GREG DULLI - “Amber headlights” (Infernal)
13 de enero de 2002. En ese día, el corazón del realizador Ted Beautiful girls Demme se reveló drásticamente incompatible con la ingesta continuada de cocaína. Y, de forma automática, Greg Dulli finiquitó la grabación del que iba a ser su álbum-debut en solitario (aunque el amigo había firmado ya un primer trabajo bajo el lema de Twilight Singers). El ex frontman de The Afghan Whigs comentaría tiempo después en el Illinois Entertainer: “Su muerte me destrozó. Tuve que buscar un sentido a lo que aquello representaba y a lo que él había significado para mí. Así que sacar un disco y salir de gira con algo sobre lo que sucedió antes de su muerte no tenía sentido. No era honorable”. Lo cual explica la tardía aparición de este Amber headlights (si la concepción dulliana del deber para con los amigos roza lo mafioso, aún más poderoso resulta su grado de fidelidad hacia sí mismo). Como también aclara la divergencia de tono entre lo que bien podría haber pasado por una nueva obra de los liberales afganos y Blackberry belle y She loves you, las dos entregas de los cantantes del crepúsculo que la siguieron en el tiempo.
Así las cosas, Amber headlights nos devuelve al Dulli de antaño, estelar, macarra y chuleta pero, admitámoslo, siempre rebosante de savoir faire: “It’s Friday / I’m lonely…” promete desde los versos primeros de So tight. Y, consecuentemente, lo que sigue es un fin de semana de aromas femeninos, tabaco, algo de cocaína y litros varios de alcohol, todo ello puntuado por una guitarra y un bajo (Jon Skibic y Michael Sullivan) que, en el encuentro de rock desatado y funky lascivo, flirtean seductoramente con el legado de los Whigs Rick McCollum y John Curley. Asimismo, Dulli no renuncia a describir la mañana que sigue a todo viaje al fin de la noche, un parte de accidentes resacoso que acaba por revelarse dolorosamente premonitorio: “how far will I fall before I break? / (so sweet, completely) / it scares me how much I enjoy my way”. Y es ante tales reflexiones donde su sonido comienza a decantarse por el tono vital pero contenido, apasionado pero sombrío, que ha regido sus dos últimos trabajos. No en vano la pieza que cierra el disco, un Get the wheel descarnado y reducido a la intimidad de voz y piano, hace balance respecto al So tight inicial al recuperar parte de su letra y culminar con gesto elegíaco: “last night / last night was alright / I wanna see you again”.
13 de enero de 2002. En ese día, el corazón del realizador Ted Beautiful girls Demme se reveló drásticamente incompatible con la ingesta continuada de cocaína. Y, de forma automática, Greg Dulli finiquitó la grabación del que iba a ser su álbum-debut en solitario (aunque el amigo había firmado ya un primer trabajo bajo el lema de Twilight Singers). El ex frontman de The Afghan Whigs comentaría tiempo después en el Illinois Entertainer: “Su muerte me destrozó. Tuve que buscar un sentido a lo que aquello representaba y a lo que él había significado para mí. Así que sacar un disco y salir de gira con algo sobre lo que sucedió antes de su muerte no tenía sentido. No era honorable”. Lo cual explica la tardía aparición de este Amber headlights (si la concepción dulliana del deber para con los amigos roza lo mafioso, aún más poderoso resulta su grado de fidelidad hacia sí mismo). Como también aclara la divergencia de tono entre lo que bien podría haber pasado por una nueva obra de los liberales afganos y Blackberry belle y She loves you, las dos entregas de los cantantes del crepúsculo que la siguieron en el tiempo.
Así las cosas, Amber headlights nos devuelve al Dulli de antaño, estelar, macarra y chuleta pero, admitámoslo, siempre rebosante de savoir faire: “It’s Friday / I’m lonely…” promete desde los versos primeros de So tight. Y, consecuentemente, lo que sigue es un fin de semana de aromas femeninos, tabaco, algo de cocaína y litros varios de alcohol, todo ello puntuado por una guitarra y un bajo (Jon Skibic y Michael Sullivan) que, en el encuentro de rock desatado y funky lascivo, flirtean seductoramente con el legado de los Whigs Rick McCollum y John Curley. Asimismo, Dulli no renuncia a describir la mañana que sigue a todo viaje al fin de la noche, un parte de accidentes resacoso que acaba por revelarse dolorosamente premonitorio: “how far will I fall before I break? / (so sweet, completely) / it scares me how much I enjoy my way”. Y es ante tales reflexiones donde su sonido comienza a decantarse por el tono vital pero contenido, apasionado pero sombrío, que ha regido sus dos últimos trabajos. No en vano la pieza que cierra el disco, un Get the wheel descarnado y reducido a la intimidad de voz y piano, hace balance respecto al So tight inicial al recuperar parte de su letra y culminar con gesto elegíaco: “last night / last night was alright / I wanna see you again”.
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