viernes, octubre 21, 2016

Quienes tiran a Franco al suelo sus ideas elevan al cielo (o algo parecido)

1) Todo acto de violencia esconde una voluntad de apropiación, de dominio.

2) En ese sentido, quienes han atacado y derribado la dichosa estatua ecuestre de Franco se han erigido en dueños de lo que se puede o no se puede mostrar en las calles de Barcelona. 

3) Y, si bien el espacio geográfico que valerosamente han conquistado es pequeñito, las connotaciones del asunto se multiplican en el terreno de las ideas: suya es la decisión de lo que es arte y de lo que puede ser utilizado con ánimo artístico, suya es ya la única interpretación simbólica posible para la recuperación de la pieza y su puntual colocación en el Born.

4) Por supuesto, esa interpretación simbólica ahora establecida es la más directa y evidente, por no decir la más básica y limitadita: si Franco = caca, estatua = suelo.

5) Gracias, pues, "defensors de la terra", por evitarnos al resto de la ciudadanía la aburrida y siempre fatigosa necesidad de pensar por nuestra cuenta. Algo en lo que también Franco, por cierto, como todo buen (mal) dictador, fue un maestro.


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