miércoles, marzo 23, 2005

Sobre Terri Schiavo...

Se reedita estos días, con notable perspicacia por parte de El Aleph, Johnny cogió su fusil de Dalton Trumbo, obra a vueltas con la eutanasia que ríete tú, lector crepuscular, de mares adentros y muchachas del millón de dólares. Tiene mal afirmar que uno está a favor de la eutanasia, cuando menos porque desconozco si lo estoy. Sé, y ya es algo, que no puedo posicionarme en su contra. Fe en la libertad individual (siempre moral) por encima de cualquier restricción ideológica o religiosa, claro…
Ignoro, en cualquier caso, si Terri Schiavo debe morir. Intuyo que poco y nada tiene que ver con la raíz etimológica de la palabra “eutanasia” el permitir una agonía de (pongamos) diez días a un cuerpo privado de alimentos y bebida. Y desconfío de una regulación que permite que el tutor de una persona discapacitada sea su ex marido (y digo ex porque, pese a no existir divorcio, Michael Schiavo vive con otra mujer y con los dos hijos que ésta le ha dado: es el “conflicto de intereses” al que se referían los sectores conservadores) antes que cualquier familiar directo.
Nuestro deambular por este mundo está marcado por la interrelación y el lazo emocional. Nadie puede saber si Terri Schiavo daría su visto bueno a la desconexión de las máquinas que la alimentan, si los cuidados que le dispensa su familia le producen aún alguna suerte de bienestar emocional y si esa hipotética dicha es un bien menor que justifica el vivir en estado vegetativo. Sí podemos deducir que su muerte generará angustia y dolor a sus padres y hermana. Es en ellos en quienes pienso, al margen de religiones e ideología. Quizá Terri Schiavo no debería aún conocer la paz que Trumbo le negaba a su Joe Bonham

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