Comienza como acaba: in media res. Entre lo uno y lo otro, con solución de continuidad, Matt Damon bate el récord mundial de los 111 minutos lisos. Acción adulta, (casi siempre) creíble, con personajes escueta pero notablemente definidos y una galería de espléndidos secundarios: la ausencia de sorpresas y lo previsible de su final no son óbice para que, tres películas después, uno siga deseando nuevas dosis de adrenalina marca Jason Bourne.
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