Cual si contaran dieciséis primaveras y fueran la banda de moda en el instituto; así han regresado Nickelback tras tres años de silencio, con la testosterona por las nubes y un carro de letras más o menos ingeniosas sobre muchachas que están más guapas con la boca llena y hembras emprendedoras que saben que la cerradura para conquistar cualquier urbe se halla entre sus piernas. El problema, amigos, es que hay más sexo de verdad en los primeros veinte segundos del Ulysses de Franz Ferdinand que en estos once temas. Y que, a diferencia de los grandes del hard rock descerebradamente masculino, desde el Girls Girls Girls de Mötley Crüe hasta el Love in an Elevator de Aerosmith, los canadienses no representan el menor peligro para nuestras hermanas e hijas. Y ahí ya te pueden producir el disco todos los Mutt Lange que quieras, que la pose te condena. Y te abonas a la intrascendencia. Y sí, que te quiten lo bailado, pero si eso te vas ahora al rincón de los viejos verdes, los camioneros alérgicos al desodorante y demás productores mundiales de saliva rancia.
(Esta reseña ha aparecido en el número de febrero de Go Mag)
(Esta reseña ha aparecido en el número de febrero de Go Mag)
No hay comentarios:
Publicar un comentario