domingo, mayo 29, 2005

Rachel Corrie

Rachel Corrie fue lo que yo nunca me atreveré a ser. Una persona consecuente con sus ideas, capaz además de transformar la indignación teórica en una serie de acciones prácticas. Habrá quien discuta la utilidad de tumbarse ante una excavadora del ejército israelí para evitar la demolición de una casa palestina: Rachel acabó muerta y la casa no menos demolida. Pero, más allá del simbolismo, es de suponer que, como buena idealista, Rachel jamás creyó que se la pudiera asesinar con tamaña demostración de sangre fría y brutalidad institucional.
Rachel Corrie era una veinteañera norteamericana que cambió los conciertos de música alternativa por el activismo social en Oriente Próximo. El País Semanal de hoy le dedica un artículo, dos años y dos meses después de su muerte. De su asesinato. Y, una vez más, lamento el miedo de nuestros medios a mostrar la verdad. Porque quien haya visto las instantáneas tomadas aquel 16 de marzo de 2003, quien haya visto las imágenes de la excavadora aplastando lentamente ese cuerpo rubio y juvenil, sabrá que son ideales para remover estómagos y conciencias, para que el sacrificio de Rachel tuviera algún sentido. Apenas un artículo más, un domingo más. Y una oportunidad menos.
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