jueves, abril 04, 2013

"Tierra" de David Vann

Hasta el momento, las cicatrices de David Vann se habían plasmado literariamente sobre la geografía de la Alaska insular: Sukkwan fue donde su padre se voló la tapa de los sesos; Caribou, donde la madre de su madrastra asesinó a su marido y se suicidó. El escenario de Tierra, pues, no podría ser más diverso: el tórrido Valle Central californiano. Y, aún así, los surcos que atraviesan su quemada superficie vuelven a antojársenos heridas abiertas; si no sangrientas, supurantes. Hay realidad de fondo: al igual que Galen, su “héroe”, Vann fue en los 1980 seguidor de la espiritualidad New Age, tal y como lleva a día de hoy varios años sin hablarse con su madre. Ahí, el desencuentro que preside la novela, con una doble herencia familiar (pecuniaria por un lado, traumática por el otro) y una prima adolescente cuya sexualidad explosiva prenderá la mecha de la tragedia. Los ingredientes no ofrecen respiro y su puesta en escena, menos. Frente a la dispersión que afectaba a Caribou (el mismo escritor confesó que hasta la página 100 no supo quién era el protagonista del relato), Tierra regresa a los parámetros de Sukkwan: un único personaje principal zarandeado por su circunstancia, abocado a un desastre que el paisaje a su alrededor no hace más que amplificar. Y el libro vuelve a doler, se nos clava de nuevo en toda su sincera desnudez, deja el poso de la experiencia a la que no queremos renunciar, pero que tampoco deseamos repetir. Hasta el próximo Vann, claro.

(Esta reseña apareció en el número de marzo de Go Mag.)

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