“Hay un terrible sentimiento fatalista en la vida.
Puede que este sentimiento sea prueba de la existencia del destino...
...aunque es más probable que sea la forma en que funciona nuestro cerebro lo que nos transmite esa ilusión. Es difícil saberlo.
En 1935 Robert Ripley abrió su Circo de Rarezas de ‘Increíble pero Cierto’ en California.
En el cartel había forzudos, fakires, hombres osificados y otros prodigios anatómicos variados.
Y en este extraño grupo estaba Mr. Henry Paul Burke.
Un hombre perfectamente normal cuyo talento único era hacer tres dibujos a la vez, usando dos manos y un pie. Un dibujante.
Robert Ripley también era dibujante. Incluir a Mr. Burke en una feria de monstruos fue una ironía que no debió pasar desapercibida a Ripley.
A mí tampoco.
Otro Robert, Robert Kraus, publicó un chiste en unNew Yorker de los 50 que a menudo me viene a la cabeza.
El escenario es el patio de una prisión, con todos los hombres vestidos de gris y números en las camisetas. Dos endurecidos convictos hablan en primer plano.
El de la izquierda está diciendo: ‘Juré que nunca me cogerían vivo, pero cuando llegó el momento pensé qué demonios’.”
De La vida está bien, si no te rindes, de Seth.
Puede que este sentimiento sea prueba de la existencia del destino...
...aunque es más probable que sea la forma en que funciona nuestro cerebro lo que nos transmite esa ilusión. Es difícil saberlo.
En 1935 Robert Ripley abrió su Circo de Rarezas de ‘Increíble pero Cierto’ en California.
En el cartel había forzudos, fakires, hombres osificados y otros prodigios anatómicos variados.
Y en este extraño grupo estaba Mr. Henry Paul Burke.
Un hombre perfectamente normal cuyo talento único era hacer tres dibujos a la vez, usando dos manos y un pie. Un dibujante.
Robert Ripley también era dibujante. Incluir a Mr. Burke en una feria de monstruos fue una ironía que no debió pasar desapercibida a Ripley.
A mí tampoco.
Otro Robert, Robert Kraus, publicó un chiste en un
El escenario es el patio de una prisión, con todos los hombres vestidos de gris y números en las camisetas. Dos endurecidos convictos hablan en primer plano.
El de la izquierda está diciendo: ‘Juré que nunca me cogerían vivo, pero cuando llegó el momento pensé qué demonios’.”
De La vida está bien, si no te rindes, de Seth.
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