Muerte y morbo, misterio y memoria confluyen en la masacre de Hinterkaifeck, caso real acaecido allá por 1922 en una granja bávara y del que viene a dar fe (aunque ambientándolo en la siguiente posguerra) este Tannöd, novela alemana más vendida de 2006, también mejor obra negra y germana de ese año si al galardón Krimi-Preis debemos hacer caso, que significaba el debut de Andrea M. Schenkel. Autora que opta por un punto de vista coral a fin de que cada pieza del puzle de Hinterkaifeck halle su reflejo literario cual si de los avances de una auténtica pesquisa criminal se tratara: la extraña ausencia del granjero y los suyos en el servicio dominical, el hallazgo de los cadáveres, las habladurías (en ocasiones bastante acertadas) propias del populacho… Una técnica ambiciosa que da lugar a ciertas debilidades narrativas pero que a su vez hace crecer la obra al amparar no pocas reflexiones sobre cierta sociedad germana de los años inmediatamente posteriores al hundimiento: la rural, de profunda religiosidad y aún cierto apego al régimen de la esvástica. Algo más allá, Schenkel se atreve incluso a señalar tanto un falso culpable como un sorprendente responsable real para el asesinato jamás solventado. Y el balance no deja de apuntar hacia una novela si breve dos veces correcta, menos ingenua de lo que se pretende, una nueva ejemplificación de la banalidad del Mal y las muchas criaturas inocentes que se puede llevar por delante en la más repentina y estúpida de sus manifestaciones.
(Esta reseña ha aparecido en el número de abril de Qué Leer)
(Esta reseña ha aparecido en el número de abril de Qué Leer)
No hay comentarios:
Publicar un comentario