Pasé algunos meses de 2000 trabajando como dependiente de una tienda de muebles indonesios. Salvo por los sábados, el tráfico de clientes era bastante leve, de modo que, tras montar el escaparate, barrer y quitar un poco el polvo, cuando no tocaba hacer inventario, podía enfrascarme en el estudio (a mediados de año me examiné del Proficiency), en la lectura de algún libro o en la redacción de los haikus de Sonam Gyarma. Y fue por aquella época cuando, bajo la influencia de Alice in Wonderland y Through the Looking Glass, me lancé también a escribir una novelita infantil tan fantástica como lingüística que llevaba por título Las maravillosamente extraordinarias aventuras de Eulalia Groegui (o algo por el estilo). El proyecto, por un motivo u otro, quedó inconcluso. Pero hace un par de tardes, mientras hacía un poco de limpieza en el disco duro, di con este retrato de mi heroína. Y procedo ahora a presentarla, humildemente, en sociedad.
jueves, abril 06, 2006
Eulalia Groegui
Pasé algunos meses de 2000 trabajando como dependiente de una tienda de muebles indonesios. Salvo por los sábados, el tráfico de clientes era bastante leve, de modo que, tras montar el escaparate, barrer y quitar un poco el polvo, cuando no tocaba hacer inventario, podía enfrascarme en el estudio (a mediados de año me examiné del Proficiency), en la lectura de algún libro o en la redacción de los haikus de Sonam Gyarma. Y fue por aquella época cuando, bajo la influencia de Alice in Wonderland y Through the Looking Glass, me lancé también a escribir una novelita infantil tan fantástica como lingüística que llevaba por título Las maravillosamente extraordinarias aventuras de Eulalia Groegui (o algo por el estilo). El proyecto, por un motivo u otro, quedó inconcluso. Pero hace un par de tardes, mientras hacía un poco de limpieza en el disco duro, di con este retrato de mi heroína. Y procedo ahora a presentarla, humildemente, en sociedad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario