
Mucho antes de darse al fútbol, aunque bastante después de caer en la bebida, Inglaterra era ya una potencia mundial en la disciplina del expolio. Actividad que, toda vez declinado el Imperio, desembocó en un doble acierto cultural: la conquista de Estados Unidos con productos patrios (desde los Beatles hasta Beckham) y la reinterpretación irónica de cuanto le llega del extranjero. Apartado éste donde viene triunfando el trío creativo formado por Edgar Wright (realizador) y Simon Pegg y Nick Frost (actores), responsables ellos de la serie catódica de culto Spaced, de esa La noche de los muertos vivientes en clave de pub que fue Shaun of the Dead y, ahora, de esta vibrante, barroca, menos divertida que entrañable, quizá demasiado extensa, parodia de las “buddy movies” de Jerry Bruckheimer.
(Esta reseña ha aparecido en el número de diciembre de Go Mag)
No hay comentarios:
Publicar un comentario