Éstas fueron las palabras de Carlos Benet, senador del PP por Melilla:
“No hay que olvidar nunca cómo se produjeron las elecciones y recordemos claramente que en la historia de España del último siglo, lo entendemos así humorísticamente hablando, Pavía entró a caballo en el Congreso, Tejero con una pistola y el señor Zapatero con un tren de cercanías.”
Y tal comentario, de un “humorismo” no exento de ingenio analógico, mereció la siguiente respuesta por parte de Ángel Acebes, Secretario General del mismo partido:
“Zapatero ganó las elecciones y el PP ha respetado ese resultado absolutamente legal y que tiene absoluta legitimación.”
Sucesión de tesis y antítesis que ha llevado a varios medios a proclamar aquello de “Acebes desautoriza y/o censura al senador que tildó de golpista a Zapatero”.
Lo verdaderamente sintomático, en cualquier caso, es el modo en que el PP comienza a marcar distancias (oficialmente hablando) respecto a los sucesos del 11-14 de marzo de 2004. Ahora que ni siquiera El Mundo osa seguir insistiendo en la posible conexión etarra de los atentados de Madrid, y siendo la cuestión vasca el caballo de batalla que los llevó al poder en 1996 (y que los descabalgó en 2004), los populares han apuntado sus cañones hacia el congreso de Batasuna, el Estatut y los pretendidos favores del Gobierno para con las autonomías nacionalistas a cambio de una tregua del grupo terrorista. El gran “pecado” de Benet ha sido excavar una veta ya muerta, que se ha revelado estéril. Pero Aragonés, Rajoy y sus secuaces siguen a la caza de ese nuevo Caso GAL, de ese filón que les franquee el regreso al poder. Y sus paladas los hundirán más y más, pero también continuarán sembrando de escombros la política de nuestro país.
“No hay que olvidar nunca cómo se produjeron las elecciones y recordemos claramente que en la historia de España del último siglo, lo entendemos así humorísticamente hablando, Pavía entró a caballo en el Congreso, Tejero con una pistola y el señor Zapatero con un tren de cercanías.”
Y tal comentario, de un “humorismo” no exento de ingenio analógico, mereció la siguiente respuesta por parte de Ángel Acebes, Secretario General del mismo partido:
“Zapatero ganó las elecciones y el PP ha respetado ese resultado absolutamente legal y que tiene absoluta legitimación.”
Sucesión de tesis y antítesis que ha llevado a varios medios a proclamar aquello de “Acebes desautoriza y/o censura al senador que tildó de golpista a Zapatero”.
Lo verdaderamente sintomático, en cualquier caso, es el modo en que el PP comienza a marcar distancias (oficialmente hablando) respecto a los sucesos del 11-14 de marzo de 2004. Ahora que ni siquiera El Mundo osa seguir insistiendo en la posible conexión etarra de los atentados de Madrid, y siendo la cuestión vasca el caballo de batalla que los llevó al poder en 1996 (y que los descabalgó en 2004), los populares han apuntado sus cañones hacia el congreso de Batasuna, el Estatut y los pretendidos favores del Gobierno para con las autonomías nacionalistas a cambio de una tregua del grupo terrorista. El gran “pecado” de Benet ha sido excavar una veta ya muerta, que se ha revelado estéril. Pero Aragonés, Rajoy y sus secuaces siguen a la caza de ese nuevo Caso GAL, de ese filón que les franquee el regreso al poder. Y sus paladas los hundirán más y más, pero también continuarán sembrando de escombros la política de nuestro país.
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