miércoles, marzo 30, 2005

Viejos nuevos poemas

Al no lograr conciliar el sueño, paseo casa arriba y casa abajo hasta acabar deteniéndome, sin saber muy bien por qué, ante uno de los armarios que utilizo a modo de fichero. De él extraigo dos cajas de zapatos, repletas ambas de los originales de Sonam Gyarma. Para quienes (en buena lógica) no estén familiarizados con mi trayectoria literaria, diré que, antes de publicar Sorbed mi sexo, prologué y edité una selección de 88 haikus amorosos de aquel autor tibetano, a quien conocí durante mis años de estancia en París y a quien, pese al lustro largo de silencio que nos separa ya, sigo considerando un amigo. Repaso uno tras otro esos breves textos, que Sonam escribió en su lengua de adopción, el francés, temo que a menudo saltándose las rígidas normas rítmico-silábicas del haiku (o quizá respetándolas en su tibetano original, traicionándolas simplemente en la traducción simultánea a los usos de Molière). La caja de los descartes representa una punzada tras otra, pues me pregunto cómo tal o cual pieza no halló acomodo en mi antología. Y el caso es que, aprovechando esta weblog, me decido a recuperar (y a traducir laboriosamente al castellano, que se me perdone esta nueva traición...) las siguientes tres composiciones:

A esta hora de calles lluviosas
bandidos que merodean las esquinas
mis sentidos robados al nacer el día.
* * *
No es en silencio, no
que el yak pasta con mayor paz
¿desde cuándo los niños comprendieron el amor?
* * *
Acierta quien claudica
y al abrir un ojo a la mañana
sigue repitiendo viejos nombres.


Y constato, una vez más, cuánto hay de Sonam en mí...

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