1. Es este un nuevo ejemplo de dirección por acumulación, que rara vez trasluce un estudio previo de la secuencia y, cuando lo hace, se asemeja antes a un dibujo de storyboard que a una imagen dotada de vida, con sus protagonistas de carne y hueso.
2. Chris Weitz lo había hecho razonablemente bien en American Pie y sorprendentemente bien en About a Boy. Pero la adolescente menos difícil de su carrera es la que más se le atraganta. Quizá por la absoluta ausencia de sentido del humor. Quizá porque las normas del género épico son mucho más rígidas que las de la comedia descerebrada o las del drama pop-costumbrista. Se echa de menos a un guionista como el Neil Gaiman de Beowulf, sin ir más lejos.
3. Aunque J.K. Rowling exigió sabores británicos, la adaptación al celuloide de su heptalogía comenzó en manos de un norteamericano y conoció su momento álgido cuando las riendas pasaron al mexicano Cuarón. Menos problema de sensibilidades nacionalidades que de compromiso, pues: Weitz no es Peter Jackson y es probable que no sienta por la obra de Philip Pullman la pasión que Tolkien despertaba en el neozelandés.
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