Breve, impresionista, parte de un díptico que nos llega partido con el beneplácito del autor (su primera parte contratante, The Stoic’s Marriage, guardaba excesivo parecido con El mercader de alfombras, obra escrita en 1987 pero que aquí vio la luz hace apenas un par de temporadas), Segundo matrimonio marca el reencuentro de Lopate con la ficción tras cerca de dos décadas de silencio novelístico. Y se trata de un retorno agridulce, ya en el fondo (cada nueva relación de pareja como triunfo de la esperanza sobre la experiencia, parafraseando la cita de Samuel Johnson que preside la obra), ya en una forma austera y funcional, efectiva en la creación de atmósferas pero tan de otro tiempo que uno juraría haber leído con anterioridad el mismo libro (lo hizo, por ejemplo, aunque con algo más de neurosis y simbolismo, en las páginas de Personajes desesperados de Paula Fox). Vicio menor, el del déjà vu, que Lopate sortea con la virtud de la concisión, desperdigando de paso a varios personajes definidos en dos pinceladas pero tremendamente efectivos a la hora de retratar desde la interacción las maneras de la pareja protagonista. Cuyo desencuentro, a todo esto, sale a relucir en un (ahora sí: magistral) tramo final, diez o quince páginas que desnudan en toda su crudeza el gran drama de la convivencia entre hombres y mujeres: mientras ellos dicen gimnasia, ellas piensan en la magnesia. O en gasterópodos, si a eso vamos.
(Esta reseña ha aparecido en el número de mayo de Qué Leer)
(Esta reseña ha aparecido en el número de mayo de Qué Leer)
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