jueves, julio 21, 2011

"Harry Potter and the Deathly Hallows. Part II" de David Yates

Photobucket


Para ulular lastimeramente:

Su primera hora (prólogo excluido), carente de emoción, interés y, por cierto, sentido para aquellos que no hayan estado repasando los libros de Rowling hasta cinco minutos antes de entrar en el cine. La pobre dirección de las secuencias de acción y, más concretamente, el lamentable montaje del enfrentamiento con la serpiente Nagini en las escaleras de Hogwarts. Por último, todos los problemas de los que ha venido haciendo gala la saga durante su segundo y último lustro: atiborramiento de personajes, exceso de información, la sensación de que cada secuencia ha sido podada hasta limitarla a sus fotogramas indispensables...


Para aullar efusivamente:
Su prólogo, un oasis en el desierto de la primera hora... hasta que, de repente, Severus Snape llora. Y, a partir de ahí, cual tocada por una varita mágica, la cosa cobra el ritmo y la emoción que se le presuponían y sin duda le correspondían. Vuelven a cumplir, con creces, Alan Rickman y Helena Bonham Carter, como se mantienen a un altísimo nivel Eduardo Serra y Stuart Craig en los dos apartados en los que la serie jamás ha cojeado: fotografía y diseño de producción. Tan liberado como su personaje, Daniel Radcliffe parece dar un pasito adelante. Y justo es reconocer que David Yates lo borda en dos o tres momentos: el uso del sonido durante el encuentro en el bosque, el plano del ojo de Lord Voldemort tras el interludio celestial en King's Cross, la resolución del combate final...


El juicio crepuscular:
De nada ha servido hacer de Harry Potter and the Deathly Hallows una asistente de mago y partir su cuerpo en dos: todo lo ganado en una primera parte cercana al arte y ensayo se ha venido abajo con el atropello de la segunda. Señal de que la extrema fidelidad a la obra literaria que le servía de base ha sido un cuchillo de doble filo: los episodios más emocionantes y sugerentes proceden del encantamiento ideado por J.K. Rowling, mientras que el debe restante cabe volcarlo en el interior de la chistera guionista de un Steve Kloves sencillamente superado. Diez años y ocho films después, cabe aplaudir la consecución y el esfuerzo, lamentar que ciertas esclavitudes no permitieran a la saga volar más alto (y volver a contar con realizadores como Cuarón o Newell en su tramo final).

Photobucket

No hay comentarios: