jueves, marzo 12, 2009

Apostillas a un memorable Barça-Lyon

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Michael Robinson dijo de la primera parte que era "lo más brillante que había visto nunca". En efecto, entre los minutos 10 y 40, con el tercer gol de Messi como clímax, el Barça vivió en terreno rival gracias a una presión demoníaca y unas combinaciones angelicales, con un ritmo de juego que al Olympique se le hizo sencillamente insoportable.

Hasta aquí el babeo. Porque la obra de arte se vio seriamente comprometida por un par o tres de lagunas; la más escandalosa de todas, que los franceses marcaran dos tantos habiendo disparado tres veces a puerta y con un único córner a favor. Quizá el resultado no peligró tanto como este neurótico ladrador crepuscular temió. Pero, amigos, las Copas de Europa no las ganan equipos de 6-3 en el global de una eliminatoria; sí los que se mueven en torno al 2-0. Repasemos la trayectoria del último Barça campeón: 3-2 tras los dos partidos contra el Chelsea, 2-0 total frente al Benfica, 1-0 ante el Milán y 2-1 en la final que lo enfrentó al Arsenal.

Juraría que disfruto más viendo al once de Guardiola (anoche la Pulga volvió a conducirme al borde mismo de las lágrimas, cosa que únicamente me sucede cuando, tras tantísimas horas acumuladas viendo fútbol, algo surgido de la nada se convierte de golpe en un todo), pero no sé si éste es un equipo campeón continental. Claro que, qué demonios, tampoco el de Panenka era el penalty más adecuado para una final de la Eurocopa...

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