Veinticinco años y docenas de golpes antes de investigar los crímenes de La mala mujer, Moisés Corvo tiene ya serios problemas con sus superiores, con las tribus árabes de ese Rif en el que anda destacado como soldado de infantería y, de paso, con los escorpiones que también pueblan el lugar. Todo ello motiva su traslado a Fernando Poo, una isla dejada de la mano de Dios donde las enfermedades se ceban en la colonia blanca y alguien se dedica al asesinato masivo de indígenas. Mientras Moisés se las ve y se las desea con su sino, una expedición británica atraviesa la jungla en busca de un mineral legendario.
Piensen en Indiana Jones (el más amargo, el que conoció la brutalidad del Templo Maldito) elevado a la catódica serie Perdidos: eso es, entre otras cosas, este auténtico festival firmado por nuestro Mosso d’Esquadra de cabecera. Marc Pastor dominaba ya los mecanismos del ritmo y la intriga; por eso, aquí se permite un freestyle que mastica géneros y escupe referencias a lo largo de quinientas jugosas páginas que a nada están de hacérsenos cortas. Porque siempre hay un pero, claro, por menor que resulte en este caso: si la aventura nos acelera el pulso y la trama criminal nos retuerce el estómago, el apartado de ciencia ficción discurre en su último cuarto por caminos que flirtean en demasía con el déjà-vu. Pecado venial pues, habida cuenta su contenido de viajes en el tiempo, quién sabe si lo que Pastor escribirá mañana no es lo que nosotros leímos ayer.
(Esta reseña apareció en el número de abril de Go Mag.)
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