“DOMINO” de Tony Scott (USA, 2005)
No está quien esto firma en condiciones de evaluar la ferocidad desplegada en su momento por Domino Harvey, top model reciclada en cazarrecompensas que vivió a todo trapo y dejó un razonablemente bonito cadáver de apenas 35 primaveras. Sí, en cambio, pese a la confusión que suele rodear la obra de Tony Scott (el tipo es al celuloide lo que cierto zigurat de Babel al entendimiento humano), puede uno retorcerse sobre sí mismo ante lo chirriante de la interpretación de Keira Knightley, una hermosa súbdita británica a la que le faltan bastantes sopas para llevar a buen puerto el papel de amazona desatada y brutal (a su lado, para que el contraste no resulte tan aturdidor como la chamuscada fotografía de Dan Mindel, un Mickey Rourke de perpetua vuelta de todo y pesos pesados como los ex Sensación de vivir Ian Ziering y Brian Austin Green). Más allá de tan clamoroso gaje, Domino vendría a representar un Amor a quemarropa falto de encanto: Richard Donnie Darko Kelly, aquí a cargo del guión, no es Quentin Tarantino. Y, de últimas, Scott parece haber extraviado definitivamente ese tono gamberro que marca la diferencia entre un film tontorrón pero simpático como El último boy scout y este pandemonium que parece filmado y montado por una asociación de enfermos de Parkinson.
No está quien esto firma en condiciones de evaluar la ferocidad desplegada en su momento por Domino Harvey, top model reciclada en cazarrecompensas que vivió a todo trapo y dejó un razonablemente bonito cadáver de apenas 35 primaveras. Sí, en cambio, pese a la confusión que suele rodear la obra de Tony Scott (el tipo es al celuloide lo que cierto zigurat de Babel al entendimiento humano), puede uno retorcerse sobre sí mismo ante lo chirriante de la interpretación de Keira Knightley, una hermosa súbdita británica a la que le faltan bastantes sopas para llevar a buen puerto el papel de amazona desatada y brutal (a su lado, para que el contraste no resulte tan aturdidor como la chamuscada fotografía de Dan Mindel, un Mickey Rourke de perpetua vuelta de todo y pesos pesados como los ex Sensación de vivir Ian Ziering y Brian Austin Green). Más allá de tan clamoroso gaje, Domino vendría a representar un Amor a quemarropa falto de encanto: Richard Donnie Darko Kelly, aquí a cargo del guión, no es Quentin Tarantino. Y, de últimas, Scott parece haber extraviado definitivamente ese tono gamberro que marca la diferencia entre un film tontorrón pero simpático como El último boy scout y este pandemonium que parece filmado y montado por una asociación de enfermos de Parkinson.
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