Cuanto peor, mejor. Durante años fue la bandera del PP: a hierro llegó al gobierno y a hierro se hubiera mantenido en él, con resultados tirando a históricos, si la firma del 11-M de veras hubiera apuntado hacia las vascongadas. Ahora, porque el roce desgasta también a quien lo produce, buscan quien les haga el juego sucio. Pero lo hipócrita de su posición salta a la vista. Todo parece indicar que el mismo Aznar tanteó en 1998 la posibilidad de una mesa negociadora. Y se conoce que, para ellos, no todas las víctimas son iguales. Las que se manifiestan contra ETA, buenas. Las que exigían la verdad del 11-M ante las puertas del Congreso, malas. Muy malas: cómo olvidar a aquellos que se les enfrentaron al grito de “metéos vuestros muertos por el…”.
Innegable el éxito de la manifestación de la AVT de este pasado sábado. Éxito capitalizado por el PP, que le prestó toda su plana mayor y un notable número de afiliados y simpatizantes. Solo que, en esta ocasión, servidor diría que, cuanto mejor, peor. Peor para los que crispan y suspiran por alguien que les siga el juego. Fue tal la demostración que los dos o tres ministros afines a la trifulca no han osado abrir la boca. Y su presidente sabe ya a qué atenerse. Una dura prueba para la cintura de José Luis Rodríguez Zapatero, eso sí, pues deberá mantener su agenda sin incurrir con ello en las actitudes de su predecesor respecto a los millones que salimos a la calle para pedir no a la guerra de Irak.
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