Sus días en Whiskeytown le valieron la etiqueta de “niño prodigio” del country alternativo, y a fe que sólo de “adolescente” cabe tachar la trayectoria posterior de Ryan Adams. Su ascenso a la categoría de rockstar (gracias al magnífico Gold) vino acompañado de actitudes descerebradas inéditas en la industria desde los días en que Jim Morrison se masturbaba sobre un escenario y Led Zep organizaba misas negras con su ejército de groupies. Nada especialmente grave, claro: caprichos y excentricidades que el chaval debe entender cual fruto de su genialidad y que a la postre simplemente sirven para hacer feliz durante un par de semanas al mundillo de la prensa musical (¡gracias, tío, te queremos!). Servidor fue testigo de una de tales exhibiciones durante el concierto celebrado en la sala Bikini de Barcelona el 11 de febrero de 2002: bastante bebido de antemano, Adams detuvo el show tras cuatro o cinco canciones para instruir a una de las camareras en la preparación de su combinado favorito. Acto seguido, se tiró contra el público en diversas ocasiones. Y, cuando tras una de ellas, de regreso sobre la tarima, reparó en que había perdido un zapato, decidió suspender la función. “No zapato no música”, anunció el propio hermano de Adams en perfecto castellano. El fetichista de turno no se dio por aludido y la función quedó finiquitada (un par de semanas más tarde el músico saltarín se destrozaba el brazo derecho saltando desde un escenario británico, lo que obligó a cancelar la gira).
Anécdotas al margen, la reciente historia discográfica del amigo ha sido también objeto de polémica y desencuentro. En 2003 completó un álbum doble de corte intimista que su compañía se negó a editar a menos que… Adams se plegó a su voluntad: para que Love is Hell viera la luz (en dos partes), escribió y grabó en tiempo récord ese vómito mainstream-irónico que es el bastante notable y no menos gamberro Rock n’Roll. Y ahora se anuncia, de cara a este 2005, un triple lanzamiento: otro disco doble (Cold Roses, que debería aparecer el 19 de abril) y dos álbums sencillos, Jacksonville (la ciudad donde nació) y 29 (habida cuenta que vino al mundo el 5 de noviembre de 1974, ¿será la edad que contaba al grabar las canciones aquí contenidas?). Y no diré que no lo celebro. No diré que no me embarga la anticipación. Ryan Adams es un tarado (lo viví en carne propia, cuando tuve que entrevistarle para el número de GO de diciembre de 2003 y canceló la charla hasta en siete instancias). Pero es un tarado genial. Un tarado genial al que no me importa reclamar como propio. Rock n'roll, sin duda...
No hay comentarios:
Publicar un comentario