política de más madera que la pila de árboles talados no les deja ya ver el bosque. ¿Pagaría el gobierno norteamericano vallas publicitarias contra el Katrina en las calles de New Orleans? ¿O se gastaría los dólares en una subcontrata iraquí? Pues eso.
lunes, octubre 24, 2005
sábado, octubre 22, 2005
Studia lupus Schraderi
Es harto probable que quien se enfrente a El exorcista: El comienzo abandone su visionado pidiendo a gritos no ya un crucifijo, sino una no menos gloriosa aspirina. Precuela incompleta que ha visto la luz gracias a la generosidad del mercado en DVD (su realizador, Paul Schrader, fue substituido por Renny Harlin, quien firmó la versión estrenada en cine), escrita patosamente, montada con cierta parte terminal de la anatomía humana, con efectos especiales de serie de Tele 5 y de la que cuesta un vómito creer que haya sido fotografiada por Vittorio Storaro, Dominion (en el original) acierta al menos, como suele suceder en la filmografía de Schrader, a la hora de capturar la angustia vital del sujeto religioso judeo-cristiano. No es que Stellan Skarsgård se luzca en la piel del padre Lancaster Merrin (a quien daría vida Max von Sydow en el film de William Friedkin), del mismo modo que el prólogo desencadenante de la culpa roza lo evidente (hay nazis, no diré más), pero aún así Schrader se las apaña para transmitir el único mensaje que le interesa (o que las circunstancias le permiten): en este mundo diseñado a partir del pecado original, el dolor y el arrepentimiento son nuestros aliados. Porque no hay culpa sin conciencia, y, desde luego, no hay conciencia sin culpa. Es así que, mientras un sosias calvo de Ronaldinho, los ojos rojo brillante y la garganta de cantante de death metal, hace trastadas en una aldea del Nairobi de 1947, cierta poesía noreuropea y atemporal brota de la pantalla. El hombre es un lobo para el hombre, claro. Pero, calvinistas o no, el peor enemigo habita siempre de sienes para adentro.
viernes, octubre 21, 2005
jueves, octubre 20, 2005
Wednesday Night Blues
The way the cars shine
And the scotch that she drinks
With her lips so fine
And her shoulders go weak
As she closes her eyes
Oh, my God, when she was mine
See how she moves through the door
How she loses her keys
How she loses her cool
Watching blackbirds scatter through the trees
How she flips from the back to the front
Reading magazines
Oh, my God, I miss those things
And it's a hard way to fall
And this ain't the easy way down
And it's a hard thing to love anyone, anyhow
So if it's gotta be you
Treat her nice
Hold her hand
And tell her twice
That she doesn't have to worry
And it will be alright
It's alright this time
It's alright this time
See her smiling at him?
That used to be me
I could find her in a thunderstorm
Just by the way that the rain would fall
And we used to be something
But somethin' happened to me
Oh, my God, when I was free
And it's a hard way to fall
And this ain't easy way down
And it's a hard thing to love anyone, anyhow
And it's a hard way to fall
And this ain't the easy way down
And it's a hard thing to love anyone, anyhow
Hard Way to Fall, Ryan Adams.
miércoles, octubre 19, 2005
Boissel Reloaded
"El escritor Milo. J. Krmpotic, publica su primera novela, Sorbed mi sexo. Una biografía del chef Paul Boissel [sic]que encarna el espíritu y los desastres de la generación del 68. Alrededor del chef y del mundo artístico, literario y erótico que lo rodea asistimos a la imposible biografía de una generación. Boissel que puso fin a su vida en 1992 castrándose, es recreado a través de entrevistas con sus numerosas amantes, escasos amigos y los pocos textos que dejó escritos."
De www.literaturas.com.
De www.literaturas.com.
martes, octubre 18, 2005
Sobre el amor
"En un estante congelado, dentro de un armario congelado, hay una lata con una voz dentro."
De Tan fuerte, tan cerca de Jonathan Safran Foer.
De Tan fuerte, tan cerca de Jonathan Safran Foer.
Uno descubre que se hace viejo... (4)
…cuando oye a una niña gritando por la calle “¡Se me ha roto el clítoris! ¡Vulva, vulva!” y se descubre pensando que hace diez años estas cosas no pasaban.
lunes, octubre 17, 2005
Historia de dos (o tres) pingüinos
Silo y Roy son dos pingüinos macho del zoo de Central Park. Silo y Roy eran pareja de hecho, y hasta habían adoptado a un pequeño pingüinito. Pero he aquí que, en mayo de 2004, Silo y Roy se separaron. Y Silo formó un nuevo hogar junto a la pingüino hembra Scrappy…
Personalmente, como gran aficionado a los usos sexuales y emocionales de esta entrañable especie animal, y a diferencia del mundillo gay neoyorquino (que quizá proyectó en exceso sobre el blanquinegro par), no puedo más que alegrarme ante tamaña demostración de normalidad. Quizá Silo era desde un principio bisexual. Quizá se equivocara en su momento pensando que era gay. Quizá simplemente se vaya enamorando de las personas (perdón, de los pingüinos), sin reparar necesariamente en su género (todo aquel que conozca tanto a Roy como a Scrappy coincidirá en destacar su simpatía, lo maravilloso de su carácter y lo elevado de su espíritu). Y también es posible que se esté equivocando ahora, al dárselas de heterosexual redimido…
Sea como fuere, toda esta historia me plantea dos incómodos interrogantes. A saber:
a) ¿Qué oscuros intereses han conducido a que tardáramos dieciséis meses en enterarnos de la ruptura entre Silo y Roy? (la noticia aparecía recién en el encarte de The New York Times que acompañaba a El País del pasado jueves 13 de octubre).
Y b) El pingüinito adoptado, ¿es objeto de una custodia compartida o ha preferido a alguno de sus padres por encima del otro?
En verdad no podremos dar esta historia por concluida hasta conocer la respuesta a tales incógnitas.
Silo y Roy negociando amistosamente los términos de su separación.
Personalmente, como gran aficionado a los usos sexuales y emocionales de esta entrañable especie animal, y a diferencia del mundillo gay neoyorquino (que quizá proyectó en exceso sobre el blanquinegro par), no puedo más que alegrarme ante tamaña demostración de normalidad. Quizá Silo era desde un principio bisexual. Quizá se equivocara en su momento pensando que era gay. Quizá simplemente se vaya enamorando de las personas (perdón, de los pingüinos), sin reparar necesariamente en su género (todo aquel que conozca tanto a Roy como a Scrappy coincidirá en destacar su simpatía, lo maravilloso de su carácter y lo elevado de su espíritu). Y también es posible que se esté equivocando ahora, al dárselas de heterosexual redimido…
Sea como fuere, toda esta historia me plantea dos incómodos interrogantes. A saber:
a) ¿Qué oscuros intereses han conducido a que tardáramos dieciséis meses en enterarnos de la ruptura entre Silo y Roy? (la noticia aparecía recién en el encarte de The New York Times que acompañaba a El País del pasado jueves 13 de octubre).
Y b) El pingüinito adoptado, ¿es objeto de una custodia compartida o ha preferido a alguno de sus padres por encima del otro?
En verdad no podremos dar esta historia por concluida hasta conocer la respuesta a tales incógnitas.
Silo y Roy negociando amistosamente los términos de su separación.
Uno descubre que se hace viejo... (3)
…cuando su padre le pide los CDs de Nirvana para grabárselos en el iPod tras saber de las virtudes de la banda por un documental televisivo.
Sobre los premios literarios... (2)
“El Planeta despierta expectativas, pero no hay más cera que la que arde. En un país con tantos premios literarios es un milagro que al año salgan media docena de libros de calidad. Esto no funciona. Desde el punto de vista comercial me parece muy bien, pero desde el punto de vista literario tengo serias dudas sobre el Premio Planeta.”
Juan Marsé, en su segundo (y no nos extrañaría que último) año como jurado del Premio Planeta.
Juan Marsé, en su segundo (y no nos extrañaría que último) año como jurado del Premio Planeta.
viernes, octubre 14, 2005
jueves, octubre 13, 2005
Palabra de Nobel
Lo de Roth huele a causa perdida. Pero va a ser que este año no nos podremos quejar:
"I tend to think that cricket is the greatest thing that God ever created on earth - certainly greater than sex, although sex isn't too bad either."
"One way of looking at speech is to say it is a constant stratagem to cover nakedness."
"It was difficult being a conscientious objector in the 1940's, but I felt I had to stick to my guns."
"I mean, don't forget the earth's about five thousand million years old, at least. Who can afford to live in the past?"
"But if Britain remains America's poodle, she is now a vicious and demented poodle."
Harold Pinter
"I tend to think that cricket is the greatest thing that God ever created on earth - certainly greater than sex, although sex isn't too bad either."
"One way of looking at speech is to say it is a constant stratagem to cover nakedness."
"It was difficult being a conscientious objector in the 1940's, but I felt I had to stick to my guns."
"I mean, don't forget the earth's about five thousand million years old, at least. Who can afford to live in the past?"
"But if Britain remains America's poodle, she is now a vicious and demented poodle."
Harold Pinter
The Cutie in Me
Our youth is fleeting
Old age is just around the bend
And i can't wait to go grey
And i'll sit and wonder of every love that could've been
If i'd only thought of something charming to say.
The Sound of Settling, Death Cab for Cutie.
Old age is just around the bend
And i can't wait to go grey
And i'll sit and wonder of every love that could've been
If i'd only thought of something charming to say.
The Sound of Settling, Death Cab for Cutie.
miércoles, octubre 12, 2005
Dime, David Lachapelle...
Nueve años después de esta insólita revisión...
...¿qué sentido tiene hacer este inacabable bodrio?
...¿qué sentido tiene hacer este inacabable bodrio?
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