"¡Stoichkov, te quiero!" - Desconocido #1, en el asiento del copiloto del coche que se detuvo a mi lado a las cuatro de la mañana en la confluencia de Marina con Diagonal, aludiendo a la camiseta que este ladrador crepuscular llevaba aún puesta (mientras tanto, en el asiento posterior un desconocido #2 aplaudía y me saludaba con expresión tan beoda como ilusionada).
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