BOB DYLAN, “Modern times” (Sony)
El gato de Cheshire lleva ya tres discos materializado ante nuestras perplejas miradas. Sombrero Stetson y cowboy tie a norte y sur de la dentadura, disfruta tanto de su actual (crepuscular) encarnación que no siente la menor necesidad de seguir jugando al escondite. Su voz narrativa remite a los pistoleros malditos de Sam Peckinpah, pero cual predicador de vuelta de todo se atreve a caer enamorado e incluso a señalar a su Alicia particular, de apellido Keys. En lo musical, además, lanza guiños a las radiofórmulas de los 1940 mientras desgrana larguísimos desarrollos de blues y honky-tonk bajo una producción depurada, que bastante vida y aspereza arrastran de por sí sus cuerdas vocales (históricamente no tan entonadas como aquí, todo sea dicho). Rodrigo Fresán dylanófilo de pro, le decía hace unos días al abajo firmante que estos tiempos modernos esconden una de las diez mejores canciones del Bardo de Minnessota. Cuando se lanzó en su busca, servidor dio con hasta tres posibilidades. Deslumbrante cual sonrisa gatuno-carrolliana, oigan.
El gato de Cheshire lleva ya tres discos materializado ante nuestras perplejas miradas. Sombrero Stetson y cowboy tie a norte y sur de la dentadura, disfruta tanto de su actual (crepuscular) encarnación que no siente la menor necesidad de seguir jugando al escondite. Su voz narrativa remite a los pistoleros malditos de Sam Peckinpah, pero cual predicador de vuelta de todo se atreve a caer enamorado e incluso a señalar a su Alicia particular, de apellido Keys. En lo musical, además, lanza guiños a las radiofórmulas de los 1940 mientras desgrana larguísimos desarrollos de blues y honky-tonk bajo una producción depurada, que bastante vida y aspereza arrastran de por sí sus cuerdas vocales (históricamente no tan entonadas como aquí, todo sea dicho). Rodrigo Fresán dylanófilo de pro, le decía hace unos días al abajo firmante que estos tiempos modernos esconden una de las diez mejores canciones del Bardo de Minnessota. Cuando se lanzó en su busca, servidor dio con hasta tres posibilidades. Deslumbrante cual sonrisa gatuno-carrolliana, oigan.
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