La distancia más corta entre la Barcelona folletinesca del siglo XIX y la plasmación contemporánea del mito escandinavo se halla en la pluma de Javier Calvo, autor con ésta de dos, dos de las novelas más interesantes del año, títulos además tan diversos que casi cabe considerarlos opuestos, exuberante el universo gótico-steampunk de Corona de flores (Mondadori) y de corte mucho más contenido e intimista esta Suomenlinna, bautizada según la gélida isla del Báltico finlandés en la que una muchacha, Mirkka Rislakki, gestiona las ansiedades propias de la adolescencia y los desengaños derivados del amor a cualquier edad encerrándose en su habitación para visionar hasta la saciedad The Wicker Man (versión Edward Woodward; no, obviamente, Nicolas Cage), enrocándose junto a un grupo de inadaptados con vocación de banda de death metal y, de últimas, buscando su identidad en una zona gris entre el abrazo a los orgullosos dioses paganos que antaño poblaron el Norte europeo y el desprecio hacia los humildes inmigrantes que hoy día se buscan la vida sobre esas mismas nieves azotadas por la ventisca, conjunto que Calvo, volvamos a él, presenta en diez secuencias contenidas, presididas por una voz narrativa con la lujuriosa personalidad marca de la casa, que en este caso suma capacidad de sugerencia al dejar puertas abiertas para que sea el lector quien remate la faena de un drama breve, dos veces bueno (esto es, notable alto), e insólitamente navideño.
(Esta reseña ha aparecido en el número de noviembre de Go Mag)
(Esta reseña ha aparecido en el número de noviembre de Go Mag)
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