Al precio que va la vida sueca, no es que uno pueda elevarse gran cosa a lomos de un billete de veinte coronas. Pero encontrar en él a Selma Lagerlöf, madre literaria de ese Nils Holgersson cuyas peripecias tanto disfruté en su día (aquí cabe confesar que llegué al libro de mano de la serie animada de televisión), me alegró notablemente el desembolso...
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