Sirva para completar una entrada de la semana pasada (“Posiblemente...”) este texto sobre “A Ghost Is Born” (Nonesuch / Warner) que escribí para el listado de los mejores discos de 2004 en el número de enero de GO:
No creo que Jeff Tweedy pretenda quedarse solo. Tampoco que su ego se haya hinchado desmesuradamente. Será, si acaso, que tiene cada vez más claro lo que quiere, y que el proyecto Wilco no acepta ya intromisiones. La accidentada grabación de “Yankee Hotel Foxtrot” y la expulsión del amigo Jay Bennett actuaron a modo de invocación; Jim O’Rourke mediante, todos nos llenamos la boca con la supuesta nueva orientación de la banda. Pero Tweedy apenas se había movido, un peldaño hacia arriba como mucho. Lo que Wilco debía ser quedó establecido en una fecha tan lejana como 1996, cuando “Being there”. El que Bennett se pretendiera McCartney no debe engañar a nadie: Tweedy lo toleró porque las prisas no van con su carácter. Pero la Santísima Dualidad había estado allí antes y no tardaría en regresar. Tweedy es Wilco, Wilco es Tweedy. A su alrededor, unos músicos soberbios entregados a transmitir el mensaje. Y dicho mensaje se ha liberado ya de lo terreno: más allá del tiempo (dos temas de “A ghost is born” superan los diez minutos) y de la musicalidad misma (difrútese el ruido final de “Less than you think”), el pop se trasciende a sí mismo. A Tweedy ni le va ni le viene el culto a Tweedy, eso es cosa nuestra. Lo suyo es, sencillamente, brindar su propia banda sonora a la esfera de las almas.
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