Cuidado con el yuppie
Enumeradas ya las bondades del hogar post high-school y del college, la progresión conducían en buena lógica a... Patrick Bateman; esto es, al corazón de la América laboral. De bronceado insultante e impecable vestimenta, Bateman constituye el yuppie prototípico: exitoso, atractivo, residente en Manhattan y con un punto de neurosis que le lleva, entre otras veleidades, a decorar las paredes de su apartamento con una lengua recién rebanada.
Mucho más extensa que las anteriores, American Pscyho cae a menudo en su propia trampa; la sucesión de descripciones intrascendentes, pese a remarcar la obsesión consumista del personaje principal, repele con mayor eficacia que los pasajes gore. Estos, no obstante, convirtieron a Bret Easton Ellis en el autor más polémico del final de siglo bajo parámetros occidentales (Rushdie, como sabemos, domina el Medio Oriente). La trilogía había concluido y se mostraba compacta merced a una serie de pautas; entre ellas, toda vez establecido su carácter lineal, la más notable radica en la gradual introducción de la violencia como paso inevitable de unos sujetos cuya insulsa existencia pide más que ir de compras o cambiar de compañero sexual cada noche. Así, sólo en American Psycho aparece el sadismo narrativo, el relato del dolor infringido; antes, las víctimas yacían inconscientes o embotadas, se les hacía sufrir por simple, ingenua y aterradora curiosidad. La frase final de la novela -"ESTO NO ES UNA SALIDA"-, se convirtió en declaración de principios para la generación grunge, además de presagiar las dificultades que el autor debería afrontar a continuación.
Tras la muerte de su padre y una no muy a cuento confesión televisiva acerca de su homosexualidad, Ellis publicó Los confidentes (1995), libro de narraciones cortas que nada nuevo añadía salvo presentar diferentes puntos de vista sobre lo ya expuesto, otra vuelta de tuerca centrada en los progenitores de las criaturas de Menos que cero y Las leyes de la atracción.
Enumeradas ya las bondades del hogar post high-school y del college, la progresión conducían en buena lógica a... Patrick Bateman; esto es, al corazón de la América laboral. De bronceado insultante e impecable vestimenta, Bateman constituye el yuppie prototípico: exitoso, atractivo, residente en Manhattan y con un punto de neurosis que le lleva, entre otras veleidades, a decorar las paredes de su apartamento con una lengua recién rebanada.
Mucho más extensa que las anteriores, American Pscyho cae a menudo en su propia trampa; la sucesión de descripciones intrascendentes, pese a remarcar la obsesión consumista del personaje principal, repele con mayor eficacia que los pasajes gore. Estos, no obstante, convirtieron a Bret Easton Ellis en el autor más polémico del final de siglo bajo parámetros occidentales (Rushdie, como sabemos, domina el Medio Oriente). La trilogía había concluido y se mostraba compacta merced a una serie de pautas; entre ellas, toda vez establecido su carácter lineal, la más notable radica en la gradual introducción de la violencia como paso inevitable de unos sujetos cuya insulsa existencia pide más que ir de compras o cambiar de compañero sexual cada noche. Así, sólo en American Psycho aparece el sadismo narrativo, el relato del dolor infringido; antes, las víctimas yacían inconscientes o embotadas, se les hacía sufrir por simple, ingenua y aterradora curiosidad. La frase final de la novela -"ESTO NO ES UNA SALIDA"-, se convirtió en declaración de principios para la generación grunge, además de presagiar las dificultades que el autor debería afrontar a continuación.
Tras la muerte de su padre y una no muy a cuento confesión televisiva acerca de su homosexualidad, Ellis publicó Los confidentes (1995), libro de narraciones cortas que nada nuevo añadía salvo presentar diferentes puntos de vista sobre lo ya expuesto, otra vuelta de tuerca centrada en los progenitores de las criaturas de Menos que cero y Las leyes de la atracción.
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