Se suele olvidar -quizá sencillamente ignorar- que la cosa comenzó a sangre y fuego. La invasión de Polonia no fue un paseo militar; la guerra duró allí tan sólo una semana menos que en Francia, y se habría prolongado de no ser por la ofensiva soviética del 17 de septiembre. De hecho, hay que adentrarse en 1940 para dar con la derrota de la última unidad del ejército regular polaco, la que comandó el legendario Henryk Dobrzanski. Más allá de los bombardeos contra objetivos civiles y de las numerosísimas bajas en los campos de batalla, en fin, la cosa tuvo mucho de Solución Final antes de la Solución Final (este artículo de Wikipedia resulta notablemente ilustrativo al respecto).
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