"Y por eso arrendaste este lugar, dijo Bernardita, con amable ironía. Por amor a las coincidencias.
No, respondió Julián, avergonzado. Con fuerza, y hasta con cierta innecesaria violencia, repuso: Lo arrendé porque me pareció conveniente.
Sí, Julián, admítelo, dijo Sergio. Lo arrendaste porque has estado leyendo demasiadas novelas de Paul Auster.
(...) A raíz de aquella broma incómoda, Julián no volvió a leer novelas de Paul Auster. En más de una ocasión, incluso, desaconsejó su lectura, argumentando que, salvo por algunas páginas de La invención de la soledad, Auster era nada más que un Borges pasado por agua."
De La vida privada de los árboles, de Alejandro Zambra (Anagrama).
No, respondió Julián, avergonzado. Con fuerza, y hasta con cierta innecesaria violencia, repuso: Lo arrendé porque me pareció conveniente.
Sí, Julián, admítelo, dijo Sergio. Lo arrendaste porque has estado leyendo demasiadas novelas de Paul Auster.
(...) A raíz de aquella broma incómoda, Julián no volvió a leer novelas de Paul Auster. En más de una ocasión, incluso, desaconsejó su lectura, argumentando que, salvo por algunas páginas de La invención de la soledad, Auster era nada más que un Borges pasado por agua."
De La vida privada de los árboles, de Alejandro Zambra (Anagrama).
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