lunes, diciembre 13, 2010

"Harry Potter and the Deathly Hallows Part 1" de David Yates

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Para ulular lastimeramente:

Algunas de sus secuencias iniciales (no la de la reunión voldemortiana, sí la del encuentro en el 4 de Privet Drive), víctimas de la mortífaga obsesión de la serie por contar muchas cosas y meter a un montón de personajes en apenas un puñado de planos. El escaso peso dramático y extensión de la boda. Que Daniel Radcliffe siga mostrándose limitadito (a diferencia de sus dos compañeros principales: Rupert Grint ha crecido porque no hay mejor maestro interpretativo que el humor, mientras que Emma Watson se ha quedado menos estancada en su cara de tragedia griega). Y otro avada kedabra marca de la casa: ciertas elipsis muy poco limadas, que señalan a gritos la existencia de tiras de fotogramas en el suelo de la sala de montaje y lo jugoso de los contenidos extra de la futura edición en DVD.


Para aullar efusivamente:
Su diseño de producción, tan Terry Gilliam (la casa de los Lovegood, el Ministerio...), y el uso que David Yates hace de él (véase el plano de la llegada de Harry a la playa y la tragedia que transmite antes de que ésta se vuelva evidente). Su segundo acto, cuyos silencios y maravillosos escenarios naturales rompen con todo lo visto hasta ahora en la serie, llevándola a flirtear incluso con el cine de arte y ensayo. Unos secundarios tan puestos en sus papeles que sólo necesitan de un par de segundos (pues ése es exactamente el tiempo que en ocasiones tan apretado guión les concede) para hacer su magia: el sufrido torcimiento del labio inferior de Alan Rickman, la aterradora caída de ojos de Helena Bonham Carter, la insoportable risita de Imelda Staunton, la expresión de merluzo de Bill Nighy... Momentos tan memorables como el encuentro entre Dumbledore y Voldemort en la tumba del primero. Y, por encima de todo, pese a tratarse ya de un séptimo episodio con sus 150 minutos de rigor, que nos deje con ganas de más.

El juicio crepuscular:
Por la espada de Godric Gryffindor y las peludas extremidades de Aragog que el espectador neófito difícilmente disfrutará de la aventura potteriana 7.1, tal y como su par visitante de blogs sin duda habrá dejado ya de leer estas líneas. Quien se refiera a J.K. Rowling como Tía Jo, en cambio, disfrutará sobremanera con esta intensa, atractiva y emocionante aventura. No es el Azkaban de Cuarón, pero la medalla de plata de la saga en su vertiente fílmica pinta que acabará colgando del cumplidor cuello de Yates.

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2 comentarios:

Tino P. dijo...

Me parece que hemos visto películas distintas... ¿Estabas hechizado?

Tino P. dijo...

Me parece que hemos visto películas distintas... ¿Estabas hechizado?