Lo que le sobra: Esa sangre con aspecto de gazpacho mal aguado (y servido al por mayor, para más inri). Amén de ciertos planos emperrados en demoler la tensión de secuencias que de otro modo resultarían espléndidas (la toma general del número en que Todd se reencuentra con sus navajas, las de detalle sobre la Pietà final...) -¿o va siendo el día ya de que Tim Burton se separe del montador Chris Lebenzon?
Lo que le falta: Ritmo: o se le añade media hora para prestar mayor entidad a los secundarios o se le restan quince minutos y se borra a estos por completo. Desaprovechar a Alan Rickman es un pecado en el que el realizador y el guionista John Logan se zambullen reiteradamente: tanto su línea argumental como la de los dos jóvenes amantes abocan al tedio por archiconocidas, obvias y faltas de vuelo.
Lo que tiene: Un maravilloso Londres de pesadilla industrial, cortesía tanto de la fotografía de Dariusz Wolski (Dark City, The Crow...) como del diseño de producción del gran Dante Ferretti y, claro está, de la imaginería marca de la casa Burton. A un Johnny Depp magnífico, en verdad la versión demoníaca de Eduardo Manostijeras. A una Helena Bonham Carter capaz de dotar de alma a los primeros cien minutos de película en espera de... Una secuencia final apoteósicamente asesina, orgía de sangre con tintes de tragedia griega a la que curiosamente le faltaría aún una muerte más para convertirse en el más desesperanzado, nihilista y aterrador clímax que este ladrador crepuscular haya visionado en mucho tiempo.
Lo que le falta: Ritmo: o se le añade media hora para prestar mayor entidad a los secundarios o se le restan quince minutos y se borra a estos por completo. Desaprovechar a Alan Rickman es un pecado en el que el realizador y el guionista John Logan se zambullen reiteradamente: tanto su línea argumental como la de los dos jóvenes amantes abocan al tedio por archiconocidas, obvias y faltas de vuelo.
Lo que tiene: Un maravilloso Londres de pesadilla industrial, cortesía tanto de la fotografía de Dariusz Wolski (Dark City, The Crow...) como del diseño de producción del gran Dante Ferretti y, claro está, de la imaginería marca de la casa Burton. A un Johnny Depp magnífico, en verdad la versión demoníaca de Eduardo Manostijeras. A una Helena Bonham Carter capaz de dotar de alma a los primeros cien minutos de película en espera de... Una secuencia final apoteósicamente asesina, orgía de sangre con tintes de tragedia griega a la que curiosamente le faltaría aún una muerte más para convertirse en el más desesperanzado, nihilista y aterrador clímax que este ladrador crepuscular haya visionado en mucho tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario