
Hay muchas formas de jugar al fútbol y cada cual se arrima a la que más le conviene. Es lícito, pero no por ello admirable. Así las cosas, este ladrador no puede más que sonreírse perversa y crepuscularmente al descubrir que el Madrid trató anoche la Copa del Rey del mismo modo en que se había comportado con el balón algunas horas antes: lanzándola por los aires, cayendo antes en el atropello que en el juego. Y sí, era suya y podían hacer con ella lo que quisieran...