WE ARE SCIENTISTS - Rock, esquizofrenia y gatos
El de la risa es un negocio que hay que tomarse muy en serio. De modo perversamente paralelo, poco y nada habrá de malo en entender a jauja un universo tan grave como el musical. De CD hacia fuera, apenas hemos hallado medio asomo de formalidad en cuanto We Are Scientists iban dejando a su paso: su trabajado aspecto de empollones desaliñados, sus declaraciones entre lo absurdo y lo directamente insensato, las heterodoxas críticas cinematográficas que gustan de colgar en su página web... En cambio, uno pincha ese With Love and Squalor con el que debutaron hace medio año escaso, uno asiste a uno de sus adrenalínicos directos, y no le queda más remedio que reconocer lo ajustado y excitante del carácter esquizofrénico de la banda.
En espera de definir algo mejor su personalidad (Inaction podría venir firmada por cualquier –buen- grupo de la última hornada británica, mientras que Can’t Lose y Textbook apuntan irremediablemente a los medios tiempos de The Killers…), el combo compuesto por Keith, Chris y Michael ha decidido explotar su faceta de personajes. Y el resto viene siendo un descacharre absoluto, con los gatos que protagonizaron la portada del álbum a manera de delicioso leitmotiv (“nosotros somos los científicos, no ellos” –fue una de las perlas que el abajo firmante testimonió en labios de Keith poco antes de que la banda debutara en la barcelonesa sala Razz a finales de febrero).
Conjuntados en los ambientes universitarios de California pero radicados a día de hoy en Nueva York, W.A.S. deben su nombre a un empleado de la empresa de mudanzas U-Haul que, mientras inspeccionaba su camioneta de alquiler, consideró que el material allí almacenado pertenecería antes al terreno de la ciencia que al del rock. Tras cuatro EPs autoeditados, un contrato con Virgin les permitió dar a conocer al mundo una declaración de intenciones presidida por el título de un lejano texto de J. D. Salinger: Con amor y sordidez (y mucho sentido del humor, insisto). Llegó entonces el beneplácito de la prensa musical británica (la excitación demostrada por NME rozó, para variar, lo directamente erótico). Y se fueron sucediendo los capítulos de rigor. Quizá el de esta misma noche, sin ir más lejos, no cambie aún la vida de nadie a un lado u otro del escenario. Pero qué intensa y absurdamente bien lo pasaremos mientras dure…
El de la risa es un negocio que hay que tomarse muy en serio. De modo perversamente paralelo, poco y nada habrá de malo en entender a jauja un universo tan grave como el musical. De CD hacia fuera, apenas hemos hallado medio asomo de formalidad en cuanto We Are Scientists iban dejando a su paso: su trabajado aspecto de empollones desaliñados, sus declaraciones entre lo absurdo y lo directamente insensato, las heterodoxas críticas cinematográficas que gustan de colgar en su página web... En cambio, uno pincha ese With Love and Squalor con el que debutaron hace medio año escaso, uno asiste a uno de sus adrenalínicos directos, y no le queda más remedio que reconocer lo ajustado y excitante del carácter esquizofrénico de la banda.
En espera de definir algo mejor su personalidad (Inaction podría venir firmada por cualquier –buen- grupo de la última hornada británica, mientras que Can’t Lose y Textbook apuntan irremediablemente a los medios tiempos de The Killers…), el combo compuesto por Keith, Chris y Michael ha decidido explotar su faceta de personajes. Y el resto viene siendo un descacharre absoluto, con los gatos que protagonizaron la portada del álbum a manera de delicioso leitmotiv (“nosotros somos los científicos, no ellos” –fue una de las perlas que el abajo firmante testimonió en labios de Keith poco antes de que la banda debutara en la barcelonesa sala Razz a finales de febrero).
Conjuntados en los ambientes universitarios de California pero radicados a día de hoy en Nueva York, W.A.S. deben su nombre a un empleado de la empresa de mudanzas U-Haul que, mientras inspeccionaba su camioneta de alquiler, consideró que el material allí almacenado pertenecería antes al terreno de la ciencia que al del rock. Tras cuatro EPs autoeditados, un contrato con Virgin les permitió dar a conocer al mundo una declaración de intenciones presidida por el título de un lejano texto de J. D. Salinger: Con amor y sordidez (y mucho sentido del humor, insisto). Llegó entonces el beneplácito de la prensa musical británica (la excitación demostrada por NME rozó, para variar, lo directamente erótico). Y se fueron sucediendo los capítulos de rigor. Quizá el de esta misma noche, sin ir más lejos, no cambie aún la vida de nadie a un lado u otro del escenario. Pero qué intensa y absurdamente bien lo pasaremos mientras dure…
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