Posiblemente, el trío de actores más blandito con el que Scorsese haya trabajado nunca (sólo Di Caprio, a ratos, le pone un poco de fuerza al asunto; Damon vuelve a hacer de Bourne -o de Ripley, de Woodman o de Caldwell, tanto da...-, y Wahlberg parece constantemente al borde de un ataque de risa tonta).
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