Cual casino que viene a nuestro encuentro tras una larga jornada cruzando el desierto, The Killers nacieron como una buena noticia en forma de neones que rompen la oscuridad y chicas dispuestas a sentarse en tus rodillas, nos escoltaron durante la resaca correspondiente bajo un sol de justicia, sugirieron a continuación que la fiesta podía continuar y, llegado un nuevo crepúsculo, se aprestan a devolvernos aquella grandilocuencia original. Sucede, claro está, que la segunda noche nunca es igual a la primera: perdido el elemento sorpresa, reparamos ahora en las bombillas que no se encienden lo mismo que en las patas de gallo que lucen nuestras acompañantes, y de la falta de prejuicios dependerá el grado de satisfacción que extraigamos de la experiencia. Absténganse, pues, los estómagos dispuestos a indigestarse en caso de mezclar el imaginario springsteeniano con los tics más efectistas de Queen y un espíritu general de delirante AOR setentero. En cuanto al resto, ¡que gire la ruleta!
(Esta reseña apareció en el número de octubre de Go Mag.)
(Esta reseña apareció en el número de octubre de Go Mag.)
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