Para ulular lastimeramente:
Que resulte tan intrascendente cuando dos de sus secuencias se revelan capaces de emocionarnos (eso sí, a partir de sendos golpes bajos): con ochenta y pocos minutos de metraje, bien se podrían haber dedicado otros diez a dar mayor "vida" a los personajes. Que Abigail Breslin quede tan desaprovechada. Que la parte de la estrella de cine sea la más prometedora y la menos divertida. Y que ya la hayamos visto tantas veces anteriormente, claro.
Para aullar efusivamente:
Sus títulos de crédito en particular y todos sus usos de la cámara lenta en general. Su narración à la John Hughes. Un Woody Harrelson clavado. Y su clímax de videojuego en el parque de atracciones.
El juicio crepuscular:
Aunque no se trate del Dawn of the Dead de Zack Snyder, tampoco muestra el electroencefalograma plano de los últimos títulos de Romero. Adolescentes de espíritu, acudan a verla cual turbamulta de muertos vivientes al olor de sesos frescos. Absténgase el resto de la humanidad, en cambio, a menos que la tarde se presente muy pero que muy muerta.
Que resulte tan intrascendente cuando dos de sus secuencias se revelan capaces de emocionarnos (eso sí, a partir de sendos golpes bajos): con ochenta y pocos minutos de metraje, bien se podrían haber dedicado otros diez a dar mayor "vida" a los personajes. Que Abigail Breslin quede tan desaprovechada. Que la parte de la estrella de cine sea la más prometedora y la menos divertida. Y que ya la hayamos visto tantas veces anteriormente, claro.
Para aullar efusivamente:
Sus títulos de crédito en particular y todos sus usos de la cámara lenta en general. Su narración à la John Hughes. Un Woody Harrelson clavado. Y su clímax de videojuego en el parque de atracciones.
El juicio crepuscular:
Aunque no se trate del Dawn of the Dead de Zack Snyder, tampoco muestra el electroencefalograma plano de los últimos títulos de Romero. Adolescentes de espíritu, acudan a verla cual turbamulta de muertos vivientes al olor de sesos frescos. Absténgase el resto de la humanidad, en cambio, a menos que la tarde se presente muy pero que muy muerta.
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