martes, junio 27, 2006

From the Vaults of GO (13)

CENTRO-MATIC, “Fort Recovery”
La Historia señala que, en 1962, los misiles de Kruschov fueron retirados de la cubana ínsula, que ninguno de ellos llegó a dispararse y estallar sobre suelo norteamericano para dar inicio a la tercera (y última) guerra mundial. Pero la historia que Will Johnson nos viene sugiriendo durante la última década, ora desde Centro-Matic, ora desde South San Gabriel, ora en solitario, resulta en verdad diferente: gran parte de Estados Unidos quedó devastada cuando la Guerra Fría comenzó a ponerse candente; los escasos supervivientes del holocausto nuclear que arrasó las costas este y oeste del país buscaron refugio en los espacios rurales del interior; sus hijos crecieron rodeados de granjas abandonadas y vientos tempestuosos, tuvieron que crear variantes orales y musicales para explicar la crepuscular realidad que les había caído en suerte. Las palabras, las notas y los estilos, todos ellos heredados de sus padres, eran los de siempre. Pero no así la disposición en que comenzaron a presentarse. Una nueva sintaxis. Un nuevo (viejo) mundo…

Lo mismo que Ben Marcus (en el terreno de la literatura), Johnson parece surgido de esas barras y estrellas de llanuras solitarias y sometidas a la lluvia ácida, de veletas oxidadas que gimen melancólicamente y de graneros que han perdido su raison d’être. Reza la leyenda que su espectacular prolificidad se encamina hacia alguna de sus dos bandas (integradas, a todo ello, por los mismos miembros) según el punto cardinal hacia el que señale la cucharilla del café esa mañana. Pero la diferencia radical entre los alternantes álbums de SSG y C-M vendría a radicar en la colaboración o no de Brent Best, líder de Slobberbone y vecino, lo mismo que Johnson, de la localidad de Denton, Texas. El resto, textual y melódicamente, no es objeto de mayores divergencias.

Esta novena entrega de Centro-Matic vuelve a mezclar, pues, sobre una base de americana en extremo alternativa, composiciones de gesto pop, medios tiempos minimalistas y piezas de guitarrazos tan sonoramente graves que se hace difícil no mentar al gran Neil Young. Y, una vez más, el global se nos antoja extraño y bello, con elementos tan accesibles como herméticos se tornan algunos de sus vericuetos. En última instancia, caso de vernos a la intemperie, abandonados a los rigores de una estepa salvaje y post-atómica, Fort Recovery será sin duda el nombre de la construcción que, elevándose contra el sol poniente, se erija en nuestra vital, postrera, esperanza.

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