El ochenta por ciento de los lanzadores de falta se mostrarán de acuerdo: la distancia más corta entre un tiro libre y el gol es la parábola (en cualquiera de sus posibilidades, folha seca incluida). Frente a tan universal opción, un dieciocho por ciento optará por la línea recta, de trayectoria menos lírica pero efectiva por contundente (recuérdense los misiles de Roberto Carlos, sin ir más lejos). De modo que nos resta un dos por ciento de rarezas, destellos de genialidad dentro de una artesanía ya en verdad tocada por las musas. Y a la cabeza de las mismas se encuentra a día de hoy Cristiano Ronaldo.
Lleva tiempo el portugués practicando su muy particular estilo de lanzamiento: piernas abiertas a tres metros y medio del balón, carrera de cinco pasos cortos, golpe bajo a medio camino entre la puntera y el empeine, y el esférico que sale despedido en un latigazo eléctrico destinado a alterar dos o tres veces su recorrido en un segundo escaso de vuelo. La palabra “imparable” se queda corta. Especialmente tras lo sucedido anoche, en ese minuto 12 del Manchester United – Porstmouth que ha pasado a formar parte ya de la leyenda del balompié. Descárgalo, lector crepuscular. Descárgalo y, tras el babeo de rigor, procede a enmarcarlo…
Cristiano Ronaldo, ManU - Porstmouth 2-0, 300108.
Lleva tiempo el portugués practicando su muy particular estilo de lanzamiento: piernas abiertas a tres metros y medio del balón, carrera de cinco pasos cortos, golpe bajo a medio camino entre la puntera y el empeine, y el esférico que sale despedido en un latigazo eléctrico destinado a alterar dos o tres veces su recorrido en un segundo escaso de vuelo. La palabra “imparable” se queda corta. Especialmente tras lo sucedido anoche, en ese minuto 12 del Manchester United – Porstmouth que ha pasado a formar parte ya de la leyenda del balompié. Descárgalo, lector crepuscular. Descárgalo y, tras el babeo de rigor, procede a enmarcarlo…
Cristiano Ronaldo, ManU - Porstmouth 2-0, 300108.
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