Antes que cubrir el agujero dejado por Harry Potter, los responsables de “Túneles” (Puck/Empúries) han optado por seguir excavando en busca de su propio tesoro escondido (y quien dice tesoro dice ciudad). A fin de conocer el último gran fenómeno de la literatura juvenil nos desplazamos a Londres, y más concretamente a...
THE SAVILE: Sito en el barrio de Mayfair, a tiro de piedra de una ya navideña Oxford Street, este club de glorioso pasado literario (entre su nómina de socios aparecen Kipling y Stevenson, H.G. Wells y W.B. Yeats) fue escenario de la presentación hispano-catalana de Túneles. El larguirucho Gordon y el orondo Williams se plantaron en una de las salas de su segundo piso para, powerpoint mediante, ilustrar a la concurrencia sobre su trayectoria vital y la saga narrativa que amenaza con ponerlos en órbita. Todo gracias a una aberración matemática convertida en verdad creativa, la que asegura que…
UNO MÁS UNO SON TRES: Gordon, el más dotado para la informática del dúo, se encierra en su despacho a aporrear compulsivamente el ordenador. Williams recoge el fruto de la impresora, se calza un sombrero panamá y sale al jardín para, bolígrafo en la diestra y cerveza en la siniestra, darse ya a la reescritura ya al añadido. Sobre ello Gordon vuelve a teclear. A lo que Williams vuelve a corregir. Y de tal dinámica, nos aseguran, brota un tercer cerebro, el responsable último de la novela. ¿Qué había, no obstante, antes de que se pusieran manos a la obra? Pues, si hemos de creer sus palabras, poco más que…
TÚNELES Y MÁS TÚNELES: “Teníamos media idea cada uno; las unimos y de repente habían pasado tres años de nuestras vidas”. La media ocurrencia de Gordon nació en el corredor que antaño unió el sótano de su mansión con la iglesia del pueblo. La de Williams, en el entramado de galerías subterráneas patrocinadas por Joseph Williamson en el Liverpool de principios del siglo XIX (el magnate del tabaco redujo la tasa de desempleo local pagando a la gente para que excavara sin objetivo aparente las tierras de su propiedad). Y, en efecto, de todo ello fue a surgir…
“THE HIGHFIELD MOLE”: Esto es, El topo de Highfield. La historia de un adolescente que responde al nombre de Will Burrows y que gusta de dedicar el tiempo libre a, palada tras palada, poner suelo de por medio entre el cielo y su persona. Cuando su (no menos amigo de la prospección) padre desaparece, el muchacho recluta a un compañero de escuela y se lanza tierra adentro en su busca. Pero en el camino de ambos se cruzará la Colonia, ciudad de las profundidades controlada en régimen de semi-tiranía por los bastante agrios styx. El topo de Highfield llegó a las librerías como autoedición, pero sus buenas maneras pronto llamaron la atención de…
BARRY CUNNINGHAM: “He visto el futuro de la literatura juvenil, y su nombre es J.K. Rowling”. Quizá no fueran sus palabras exactas, pero el editor de Bloomsbury sí pasará a la historia como el George Martin del gremio, el hombre que descubrió a Harry Potter y tuteló su ascenso al estrellato, y que también llevó a Cornelia Funke al mercado anglosajón. “Dicen que un rayo no golpea dos veces en el mismo sitio, pero los rayos parecen un elemento recurrente en mi vida. Estoy tropezando con magníficos libros para jóvenes de forma bastante regular” –comenta a propósito de la obra que él retituló como Túneles y del consiguiente…
FENÓMENO POPULAR: En sus primeros cuatro meses de vida en las librerías del Reino Unido, Túneles alcanzó las once ediciones y los 100.000 ejemplares. Exactamente el mismo número cosechado en lo que a venta anticipada respecta para Estados Unidos, país donde aparecerá a principios de año y donde ya cuenta con clubs cibernéticos de fans. Obviamente, el proyecto de adaptación al cine ha visto ya…
LA LUZ: Más allá del oropel también hay brillos oscuros. Como el que desprende el instrumento del que se sirven los malvados styx para torturar salvajemente al protagonista de la novela. Respecto a la aspereza de ciertos pasajes, dice Williams que “se trata de una historia fantástica, pero no queríamos que resultara irreal. Los personajes se encuentran con situaciones llenas de tensión, y debíamos mostrarnos realistas en sus respuestas a ese mundo”. A lo que Gordon añade: “Quizá no debería haber leído tanto a Dashiell Hammet durante la redacción del libro. Pero hoy día todo en la vida del adolescente, los DVDs, los juegos de ordenador, tiene sus aristas”. Y eso que, en lo que a Túneles respecta, la cosa no ha hecho más que comenzar. Continuará…
(Este artículo ha aparecido en el número de diciembre de Qué Leer)
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