El fantasma de Tom Joad lo sumió en un silencio de siete años, mutismo del que sólo dos torres, 3.000 muertos y un país traumatizado lograron abstraerlo. Las polvorientas carreteras de Irak y los diablos que las transitan alimentaron el episodio siguiente, protesta acústica que fue a transformarse, espíritu de Pete Seeger mediante, en dos nuevas viejas obras de tono más festivo pero no menos crítico para con las barras y estrellas de George W. Bush. Sucede, por tanto, que Magic es el primer trabajo en tres lustros que Springsteen no firma contra algo o contra alguien, que no aparece inspirado por espectro alguno. Y de ahí, quizá, la sensación de cajón de sastre que transpira, con piezas que tanto apuntan a los días de Born to Run (Livin’ in the Future) como a los de The Rising (Devil’s Arcade), que en ocasiones parecen saltar de Tracks (I’ll Work For Your Love) y en otras se zambullen en Tunnel of Love (Long Walk Home). Colección dispar, sí, pero plagada de momentos memorables. Y, sobre todo, destinada a hallar su plenitud en vivo: más de un tema aquí tiene madera de clásico sobre las tablas.
(Esta reseña ha aparecido en el número de diciembre de Go Mag)
(Esta reseña ha aparecido en el número de diciembre de Go Mag)
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